La mentira circular
En 1978, el escritor Ernesto Schoo publicó El baile de los guerreros. La novela cuenta la fiesta de las bodas de oro del matrimonio Guerrero en 1896. Hay un baile al que los invitados deben ir vestidos como en 1846, cuando la pareja contrajo casamiento, por lo tanto, deben llevar la divisa unitaria o la punzó: los dos bandos se atacan como si el tiempo no hubiera pasado, frente al brillante Oscar Wilde, de paso por la Gran Aldea.
Hay algunas paradojas de Wilde en La decadencia de la mentira, una protesta que son válidas para la Argentina. Oscar hace dialogar a dos personajes, Vivian y Cyril. Éste cree que los políticos están habituados a mentir. Vivian le responde que no, porque nunca van más allá de la falsedad y condescienden a probar y argumentar. El “verdadero mentiroso” lanza sus temerarias afirmaciones y exhibe su soberbia, su sano y natural desdén por las pruebas. Si un hombre carece de imaginación hasta el punto de presentar pruebas para apoyar su mentira, bien podría haber dicho la verdad desde el comienzo. Una de las máximas autoridades nacionales actúa con desdén e insolencia; pero Wilde no la habría aprobado: esa autoridad debería haber hecho, de la mentira, un arte. Los desplantes descalifican.