
La maestra que en 23 años nunca faltó a clase
Desde 1977 trabaja en una escuela pública de Ciudad Evita
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Sus compañeros de trabajo le dicen "la nueva Sarmiento". El apodo tiene una razón de ser: Lucía María del Carmen Desiderio, una maestra de 60 años que enseña en la escuela Nº 150 de Ciudad Evita, La Matanza, no faltó a clase en los últimos 23 años de sus 37 de docencia.
En épocas de clase, desde 1978, se levanta todos los días a las cinco de la mañana. Viaja al menos una hora en colectivo desde su departamento en el Barrio Norte para llegar al colegio. Allí, asisten cerca de 1000 chicos que provienen, en su mayoría, de los barrios carecientes de la zona.
La distancia nunca fue un obstáculo para cumplir con su tarea. Tampoco faltó cuando estaba enferma. "No podía dejar que mis alumnos perdieran un día de clase", explica, en diálogo con La Nación .
Esta mujer, de personalidad extrovertida, de palabras directas y francas, manifiesta un gran entusiasmo por su trabajo. Tanto que suele quedarse en la escuela casi cuatro horas más de lo que le corresponde. "Estar en el colegio me apasiona, es mi segunda casa -reconoce Lucía-. Me gusta conversar con las otras maestras o ver cuando los chicos parten hacia sus casas."
Lucía vive en un departamento luminoso de tres ambientes, en Córdoba y Pueyrredón. Comparte sus días con su marido, José Alberto Mena, de 63 años, y sus hijas María Solange, de 22, y María Fernanda, de 24.
Experiencias
Se recibió de maestra normal nacional en el Colegio Inmaculada Concepción. Luego ingresó en la Facultad de Odontología de la UBA, pero descubrió, a los dos años, que su camino era la docencia. Por eso dejó la universidad y comenzó a trabajar en diversos colegios.
En 1977 ingresó en la escuela Nº 150 y siempre estuvo frente al aula. En junio de 1999, al cumplir 60 años, debió dejar el grado y asumió como prosecretaria en el turno mañana. El cambio le costó y hoy extraña el trato más directo con los alumnos. En cuanto al futuro, le preocupa que, al cumplir 65 años, tendrá que jubilarse y abandonar el colegio para siempre.
"Mi carrera está en su etapa de plenitud, aunque a veces hay autoridades que discriminan al docente por la edad -dice-. Yo creo que hay que evaluar al maestro por la técnica que tiene, por la capacidad, y no por la edad", agrega, con cierto dolor.
No niega que se entusiasmó cuando la inspectora de su establecimiento presentó una nota en la Dirección General de Educación bonaerense, con la idea de lograr un reconocimiento hacia Lucía, una persona que se define como "muy perseverante".
No todas las situaciones fueron fáciles. Todavía recuerda cuando se disfrazó de Papá Noel con la idea de sorprender a sus alumnos. "Fue emocionante, porque los chicos pensaban que realmente había llegado Santa Claus", dice. Pero muchos pensaron que en las cajas había regalos de verdad, cuando en realidad eran de adorno.
Otra situación que la conmovió fue el día en que llevó de excursión a sus alumnos al aeropuerto internacional de Ezeiza: "Fue emocionante. Los chicos bajaron por las escaleras mecánicas y se pusieron a llorar. Nunca habían visto algo así".
Toda su vida sintió que su misión era entusiasmar a sus alumnos: "Creo que tienen que estudiar, trabajar y unirse entre ellos. Eso lo pueden lograr con el apoyo de los docentes -dice-. Si uno llega a la travesura y al lenguaje de los chicos, ellos no te miran por la edad, sino por lo que el maestro les brinda. Yo siempre digo que cuando un alumno no me siga, en ese momento dejo la carrera".
"Los chicos necesitan afecto"
La escuela Nº 150 de Ciudad Evita está ubicada en pleno partido de La Matanza. Los casi 1000 alumnos que allí asisten desayunan todos los días mate cocido con leche y tostadas, y también almuerzan.
Para Lucía Desiderio, una de las mayores alegrías que siente en su trabajo es ver las caras "iluminadas" de los estudiantes cuando les sirven la comida. Es que la mayoría de ellos proviene de zonas de bajos recursos. "Son chicos que necesitan afecto", sintetiza.
Las instalaciones de la escuela "no tienen nada que envidiarles a las de Capital", comenta. Aunque señaló que necesitan otra línea telefónica que ya gestionaron ante las autoridades, pero que aún no fue instalada.




