Tiendas de arte: pequeños espacios donde brotan proyectos fuera de catálogo
Venden libros, pero no son librerías; dan cursos, pero no son escuelas; sirven café, pero no son bares; un recorrido por lugares donde se cuecen colores, creatividad y discusiones de las buenas


No son galerías, pero venden obras y montan muestras de cámara. Tampoco son librerías, pero venden libros de arte que rara vez se encuentran en el común de los anaqueles. No son escuelas, pero se dictan clases. Y tampoco son bares, pero se sirve café, se escucha música o se cena a la luz de la vela. Las tiendas de arte cumplen a muchos el sueño de la casa propia, y reúnen en un mismo espacio actividades, servicios, productos y proyectos que exceden sus cuatro paredes. Su sello de identidad es que del otro lado del mostrador hay un artista emprendedor.
La mayoría son fotógrafos. Santiago Carrera abrió en julio de 2015 Quorum en el corazón de San Telmo. "La idea era que el arte debería estar al alcance de todos. Faltaba un espacio de circulación cotidiana, donde no hiciera falta ser coleccionista para comprar arte y que fuera accesible para los artistas", cuenta.
En locales pequeños, la costumbre es cubrir las paredes de obra, al estilo de los gabinetes de curiosidades, continuar el despliegue por mesas alargadas en los laterales y, en el medio del espacio, bateas como las de viejos discos, pero con piezas únicas a precios tentadores. En Quorum hay fotografías, grabados, pinturas, cerámicas, serigrafías, esculturas y productos de diseño de más de 80 artistas, en su mayoría nacionales. Por ejemplo, fotos de Marcos López, grabados de Fábrica de Estampas, collages de Hernán Paganini y serigrafías de Alejandro Pasquale. Es en este tipo de espacios donde se encuentran también productos intervenidos por artistas, como remeras, cuadernos, bolsos y juguetes. Y, entre todo eso, se dictan seminarios y se cuelgan exposiciones.

Cerca de ahí, en el Pasaje Giuffra, la vidriera iluminada de Urquiza muestra arte y libros. "Es un proyecto independiente de librería focalizada en publicaciones de artes visuales: libros de artista, de teoría, catálogos de exposiciones editados por galerías, instituciones o editoriales independientes, además de algunas rarezas", cuenta Mercedes Urquiza, periodista especializada y fundadora del espacio al que se sumó la artista Vanesa Trosch. Con cada exposición el espacio muta. "Abrimos en mayo de 2016 con un homenaje a Vigo. Entre las últimas muestras estuvieron la de Nadia Guthmann y la de Magalena Jitrik. Ahora se exponen obras de Chima Limón, diseñador gráfico y fotógrafo cordobés", cuenta. En marzo y abril habrá muestras y talleres relacionados con el libro La interacción del color, de Josef Albers.
Turma, el espacio de la fotógrafa Julieta Escardó en Villa Urquiza, más que tienda es una usina de proyectos. Tiene una biblioteca pública de fotolibros contemporáneos: junto a los 1000 ejemplares catalogados hay mesas y sillas para sentarse a leer y mirar (hay que agendar visita por correo, biblioteca@somosturma.com ). También hay publicaciones a la venta ahí y en la tienda online. El mate corre siempre a punto y se cuecen encuentros cumbre para el sector como la Feria de Libros de Foto de Autor (Felifa), talleres para profesionales y aficionados, workshops con fotógrafos prestigiosos, charlas con referentes, muestras y un laboratorio editorial. "Es una plataforma de intercambio, producción y difusión de la cultura visual argentina y latinoamericana", dice Escardó. En verano hay cursos intensivos y de corta duración: Viajar y Fotografiar, dictado por Esteban Mazzoncini; Imágenes Intervenidas, por Julián Teubal; Literatura y Fotografía, de Guadalupe Faraj; Lightroom, con Bob Lightowler, y Ecofotografía (Técnicas De Antotipias), por Juan Antonio Palacios, entre otros.

Casa Florida alberga también una central de proyectos de gestión cultural, el sello editorial Musaraña y la librería especializada del mismo nombre, donde se encuentran perlas de la historieta, la novela gráfica, la literatura infantojuvenil, la poesía y la ficción de corte alternativo e independiente. Además es la base de un ciclo de formación para fotógrafos llamado Proyecto Imaginario. En exposición y venta hay obras de dibujantes e ilustradores, y, claro, de fotógrafos. En la vieja casona del barrio de Florida, comandada por la fotógrafa María Méndez y su familia desde 2011, funciona un café donde los sábados suena música en vivo y siempre hay libros a mano.
Hiedra es más difícil de catalogar. Se trata de una galería de proyectos curatoriales, donde convergen la práctica y la investigación artística, y donde los libros no se venden, sino que se prestan y se arman convites. "Nos interesa trabajar con lo cotidiano. En las Cenas Curatoriales, alrededor de una mesa, no solo se come; se charla, se reflexiona, hay un posicionamiento analítico y crítico de sabores, saberes y opiniones. Una camaradería", cuenta Paula Salischiker, que es fotógrafa y creadora del espacio junto con Jacinta Racedo. Cenaron ahí artistas como Luis Felipe Noé y Ana Gallardo. La silla se reserva por mail (experienciahiedra@gmail.com).
Valores comunes
Encontrarse, aprender y compartir son valores comunes en estos espacios liderados por artistas (porque no todo es espíritu comercial). En Hiedra, la llamada Biblioteca Curatorial que comparten tiene origen comunitario. "A fines de 2016 realizamos el proyecto 100x300. Cien artistas nos donaron una obra para ser vendida, mediante sorteo, por $300. Recolectamos $30.000, que destinamos a comprar bibliografía curatorial en Londres. Esta biblioteca, inaugurada en octubre pasado, es de acceso y consulta pública", dice Salischiker.

Otra característica es que por Facebook se comunican muestras y nuevos libros y obras disponibles, y por los portales onlinese los puede comprar a distancia. Así funciona para Punto Kiwi, que nació cuando dos estudiantes de grabado, Sara Stewart Brown y Leila Montero, vieron que no había un canal de venta para el arte múltiple, que además es más accesible. "Había visto que en el mundo existían pequeñas tiendas que rompían con el concepto tradicional de galería. En Berlín, por ejemplo, existe un supermercado de obras de arte, con góndolas y changuitos", cuenta Stewart. "Dos meses antes que Punto Kiwi abrió Quorum en San Telmo, y ahí nos dimos cuenta de que no era un delirio lo que estábamos armando", dice.
En pleno Recoleta, el local es pequeño y luminoso, y las obras, soporte papel, embolsadas y divididas por autor, parten de los $700. Las piezas más grandes cuelgan de perchas igual que una tienda de ropa.
El modelo de negocios no tiene el éxito asegurado. Bulbo Librería Fotográfica, otra de estas casas donde podía pasar de todo, cerró sus puertas. "Lamentablemente nos es muy difícil sostener desde lo económico esta estructura", comunicaron en diciembre. Ahora ofrecen "servicios audiovisuales para eventos", es decir, la siempre rentable foto y video de casamientos y fiestas de 15. El ánimo autogestor es lo último que se pierde.
Direccionario: muestras de cámara y objetos de colección
Urquiza: Pje. Giuffra 370
Quorum: Defensa 894
Punto Kiwi: Talcahuano 1190
Casa Florida: Gral. José María Paz 1530, Vicente López
Hiedra: Guevara 202
Turma: Nuñez 5176
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