
La película del mural de Siqueiros
El mes próximo, el director de La Patagonia rebelde estrena un film sobre la obra que el mexicano pintó en la quinta de Natalio Botana. Una historia que involucra al artista, al fundador de Crítica , a sus respectivas mujeres y a Pablo Neruda
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Con vitales 78 años, Héctor Olivera, uno de los realizadores argentinos formado en la época de los grandes estudios, presentó los primeros diez minutos de su próxima película, El mural , en la sección "Work in progress" de la muestra Pantalla Pinamar . Una historia real, que involucró al magnate Natalio Botana, al pintor David Alfaro Siqueiros, a sus respectivas esposas y al poeta Pablo Neruda, en los días en que el notable muralista mexicano realizaba Ejercicio plástico en el sótano de una quinta de Don Torcuato, propiedad de Botana, sirve como base para la ficción. adncultura conversó con el director de la insoslayable La Patagonia rebelde sobre los detalles de su última obra, protagonizada por Luis Machín, Carla Peterson y el mexicano Bruno Bichir, cuyo estreno está previsto para mediados del mes próximo.
-La historia de El mural es, a todas luces, atractiva. ¿Por qué realizarla ahora?
-A los 19 años entré a trabajar en los Estudios Baires como asistente del productor Eduardo Bedoya. Él había sido subdirector y administrador de Crítica y lo había entusiasmado a Natalio Botana para que construyera esos estudios, basándose en unos planos de los estudios Joinville, que Daniel Tinayre había traído en los años 30. Durante ese tiempo almorzábamos juntos y Bedoya contaba anécdotas de Botana y de la anarquista Salvadora Medina Onrubia, su mujer. Luego, cuando fundamos con Fernando Ayala el sello Aries, siempre pensamos en incluir dentro del plan de producción una película sobre los Botana. Pero era una historia muy difícil, que comenzaba a principios del 1900 en Uruguay, cuando Botana peleaba a las órdenes de Aparicio Saravia, y terminaba en 1941, con su muerte en un dudoso accidente a bordo de un Rolls Royce.
-¿Y tardó tantas décadas en encontrar coproductor?
-Una película tan argentina no interesaba mucho para una coproducción. Un buen día, leyendo Confieso que he vivido , las memorias de Pablo Neruda, encontré un párrafo que cita a Botana. Eso, sumado a la aventura con Blanca Luz Brun, la mujer de Siqueiros, me fascinó. Pero yo estaba dedicado a otros proyectos y la idea fue quedando en un cajón hasta que, hace tres años, hubo un concurso del Instituto Luce de Italia para fomentar las coproducciones. Me encerré en mi estudio y en 48 horas escribí una scaleta , el resumen que marca la pauta de lo que va a ser un guión. La propuesta no ganó pero quedaron esos avances. Tenía entre manos otra idea que aún no realicé: un proyecto que titulé "La bandolera inglesa", muy caro, con actores ingleses en Chubut, que me permitió contactar a productores de España, México y Estados Unidos. La crisis económica mundial hizo el resto, pero pudimos encaminar la producción de El mural gracias al Bicentenario.
-¿Cómo es realizar un film de época en una Buenos Aires que ya no existe?
-Es muy complejo. Por fortuna, la tecnología digital contribuye de una manera considerable. En proporción, esta película es más cara que La Patagonia rebelde y viene a ocupar un lugar desestimado por muchos colegas. Con los jóvenes pasa una cosa muy dramática porque, para ellos, la historia argentina comienza en la década del 70 y hacia atrás no hay nada.
-¿Cambiaron los gustos del espectador?
-Cuando uno analiza lo que eran los programas de los grandes sellos de los años 40, como Argentina Sono Film o Estudios San Miguel, ve que había una o dos películas de tango por año y también un cine sustentado en estrellas, el famoso Star System . Eso se terminó y también se acabó el cine testimonial que empezó con El Jefe , porque la gente lo rechaza. Tampoco existe más uno basado en hechos de la realidad inmediata, dado que el noticiero televisivo transforma la noticia en "docudrama". Se han acotado muchísimo las temáticas posibles para el cine.
-¿Por qué en este caso no utilizó un libro original?
-La historia de El mural es muy clara, comienza con la llegada de Siqueiros y termina con su partida. Algo muy obvio pero que ayuda a contar bien una historia. Viajé a México para enriquecer el perfil de Siqueiros en Buenos Aires y no existe siquiera mención en su autobiografía, titulada Me llamaban el coronelazo , porque su viuda reescribió el material con la ayuda de un periodista y eliminó todo rastro de la existencia de Blanca Luz Brun, figura vital en el periplo de Siqueiros por Buenos Aires. No inventé nada del carácter de Salvadora, un personaje muy loco; tampoco de Blanca Luz, que se dice sandinista y termina sus días condecorada por Pinochet. Y mucho menos de Siqueiros y Neruda, con sus vidas tan aventureras donde pasa de todo; ni de la apuesta al riesgo constante de Natalio Botana.
-Usted siempre se ha preocupado por respetar lo más posible las novelas que ha trasladado a la pantalla.
-Voy a contar una anécdota que ilustra lo que pienso. Estuve por adquirir los derechos de Las viudas de los jueves , de Claudia Piñeiro. No dependía de ella pero me contó que en una presentación del libro una señora le había dicho: "He leído que van a hacer una película sobre su novela, lo único que le deseo es que la haga el director que hizo las dos novelas de Soriano". Tengo la fortuna de haber quedado amigo de todos los autores con los que trabajé. La muerte de Osvaldo Soriano fue una pérdida para mí en todo sentido, como lector, como cineasta y como amigo.
-Su hijo participa como director adjunto en El mural ...
-Lo llamé a mi hijo Javier para que cubriera ese rol porque en una productora seria, cuando trabaja un director de 78 años, le tienen que poner un joven a su lado por si este "señor director senil" tiene algún problema mayúsculo. Pero la adrenalina funcionó y puedo certificar que no hay mayor estimulante que dirigir una película para superar el paso de los años.
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