Murió Héctor Borla
En Buenos Aires falleció Héctor Borla. Pintor y dibujante eximio, convivió los últimos tiempos con una larga y penosa enfermedad. Con el buen humor y la amable sonrisa de siempre, peleó la batalla día a día y hasta hacía planes para el futuro inmediato, cuando una imprevista complicación quebró su vida para siempre.
Fue un artista de éxito que logró un reconocimiento inusual, de crítica y de mercado, a comienzos de los años ochenta, cuando sus retratos de impecable realización se convirtieron en una marca inconfundible por el tratamiento de las texturas y la pincelada precisa.
Borla era, sobre todo, un dibujante de quilates, en el sentido casi obsesivo que le atribuía a la línea el francés Ingres, cuya obra eligió como musa inspiradora. La mejor prueba de esta curiosa afinidad con los clásicos del arte universal es la serie de las diecisiete variaciones de "La grande baigneuse".
Había nacido en Esperanza, Santa Fe, un origen que en su caso parecía un destino. Era un gran optimista y disfrutaba de su trabajo. Varias de sus mejores obras las pintó cuando vivía en Callao y Melo. De ese tiempo son los retratos que integraron, en 1981, una recordada exposición en Galería Rubbers: Manucho portando su inconfundible monóculo; Patricia Miccio y su marido José Btesh, y el decorador chileno Juan Pablo Molyneux fueron algunos elegidos para una muestra de repercusión mediática.
Becado por el Fondo Nacional de las Artes, Borla trabajó dos años con Antonio Seguí y luego viajó a México, Estados Unidos, Londres y París, en un primer y auspicioso contacto internacional. De regreso en Buenos Aires, ganó el Premio de la Crítica (1965) y el Premio Salón Nacional (1966).
Su última gran conquista fue el mercado norteamericano, a través de Art Miami, la feria de galerías que ha sido todos estos años una puerta abierta para los artistas latinos. Las tersas naturalezas muertas de colores intensos tuvieron, desde su primera presentación, una larga lista de seguidores en Coral Gables, algo que el propio Borla -buen conocedor del mundo del marketing y la publicidad- comentaba pocas semanas atrás con lógica satisfacción.
Si una complicación imprevista no hubiera agravado su mal, hubiera participado en la primera semana de enero de la edición 2002 de la feria de Miami Beach.
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