Houssay, la ciencia argentina con proyección internacional
La prestigiosa investigadora Christiane Dosne de Pasqualini, que trabajó junto a Bernardo Houssay, recuerda, a 25 años de su muerte, la importancia de la obra desarrollada por el científico argentino y el impulso que le dio al trabajo de investigación en el país.
A 25 años del fallecimiento del doctor Bernardo Houssay, es indispensable evocar su memoria en función de su imponderable influencia sobre miles de médicos que, aun sin ser discípulos suyos, aprendieron el valor de la verdadera investigación científica en busca de la solución de innumerables problemas médicos, que aún no la tienen.
Houssay era de origen francés y, a los 20 años, la obra del gran fisiólogo Claude Bernard, titulada "Introducción al estudio de la medicina experimental", selló su destino, hasta erigirlo en nuestro gran fisiólogo.
Su vida fue de dedicación exclusiva a esta ciencia, sin otro hobby que el trabajo, como él decía. Estaba en el laboratorio, en la creación y solución de problemas, en la enseñanza de alumnos del segundo año de la Facultad de Medicina, en la dirección de sus colaboradores inmediatos, que eran los investigadores del futuro, en quienes cifraba sus esperanzas; todo lo hacía con una puntualidad kantiana.
Una pléyade de discípulos
El escenario de esta infatigable actividad era el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Allí formó una pléyade de investigadores en biomedicina, de actuación destacada tanto en el país como en el exterior, que a su tiempo generaron nuevos investigadores. Ya desde 1920 sus trabajos eran reconocidos internacionalmente. En 1942, en Montreal, uno de sus trabajos me inspiró para gestionar una beca en la Federación Canadiense de Mujeres Universitarias para trabajar en su instituto, la que me fue concedida. Si no fuese por Houssay, nunca hubiera venido a la Argentina.
Los descubrimientos del gran científico se extendieron a todos los rubros de la fisiología y fueron coronados en 1947 con el Premio Nobel por sus trabajos sobre el efecto de la hipófisis sobre el metabolismo de los hidratos de carbono, impulsando sustancialmente los conocimientos sobre la diabetes. Con toda razón se dijo que él puso a la investigación argentina en el mapa de la ciencia mundial.
El modo antiguo de formar nuevos investigadores científicos consistía en poner al joven recién egresado bajo la tutela del profesor, y era el procedimiento seguido también por Houssay. Sin embargo, llegó el día en que comprendió que el avance de la ciencia, la multiplicación de jóvenes capaces y ambiciosos y la impostergable necesidad de progreso científico del país no podían ser satisfechos por el antiguo sistema, y así surgió lo que debe considerarse la obra más grande de Houssay, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
En 1958 lo moldeó siguiendo el patrón francés del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique).
Una selección rigurosa
Creó la carrera de investigador seleccionando con rigor y justicia a quienes aspiraban a orientarse decididamente en la ardua carrera de las ciencias, asegurando su estabilidad y promoción ulterior, y la dedicación full time, sin la cual estimaba que el verdadero investigador no puede rendir en la medida de su formación e inteligencia.
Mantener la carrera
En sus 38 años de vida, el Conicet, a pesar de los altibajos sociales y económicos, ha seguido formando generación tras generación de investigadores. Es innegable que en la actualidad existe gran preocupación en cuanto al futuro de la ciencia en el país, y concretamente acerca de la "remodelación" del Conicet. La formación de los investigadores científicos constituye un continuo que no puede interrumpirse a riesgo de determinar su destrucción.
En primer término, debe asegurarse el mantenimiento de la carrera del investigador: con sus cinco categorías forma una pirámide cuya base no debe truncarse impidiendo el ingreso en la misma como se ha hecho en los últimos años. Como consecuencia se han acumulado cientos de becarios posdoctorales que buscan ubicación: los hemos formado durante años y son nuestros futuros investigadores.
Se les debe encontrar una solución evitando la "fuga de cerebros", la cual hemos padecido tantas veces con los consiguientes "hiatos generacionales". No debemos hipotecar el futuro de la ciencia en el país y además regalar premios Nobel a naciones del Primer Mundo, como ya lo hemos hecho.
Evitar el suicidio nacional
Como insistía Houssay: "Sin la investigación pura, una universidad o un país está condenado a la inferioridad. Prohibirla es una especie de suicidio nacional. Es obligar a importar los conocimientos y los técnicos, marchar a remolque, ser tributario, no tener independencia y jerarquía, faltar al deber de contribuir al adelanto de los conocimientos".
Un buque como homenaje
En el marco del mes de homenaje a Bernardo A. Houssay, al cumplirse 25 años de su fallecimiento, el Museo Bernardo A. Houssay y el Museo Houssay de Ciencia y Tecnología entregaron presentes en el buque científico que llevará en adelante el nombre del Premio Nobel argentino. A la ceremonia sistieron el prefecto C. Fernández y los doctores Pedro Matianik, Edmundo Ashnak, Amalia Frontini y Osvaldo Basterrechea.