Indumentaria futurista en la pasarela educativa de Proa
Estudiantes de diseño de la UBA brindaron su visión del manifiesto italiano de 1914
"Nosotros, los futuristas, queremos liberar a nuestra raza de toda neutralidad, de la indecisión temerosa y quietista, del pesimismo negador y de la inercia nostálgica, romántica y reblandecida."
El "manifiesto futurista", que proponía en 1914 una vestimenta antineutral, fue el puntapié inicial para una experiencia educativa que integra el arte y el diseño de indumentaria. El resultado: un desfile de modas, en el que los modelos fueron estudiantes de diseño de indumentaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que mostraron los prototipos creados por ellos mismos frente a los turistas que paseaban ayer a la tarde por La Boca.
Invitada por la Fundación Proa, la profesora Andrea Saltzman involucró a unos 300 de sus 500 alumnos de la UBA en una actividad que ayer cerró la muestra El Universo Futurista, que durante tres meses se expuso en los salones de Proa.
Por una pasarela instalada en la vereda de esa institución, casi a orillas de la Vuelta de Rocha, los alumnos mostraron el fruto de sus investigaciones en cuatro pasadas.
Se vieron vestidos adherentes a modo de tatuaje, con motivos futuristas tomados de las obras expuestas; trajes masculinos más flexibles y confortables que los estándares; impermeables y ropa urbana en la que prevalece una propuesta lúdica, y trajes danzantes con efectos cinéticos.
Estos últimos fueron el broche de oro del desfile. Son trajes que parecen cobrar vida propia en los movimientos y pasos de danza improvisados por los jóvenes. Saltzman explicó a LA NACION que, sin llegar a ser disfraces, pueden haber tomado como referencia la forma de una medusa, de un murciélago o de algún robot o de un extraño pajarraco.
Josefina Minond y Sofía Alurralde, de 20 años, alumnas de primer año de diseño de indumentaria, contaron que para hacer el "vestido" que lució en la pasarla Josefina, ambas trabajaron duro durante más de un mes. Fueron a ver la muestra a la Fundación Proa, leyeron sobre el movimiento futurista, compraron la tela (algodón con lycra); la tiñeron; hicieron los moldes; los mandaron coser y pintaron los modelos según el diseño que habían hecho juntas. También pintaron las medias y los zapatos que compraron en una feria americana.
Un trabajo similar fue el de sus compañeros, muchos de los cuales nunca habían estado en una muestra de arte. "Esto desacraliza los museos. Los chicos hicieron una tarea de síntesis entre un movimiento plástico y su contemporaneidad", dijo Paola Campuzano, docente de diseño textil.
"Una investigación como esta acerca el arte a los alumnos, que, además, están ávidos de conocimiento y de ser guiados y orientados", explicó Verónica Arditi, profesora de diseño de indumentaria.
Entre el centenar de "modelos", uno de ellos fue especialmente aplaudido. Se trató del diseñador textil Martín Churba. "Esta vez hice de modelo; pasé el traje diseñado por un alumno de segundo año con camisa-chaleco y cuyo pantalón estaba ajustado en la pantorrilla y flojo en el muslo", contó Churba a LA NACION.
Sobre la iniciativa de integrar la educación universitaria con una muestra de arte, planteó: "Esto es muy bueno porque a los movimientos artísticos no sólo hay que estudiarlos, sino que es necesario experimentarlos, pasarlos por el cuerpo".
La muestra sobre futurismo, que cerró ayer, reunió más de 240 piezas del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto (MART), que recorren la historia del futurismo italiano en pintura, música, danza, teatro, arquitectura, vestimenta y otros ámbitos. La presidenta de la Fundación Proa, Adriana Rosenberg, después del desfile sostuvo: "Trabajar así para los jóvenes es el objetivo de la fundación. Estamos muy contentos".
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