"Los excluidos nunca tuvieron tanto acceso al libro como hoy"
Rescata el valor de la literatura infantil
1 minuto de lectura'
La literatura infantil suele considerarse un género menor. Pero hay quienes piensan de otra manera, como la escritora brasileña Ana María Machado. Autora de más de cien obras para chicos, acaba de recibir el Premio Nacional de Literatura de Brasil, el máximo reconocimiento para los autores del país vecino.
Si bien Machado también escribió obras para adultos, su éxito a nivel mundial llegó de la mano de títulos como "Palabras, palabritas, palabrotas" y "Esto no me lo quita nadie", que llevan vendidos más de 4.000.000 de ejemplares en 16 países. El año último obtuvo el premio internacional Hans C. Andersen, el equivalente al Nobel en la literatura para chicos.
Nacida en Río de Janeiro en 1941, se dedicó al periodismo y estudió geografía, pintura y lingüística (en Francia, con pensadores de la talla de Roland Barthes y Umberto Eco). Sus textos desentrañan la cultura popular brasileña y latinoamericana desde una mirada que no desprecia la crítica social ni la reflexión.
"Siempre hubo un lenguaje modelo, impuesto por una aristocracia cultural y un lenguaje coloquial y popular. La literatura infantil puede unir ambas cosas", contó a LA NACION, al explicar su decisión de dedicarse a escribir para niños.
-Se suele decir que los chicos leen cada vez menos. ¿Qué tendría que hacer un padre para que su hijo se acerque a los libros?
-No creo que los niños lean menos. Nunca se vendió tanta literatura infantil como hoy, ni los gobiernos tuvieron tantos proyectos de bibliotecas escolares o salas de lectura; nunca las clases menos favorecidas tuvieron tanto acceso al libro. Con Internet se lee mucho en la pantalla y se escribe mucho más que hace diez años: los jóvenes escriben algo todos los días. No es literatura, pero escriben y manejan el lenguaje para seducir a alguien que está lejos. Desde el punto de vista de los excluidos, nunca leímos tanto.
-¿Qué diferencias hay entre la literatura infantil y la adulta?
-El hecho de que un libro se dirija a los niños no implica que no esté dirigido también a los adultos y que no sea literatura: debe ser una obra literaria en términos de calidad estética, de invención, de trabajo de lenguaje, de multiplicidad de voces. Puede haber diferencias de género, como las que existen entre un poema o una pieza de teatro, pero son distinciones superficiales.
-¿Por qué la Argentina y Brasil fueron cunas de grandes autores en literatura infantil?
-Hay puntos de contacto muy interesantes. Ambos países tuvieron un gran precursor: Horacio Quiroga en la Argentina y Monteiro Lobato en Brasil. El segundo aspecto es que los gobiernos militares se instalaron casi al mismo tiempo en ambos países. En ese momento, por la represión, el rol del intelectual era muy riesgoso, pero sabíamos que teníamos que protestar y dejar en claro nuestro compromiso con la libertad y la justicia. La literatura infantil trabaja con un lenguaje metafórico y simbólico. Decir una cosa que significaba otra: a lo mejor, los censores de la época no lo comprendían, pero los niños llegaban a percibir algo. Eso produjo autores paralelos como María Elena Walsh, Gustavo Roldán y Graciela Montes en la Argentina y Liygia Bojunga Nunes, Ruth Rocha o yo misma en Brasil.
-¿Cómo se lee su obra fuera de Brasil?
-Cuando hay una traducción siempre se pierde algo, pero cuando es una buena traducción, se gana algo. Existen cuestiones culturales distintas, lecturas propias y experiencias arraigadas en una cultura, pero la gente es más parecida de lo que pensamos. A mí me impresiona que, entre las cinco primeras preguntas que los niños me hacen, hay dos que siempre se repiten: de dónde saco las ideas para escribir los libros y si quería ser autora cuando era niña. Esto quiere decir que el misterio de crear un libro, el misterio de la creación, fascina al hombre. Y saber si dentro del huevo está la gallina, si en el niño ya está el autor, eso también fascina: es el misterio del origen. Eso es universal.
El marketing de Harry Potter
- "El último libro de Harry Potter ya había vendido en Brasil 300.000 libros antes de ser publicado. Algo que vende antes de existir, claramente no es un fenómeno literario, sino un fenómeno de marketing", dijo la escritora brasileña acerca de la serie de J. K. Rowling. Ana María Machado consideró que "es un libro bien construido y divertido, un excelente entretenimiento, pero la literatura no está hecha sólo de entretenimiento".



