La huida perpetua
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Pocos animales tienen el halo de inocencia y vulnerabilidad de los ciervos. Sobre todo cuando observan, atentos, como el ejemplar de la foto, listos para huir con una agilidad prodigiosa y la cola en alto, un comportamiento que, según los etólogos, funciona como un alerta para sus congéneres. Y más en el caso de la especie de la foto, el ciervo de cola blanca (Odocoileus virginianus), donde esta señal es particularmente visible. Sin embargo, y pese al registro del imaginario popular, este cérvido es uno de los mamíferos con mayor área de distribución del mundo y sus 38 subespecies pueden encontrarse desde el Ártico hasta los Andes; es símbolo patrio en Costa Rica y representante de la fauna local en Honduras. Pero más allá de los detalles técnicos, la mirada de la foto es estremecedora. La vida de los ciervos transcurre en una perpetua huida de sus depredadores. Entre ellos, los humanos.
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