La muestra de Dalí no escapa a las clásicas intrigas de su obra
El curador negó que existan dudas sobre la autenticidad de dibujos y grabados
Fenómeno indiscutido de marketing, las muestras de Salvador Dalí son siempre noticia, rodeadas de misterio y polémicas. Su firma vende millones, desde perfumes y desodorantes hasta cuadros y relojes, y las exposiciones de sus obras suelen estar acompañadas de un singular despliegue promocional.
Esto ocurrió una semana atrás, cuando abrió sus puertas en el Centro Cultural Borges una muestra consagrada a su obra gráfica; trabajos de menor valor que el de sus pinturas, pero enriquecidos por la pátina de la marca Dalí.
La brecha de desconfianza entre el público y las obras del catalán tiene su explicación. Enterados de la muestra, y en virtud de oscuros antecedentes, algunos coleccionistas reaccionaron alertados por el riesgo de "obras falsas".
Ese negro antecedente se llama "Dalí monumental", una muestra antológica organizada en 1999 en la Rural de Palermo, que venía de Río de Janeiro y San Pablo e incluía obras de la colección Descharnes, un apellido que para muchos españoles es palabra prohibida.
En marzo de 2002, el Estado español le ganó una puja a Robert Descharnes por la gestión de los derechos de la obra de Dalí. Era el fin de una larga historia que había comenzado en 1986 cuando el catalán de los bigotes erizados firmó un contrato con la sociedad holandesa Demart Pro Arte BV, cuyo titular era Robert Descharnes, para gestionar, hasta 2004, los derechos y la propiedad intelectual de la obra del artista.
Descharnes, fotógrafo de Paris Match en los 60, se había hecho muy amigo del pintor, hasta tal punto que formó parte de su círculo íntimo. Cuando el catalán murió, en 1989, lo dejó como heredero universal. "Dalí monumental" cerró antes de tiempo con acusaciones cruzadas y un expediente judicial abierto.
Esta semana sin que mediaram denuncias en ningún juzgado, la versión corrió en el mundo del arte -alimentada por el rumor de que en los últimos años circularon obras falsas atribuidas a Dalí- y algunos llegaron a preguntarse si la muestra del Borges es otra "piedra del escándalo".
En forma contundente, el curador y organizador de la muestra, Santiago Shanahan, despejó toda duda y sustentó su explicación en el origen de las obras gráficas, que no tienen relación alguna con la colección Descharnes: "Son de Enric Sabater, secretario privado de Dalí durante 12 años", dijo Shanahan, un empresario argentino que siempre tuvo una fascinación desmesurada por la obra del artista español, que sumó a la muestra su colección personal.
El curador tiene planes más ambiciosos: instalar un museo de Dalí en la zona sur de la ciudad, en coincidencia con el centenario del nacimiento del maestro catalán, en 2004.
El más copiado
En la Fundación Gala-Dalí de Figueras, la ciudad española donde el artista nació, en 1904, están acostumbrados a las llamadas de larga distancia, a las preguntas y a las sospechas.
El que responde del otro lado de la línea con inconfundible acento catalán es Jordi Falgás, encargado de comunicación de la Fundación Dalí: "No tenemos ninguna noticia de la muestra de Buenos Aires, la última exposición que viajó a América latina con obras de la fundación se hizo en el Museo de Bellas Artes de Santiago, Chile, en 1999.
"Pero -se explaya Falgás- tratándose de obras gráficas hay muchas series en manos privadas. No tenemos control de todas. A veces se cometieron excesos y algunas tiradas superan en número las autorizadas."
Jordi Falgás anticipa que la fundación hará el año próximo una retrospectiva de 450 obras que se verá en el Palazzo Grazzi, de Venecia. Luego viajará al museo de Filadelfia, EE.UU., para terminar su itinerario en el Museo de Rotterdam.
El secretario Sabater
El rebote mediático del tema Dalí no tiene fronteras. Milton Sterrow, editor de la revista Art News, publicó hace dos años una investigación del "Legado Dalí" firmada por Nicholas Powell. Más de 20 páginas consagradas a la batalla global librada entre la sociedad holandesa que preside el fotógrafo Robert Descharnes y la Fundación de Figueras.
Los millones siempre estuvieron asociados al nombre de Dalí. No en vano con las letras de su nombre Breton formó el anagrama "Avida Dollars". Solamente los royalties anuales del legado Dalí superan los cuatro millones de dólares.
La revista Art News traza un perfil del secretario Enric Sabater, propietario de las serie gráfica que se exhibe en el Centro Borges. Sabater trabajó para Dalí entre 1974 y 1980. Fue él quien le dio vuelo comercial a la obra gráfica y puso millones de dólares en el bolsillo de Salvador para satisfacer los exóticos gustos de Gala, su mujer, y los gastos de sus casas de Port Liigat y Púbol.
El curso que han seguido los acontecimientos después de su muerte y el eco escandaloso de muchas de sus exposiciones confirman que parte del legado de Dalí ha sido lograr, aunque ya no esté, que todos sigamos hablando de él. Para bien o para mal.