Saldar deudas
LA MUJER VACILANTE Por M. Julia De Ruschi Crespo-(Grupo Editor Latinoamericano)-174 páginas-($ 16)
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La mujer vacilante está conformado por un conjunto de poemas en prosa que oscilan entre la narración de acontecimientos precisos y la reflexión y que postulan que entre el dolor, la alegría y la fe hay una suerte de comunicación. Estos textos reconocen que la experiencia de las palabras sólo es posible si es un hecho de "sangre". Se oye con la sangre, pero también se escribe con ella y con la experiencia que el dolor segrega, pues "el dolor es el trabajo de las palabras". La escritura, como indicio del cuerpo, no es un hecho gratuito o contingente, sino que parte de cierta necesidad.
Más que desde un sitio específico, el sujeto poético -en tanto "mujer vacilante" que se halla en un estado de duda y al mismo tiempo en un proceso de cambio- enuncia desde un sitio en que las definiciones ajenas comienzan a ponerse en cuestión, y se construye, lentamente, un saber propio que acepta la incertidumbre como un punto de vista posible.
Si bien el libro plantea que el pasado es indestructible, pues hay circunstancias que nos atan de manera indeleble a aquél -el hecho de ser hija, de ser madre, por ejemplo-, también esboza un cierto futuro, una suerte de esperanza tibia proyectada en la descendencia y en el amor ("Somos como un río, de madre a hija por los siglos de los siglos. Siempre hay agua nueva, no cargues más nada, dice el amor"). Dudar de las afirmaciones taxativas y de las posiciones irreductibles, entonces, puede convertirse en una forma de aligerarse del peso de los ancestros. Por eso, estos textos, por sobre todo, procuran saldar ciertas deudas con el pasado, en el que las figuras del padre, la madre y la propia niña que alguna vez fue el sujeto poético reaparecen perpetuamente con sus miradas impasibles: "Fui esa criatura que me mira desde la ventana. Es una ventana con rejas".
Los textos de La mujer vacilante se construyen a partir de una tensión, de la que parte su fuerza enunciativa. Por un lado, la vacilación y la incertidumbre se expresan mediante los numerosos signos de interrogación que se esparcen, aquí y allá, en los textos; por otro lado, no deja de haber una certeza que se funda en una suerte de futuro absoluto. De ese modo, "la alegría, su cauce profundo" tiene su sustento en la inminencia de "lo invisible" -que es la noción de Dios-, y en la figura del amado, y parece responder a la pregunta que planea, una y otra vez, a lo largo de todo el libro: "¿cuál ha de ser el camino a seguir?"
María Julia De Ruschi Crespo (Buenos Aires, 1951) ha publicado, además de éste, los siguientes libros: Polvo que une (1975), Et amava (1979) y Artemis cantando, Artemis (1982). Formó parte del comité de redacción de la revista Ultimo Reino.
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