"La vanguardia será clave"
Según la cineasta, teórica y ex programadora de la Cinemateca Francesa, el cine del futuro combinará la independencia, la experimentación y los avances tecnológicos, y se dirigirá a un público principalmente joven
Para la investigadora francesa Claudine Eizykman, el porvenir del cine está ligado a tres términos que, en su opinión, representan lo mejor de su historia: independencia, experimentación y vanguardia. Y en esa relación futura, ninguno de estos conceptos dominará al otro. Como ejemplo, apunta que "actualmente, la renovación de las formas implica la renovación del mercado. Es el caso de la cámara digital, que apuntala el deseo de libertad de los cineastas porque abarata los costos de producción. Eso permite que los realizadores eviten las presiones de los grandes estudios, pero a la vez, esa cámara crea un tipo de imagen, la digital, con la que solo el público joven está familiarizado. Por lo tanto, podría ocurrir que la ´independencia del artista redunde en la creación de un público muy específico, más próximo a la estética del videoclip que a la tradición artística del cine. Esa renovación del mercado es clave para pensar el cine que vendrá".
Según Eizykman, codirectora del Laboratorio de Experimentación en Artes Cinegráficas (LEAC) de la Universidad Paris 8, "hoy el cine experimental es reivindicado por quienes no hacen ese tipo de cine. O mejor dicho, por quienes tienen aspiraciones experimentales, gente como Gus Van Sant o David Lynch. Se limita lo experimental a una renovación de la forma, es decir, se lo utiliza para superar la decadencia del modelo narrativo del cine industrial impuesto desde 1910. Pero, en realidad, el cine experimental no es sino una forma de reflexión sobre el cine, que plantea otra manera de ver la sociedad. Porque, como dice Lyotard, lo visual cinematográfico constituye lo social".
-¿Para pensar el futuro del cine hay que estudiar la lección de las vanguardias?
-Es cierto que ha habido una obstinación visionaria muy importante en el cine de vanguardia. Aclaro que cuando hablo de "vanguardia" me refiero a dos corrientes del cine de los años 20: la que hoy asimilaríamos a los "films de autor", en aquel momento representada por René Clair, Sergei Eisenstein o Abel Gance, y la que venía de la pintura, encabezada por entonces por Marcel Duchamp y Ferdinand Léger, entre otros. La primera aportó un modelo estético, y la segunda, la innovación de la forma. Con el tiempo, el término "vanguardia" se instaló en el trabajo de aquellos que venían de la pintura, pero en realidad los abarca a ambos. Las dos tendencias pensaron que el cine iba a ser fundamental para la cultura, y hasta promovieron la renovación del público para un espectáculo que, por esos años, duraba cuatro o cinco horas. Por eso, se podría decir que el aporte de las vanguardias fue formal pero también, y sobre todo, económico.
-¿Esa "obstinación visionaria" se da hoy?
-Sí, pero no de la misma forma. Hoy los cineastas reivindican su relación con el arte a partir solo de cuestiones de estilo. Cuando se dice que el cine de Leos Carax es "artístico", creo que ahí hay una confusión. En realidad, es plenamente cinematográfico. La obstinación por la renovación de las formas supone la búsqueda de cierta independencia, y esta renueva el mercado. Eso, muy probablemente, terminará en el "cine a la carta", la creación de una forma narrativa universal, con difusión y distribución garantizada. También habrá que estar atento a lo que ocurra con técnicas como el video en relieve o el cine holográfico.
-¿"La creación de una forma narrativa universal" extinguirá las especificidades de las cinematografías "nacionales"?
-Yo no sé si se perderán. Pero me pregunto si la sociedad globalizada de hoy puede evitar un cine globalizado. Creo que lo interesante será ver cómo cada cinematografía construirá su propio mundo. En eso, la vanguardia será clave. La idea de nacionalidad cambia el sentido de cada producción, y hoy debería dejar de ser algo cerrado, ese lugar en el que uno se encierra, para convertirse en el espacio de contacto con todos los demás.
-Antes habló de la relación entre lo estético y lo económico. ¿Cómo cree que será esa relación en los años que vendrán?
-Si lo supiera no lo diría, porque sería un secreto que me haría millonaria. En materia de financiamiento, lo que hoy se ve es que el dinero del Estado no siempre favorece a los mejores, sino a los que pueden ingresar a la industria. Quizás convenga poner a los realizadores delante de su propia responsabilidad; las vanguardias resolvieron eso con la creación de cooperativas, y en Francia esa tradición se mantiene hasta hoy. Y en cuanto a la estética, la fascinación por la imagen en movimiento continúa exactamente igual que antes. La gente no tiene miedo de pensar que el cine es un enigma, y tal vez sea esto lo que sostiene su fuerza.