"Revisaremos lo que no esté acertado"
Para el funcionario, el organismo de radiodifusión está dominado por el amiguismo y la corrupción
El flamante interventor en el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer), Julio Bárbaro, no dudó en definir ayer al organismo como "uno de los espacios donde las reglas imperantes han sido el amiguismo y la corrupción", y dijo no tener ningún modelo en el cual inspirar su gestión.
En diálogo con LA NACION, Bárbaro -que asumirá apenas esté firmada su designación- dijo que el presidente Kirchner lo convocó para imprimirle a la gestión "ética y consenso". Consultado sobre si revisará los últimos actos administrativos del interventor saliente Carlos Caterbetti, dijo: "Lo que no esté acertado, lo vamos a tener que revisar".
Bárbaro habla con un tono muy alto. Tanto, que en su departamento de Libertad y Arenales, su voz casi hace eco al retumbar. Durante la entrevista su celular y el teléfono de su casa no dejaron de sonar. Y al parecer algunos llamaron tentados por su designación. "¡Cómo no me voy a acordar de vos!", respondió Bárbaro a uno de los ellos.
Alejado de los cargos políticos desde hace poco más de una década, se convirtió en un hombre de confianza de Kirchner, al cofundar el llamado Grupo Calafate, en 1998. Con estilo vehemente defiende su antigua amistad con el presidente de la Nación y dice: "Al principio éramos Alberto Fernández y yo".
-¿Qué lo decidió a volver a la función pública?
-Hay quienes se desviven por la función pública, pero no es mi caso. Yo vivo el cargo como un cansancio de escritorio. Lo que más me gusta es escribir, hacer radio, dar charlas, discutir y leer. Creo que en el cargo político uno deja de razonar. Me mantuve lejos este tiempo no por falta de oportunidades, sino porque no encontré un proyecto.
-Es raro que el presidente lo haya elegido para el Comfer y no para Cultura, cargo que ocupó durante la gestión de Menem.
-Ya ocupé el cargo en Cultura y tenía muchas dudas de volver a la función pública. Pero el Presidente no me dejó opción. Me dijo: "No podés decirme que no". Soy un cuadro político con conciencia e historia. Me honra que el Presidente me haya elegido.
-¿Rechazó otros cargos?
-En cuatro ocasiones. Duhalde me ofreció una embajada y dije que no. La primera vez fue en 1985, con el gobierno de Alfonsín.
-¿Cuánto conoce del Comfer?
-Es uno de los espacios donde las reglas imperantes han sido el amiguismo y la corrupción. Es uno de los lugares donde el Estado mostró sus limitaciones, que son las limitaciones de la dirigencia política, cosa que ocurrió no sólo en el Comfer. Es la lógica de una etapa en la que la dinámica entre lo estatal y lo privado estuvo regido por esas reglas.
-¿Y cómo piensa romper el círculo?
-Con dos medidas clave: la ética y el consenso. Si el Estado es capaz de sentarse con el sector privado a discutir y al diálogo se le suma la búsqueda de consenso, eso implica voluntad de transparencia. Cuando se pone un ser anónimo al frente de un organismo es cuando se intenta hacer negocio.
-Llega al Comfer cuando la TV y la radio reclaman la derogación de un decreto polémico de Duhalde.
-Todas las medidas importantes las vamos a asumir en conjunto. Incluso en materia de contenidos vamos a dialogar con todos los sectores. El Estado necesita volver a concertar un punto de equilibrio. Del estatismo exacerbado se pasó a un privatismo exacerbado. A veces también la dirigencia política se ha sentido agredida por los medios, y viceversa.
-En el Boletín Oficial están apareciendo muchas resoluciones de última hora del Comfer. ¿Las va a revisar?
-Es una pregunta complicada. La respuesta se vincula con las resoluciones y sus implicancias.
-¿Y eso cómo se traduce?
-Lo que no esté acertado lo vamos a tener que revisar. Reformular un nuevo proyecto significa eso.
-El presidente ha prometido renovar la política. Sin embargo es usted un histórico del peronismo.
-Hay viejos de 20 años y jóvenes de 80, como mi amigo socialista, Alfredo Bravo (fallecido ayer). Viejos políticos son Ruckauf o Toma, que nunca se bajaron de los cargos. Se es de la vieja política por concepción.
-Fue usted diputado en 1973 y en 1983, ¿goza de una jubilación de privilegio?
-Sí, tengo una jubilación mínima de $ 2000. Nunca quise modificarla. La cobra mi hijo que tiene síndrome de Down. Pero cuando asuma renunciaré a ella como hice cada vez que tuve un cargo público.