Las aulas superpobladas, un problema que afecta la calidad de la enseñanza
En la provincia de Buenos Aires se dispuso limitar a 30 la cantidad de alumnos permitidos por curso
lanacionarEn el aula de sexto grado de la Escuela N° 3 de Moreno, los pupitres llegan casi hasta el pizarrón. Alejandra Areas, la maestra de lengua y sociales casi no tiene lugar para moverse entre los bancos y le resulta muy difícil mantener una atención personalizada con cada uno de sus alumnos.
Se trata de una de las aulas superpobladas, un fenómeno que afecta a unos 900.000 alumnos de la provincia de Buenos Aires, y que también se registra en otras jurisdicciones y, en menor medida, en algunos colegios privados, como se informa por separado.
A mediados del mes último, mediante la resolución 3367/05, el gobierno bonaerense dispuso que las aulas no pueden tener más de 30 alumnos en las escuelas públicas.
Las propias autoridades educativas admitieron que la mitad de las 63.284 aulas de la provincia supera hoy el límite de 30 alumnos y las sugerencias internacionales -como las de la Unesco en su pronunciamiento de Tailandia "Educación para todos"- sobre la cantidad de alumnos que debe tener a cargo un docente para garantizar condiciones mínimas para una enseñanza de calidad.
El cumplimiento de la nueva reglamentación será, sin embargo, gradual: las inscripciones para 2006 incluirán esa exigencia sólo para las aulas del primer año de educación general básica (ex primer grado).
Efectos nocivos
"Hay aulas superpobladas en todos los niveles. En algunos, como en la educación general básica (EGB), la situación es más preocupante", dijo Jorge Amial, vicepresidente del Consejo General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, en diálogo con LA NACION. "Pero esto no se puede erradicar en un día y, por eso, diseñamos un plan gradual. Comenzamos el año que viene con primer año", dijo.
La superpoblación en las aulas es un estribillo en boca de los docentes a los que se les pregunta sobre las dificultades que encuentran hoy para el ejercicio de su profesión.
"Los chicos se dispersan porque son muchos y no pueden participar todos, se pierde el hilo conductor de la clase y ahí empieza el desorden y los problemas de conducta", contó a LA NACION Alejandra Areas, que experimenta en carne propia la diferencia de enseñar a grupos pequeños o grandes. Es también maestra de 4° grado en la Escuela N° 44 de Paso del Rey, que tiene 26 alumnos.
"Con 35 chicos es también muy difícil trabajar en equipos. Además del problema del espacio (no entran las mesas puestas en pequeños grupos), no nos alcanzan los libros o diarios que llevamos para trabajar. En el grupo de 26, con esos mismos materiales hasta hacen fichas literarias", dijo la maestra. En su aula, en la escuela de Moreno, algunos alumnos tienen también problemas visuales porque los bancos están pegados a la pared de la que cuelga el pizarrón.
"Este problema trasciende el aula, porque, además de estar hacinados allí, los chicos lo están en el patio (que es de unos 20 x 30 m), donde es inevitable que se crucen los más grandes con los más pequeños y se provoquen accidentes", dijo Irma Lencinas, secretaria de la Escuela N° 3 de Moreno.
Allí asisten a los tres ciclos de enseñanza básica 1218 chicos, en dos turnos, que toman clases en 16 aulas. Tres de esas aulas fueron construidas a comienzos de este año en el salón de usos múltiples, con módulos de cartón que, además de romperse al mínimo golpe, dejan pasar todos los ruidos y las voces. En esta escuela, además, faltan unas 150 mesas y sillas. "Los que llegan tarde y no tienen banco salen a buscar por las aulas donde sobre la silla de algún chico que haya faltado", contó Sergio Giacosa, profesor de geografía.
La meta: grupos de 25
En marzo de este año, el gobierno bonaerense dio una señal de intentar afrontar el tema de superpoblación. Estableció (por resolución 673) que se asignara un "maestro provisional de apoyo" en los cursos del 1° y 2° ciclo que superen los 39 alumnos y a los que, por falta de infraestructura, no se pueda dividir.
Desde entonces, según Amial, se crearon 2845 cargos para unos 500 grupos que se desdoblaron o para segundos docentes designados en grupos que superaban los 39 alumnos.
La designación de segundos docentes para una única aula "no soluciona los problemas de la superpoblación y crea también inconvenientes por superposición de funciones". Así lo entiende Lencinas, en cuya escuela comenzaron a trabajar tres docentes ayudantes en los últimos meses.
"Con dos maestros se alivia un poco la situación, pero no se puede pretender que esto beneficie automáticamente el aprendizaje de los chicos. Siguen los 40 chicos dentro del aula", dijo a LA NACION Vilma Pantolini, vocal del Consejo Ejecutivo Provincial del Sindicato Unico de Trabajadores de Buenos Aires (Suteba).
Roberto Baradel, secretario general de ese sindicato, recordó que el Frente Gremial, integrado por la FEB y el Suteba, pidió al gobierno de la provincia de Buenos Aries, a fines de 2003, que se estableciera un tope a la matrícula por grupos.
"Siempre planteamos que el número ideal para trabajar dentro de una escuela es de 20 a 25 alumnos. Es un avance haber establecido el límite de 30, pero seguiremos bregando por disminuir ese tope", dijo Baradel.
Una relación "normal"
En la ciudad de Buenos Aires, la relación pedagógica se estima que puede ser "normal" si cada docente tiene grupos de entre 22 y 27 alumnos. Así lo dispone el reglamento escolar que rige la actividad docente en la ciudad de Buenos Aires. Ese reglamento establece también que cada alumno debe disponer en el aula de 1,35 m2 de superficie y 4 a 5 m3 de volumen.
Según la directora general de Escuelas de la Secretaría de Educación del gobierno porteño, Haydée Caffarena, en la capital no hay problemas de superpoblación.
Si bien los datos del Departamento de Estadística de esa Secretaría indican que ocho de los 21 distritos escolares porteños superan el promedio de 30 alumnos por aula en primer año, Caffarena entiende que "en todos los distritos se cumple con la media de 25 o 30 alumnos por grupo. En el sur de la ciudad, donde hay mayor cantidad de alumnos se abrieron más cursos".
Al comentar su experiencia en ocho diferentes escuelas en las que trabaja, Giacosa concluye: "Un grupo pequeño no sólo favorece el trabajo del docente, sino también estimula al chico, que, al sentirse protagonista de la clase, asume su compromiso con más responsabilidad".
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