Memorias, chismes y conflictos
Si clasificáramos los géneros literarios de acuerdo a la distancia con respecto a su objeto, en último lugar ubicaríamos el libro de memorias. La poesía está tan cerca de su objeto que su nitidez puede resultar alucinatoria; el cuento se aleja un poco, y la novela mucho más, hasta que se mezclan los límites entre lo que narra y el mundo. Pero el libro de memorias está más lejos de su objeto que todos los otros géneros, y esa lejanía lo constituye. De la distancia se alimenta y de la distancia respira.
Martin Amis (británico, nacido en 1949) decidió escribir sus memorias muy temprano. Escribe en tiempo pasado conflictos que aún no han llegado a su fin. Las abundantes llamadas a pie de página, más que aclaraciones, son muestras de la incomodidad del presente por lo que se acaba de escribir. Una manera de mantener el libro abierto hasta el momento mismo de su publicación. Acaso el disparador del libro haya sido la muerte de su padre, el escritor Kingsley Amis, que frecuentó todos los géneros (la comedia costumbrista, la ciencia ficción, la novela de fantasmas) pero se destacó sobre todo en el humor. Kingsley Amis era un autor con cierta divulgación en la Argentina de los años cincuenta, aunque luego no volvió a ser reeditado. (La única mención a nuestro país en el libro, aparte de la admiración de su autor por Borges, es la siguiente: hace medio siglo la Universidad de Tucumán encargó a Kingsley Amis la redacción de un libro sobre Graham Greene. Como entonces no existían las fotocopias, Amis envió por correo el único ejemplar del libro. En la Universidad lo perdieron, y se negaron a enviar el dinero prometido. Acaso en un alto estante polvoriento algún estudiante descubra uno de estos días el libro perdido).
También aparece en muchas páginas el padre literario de Amis, Saul Bellow. Ravelstein -la última obra del Nobel norteamericano- y Pnin , la novela de Vladimir Nabokov, son los libros guía de Experiencia : el primero por utilizar la propia vida como materia de la narración; el segundo por los problemas dentales.
Junto con la difícil relación con su padre, y el asesinato de su prima Lucy en manos de un asesino serial, el dolor de muelas es uno de los tres temas centrales de Experiencia. Acaso no hay otro libro que dedique tantas páginas y referencias literarias al martirio dental, hasta tal punto que el lector difícilmente pueda atravesar ciertos capítulos sin tomar un analgésico.
Amis acumula detalles irrelevantes, con la mente puesta en el lector inmediato que siguió con atención los ataques de la prensa cuando decidió cambiar a su agente inglés -la esposa de su amigo Julian Barnes- por su agente norteamericano, o porque reconstruyó su dentadura. El lector argentino, que seguramente poco sabe de las batallas de Amis contra la prensa amarilla, encontrará un tanto irrelevante que alguien escriba un libro para defender su tratamiento dental, o para justificar por qué se peleó con un viejo amigo. La ingenuidad llega hasta tal punto que en las fotografías que adornan la edición omite el nombre de su hijo menor, un bebe, para mantener hasta la última página el misterio sobre su sexo. Hemos conocido revelaciones más intensas.
Pero también están las anécdotas sobre escritores, - el poeta Philip Larkin, el narrador Robert Graves-, los chismes cotidianos, la abundancia de su ingenio y el relato de la relación con su padre; todo esto le da al libro la cohesión que su errática estructura le niega. Escribe Amis: "Mi vida, tengo la impresión, es ridículamente informe. Conozco los ingredientes de un buen relato, y la vida carece de muchos de ellos (patrón y equilibrio, forma, remate, proporción)". Sin embargo, no hay que desconfiar tanto de la vida como máquina de narrar: puede hacerlo con maestría, si encuentra un escritor capaz de hacer un buen trabajo de edición.