Aliento del desierto
Algunos asociaron la imagen con el cine catástrofe; para otros, era como si los cielos marcianos (que, de todos modos no siempre se ven así) hubieran descendido sobre Atenas. El fenómeno no es nuevo, tuvo un antecedente grave en 2018 y su explicación es sencilla: el viento arrastra, desde el otro lado del Mediterráneo y el Egeo (vía el Mar de Creta), el polvo originado en la hace mucho desertificada África, que produce de 60 a 200 millones de toneladas anuales de este mineral. Creta, que está justo en el paso de la nube, fue la más afectada en 2018. Ahora, la cuna de la civilización occidental recibió la peor parte. La Autoridad de Investigación Geológica y Minera Helénica informó que el polvo estaba compuesto de aluminio, silicio, calcio, hierro y titanio. Una foto, todo indica, que volveremos a ver, a medida que la desertificación y el clima extremo combinan sus desastrosos efectos.