Un Tintoretto en La Plata: confirman que una obra conservada en Museo Provincial de Bellas Artes pertenece al maestro veneciano
Cuando Emilio Pettoruti dirigió el museo la había descartado como una burda falsificación; investigadores de la institución y del Conicet realizaron estudios químicos, artísticos e históricos, y confirmaron su autenticidad, de hace cuatrocientos años
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Durante décadas, durmió a la sombra en el fondo de un depósito un cuadro del maestro renacentista Tintoretto en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti. Cuando era su director, el propio Pettoruti había sellado su destino: lo sentenció como un “cuadro mediocre” que “no se expondrá jamás”. Ahora, después de estudios espectroscópicos, químicos, artísticos e históricos, un equipo de investigación del Conicet pudo reatribuir la pintura al artista Jacopo Comin (tal el verdadero nombre del veneciano) y será exhibida como merece a partir del mes próximo.
La confirmación de la autoría de Tintoretto (1518-1594) acaba de ser reportada en un artículo publicado en la revista científica Journal of Molecular Structure. Se trata del retrato del militar Melchior Michael –un procurador, almirante y militar veneciano que vivió en el siglo XVI–, óleo sobre tela de 140 x 118 centímetros.
Llegó al museo platense en 1932 mediante una donación que realizó la aristócrata argentina Sara Wilkinson de Santamarina y Marsengo, junto con una obra de Goya (1746-1828), donada al museo en el mismo acto que el Tintoretto y otras cuatro piezas. “Ese es el próximo lienzo que investigaremos porque Pettoruti también lo había descartado como falso”, cuenta a LA NACION el actual director del museo, Federico Ruvituso, investigador en Historia del Arte. “Durante la pandemia pudimos hacer un relevamiento general de las colecciones, para revisar los depósitos más inaccesibles. Fue en el inicio de nuestra gestión y empezamos a preparar el centenario del museo, en 2022. En ese recorrido encontramos que era la colección de arte público más antigua del país”, explica.
Ruvituso cuenta la historia de la donante, que es un folletín: “Era la hija de un peón de ferrocarril de Tandil, que se enamoró del hijo del famoso José Santamarina, el dueño de gran parte del campo bonaerense. Se escapan a París y se casan, pero Santamarina muere de cólera al poco tiempo y ella se queda en París con un chalet bastante importante lleno de las obras de arte que compraban. Se vuelve a casar con Marsengo, un diplomático italiano, y vuelven a la Argentina en un barco muy conocido llamado Capitán Ancona. Choca en el medio del mar y se hunde; ellos se salvan y llegan mucho tiempo después. Cuando los cuadros son donados treinta años más tardes, Pettoruti los ve y dice: son malísimos, hasta un miope se daría cuenta de que no son lo que dicen ser. Cuando en 1965 cuando asume Ángel Osvaldo Nessi, historiador del arte importante de La Plata, él vuelve a mirar y piensa que había una posibilidad de que el Tintoretto y el Goya fueran auténticos. Pero Pettoruti, desde París, le escribe una carta diciéndole que de ninguna manera. Los cuadros quedan guardados en el museo sesenta años más hasta ahora que existen los medios para hacer pruebas químicas y de rayos X. Con esa información investigamos para volver a trazar el camino de ese cuadro, que vuelva a cruzar el mar y que llegue a recorrer 400 años hasta el momento en el que fue pintado en el taller de Tintoretto”.
Cuando Ruvituso le contó el problema a Carlos O. Della Védova, uno de los directivos del Conicet, rápidamente reunieron un equipo de investigadores. Firmaron un convenio de cooperación entre el organismo científico y el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires. En paralelo, un equipo del Centro de Química Inorgánica “Dr. Pedro J. Aymonino” (CEQUINOR, CONICET-UNLP-asociado a CICPBA) comenzó a trabajar específicamente en conseguir la evidencia científica que corroborara la autoría de Tintoretto. “Empezamos a hacer las pruebas químicas de los pigmentos para ver si eran contemporáneos o no a Tintoretto. Se extraen microscópicos fragmentos de la pintura de distintos puntos y se hacen análisis de su materialidad”. Fueron sometidas a un exhaustivo análisis espectroscópico –mediante técnicas Raman y FTIR-ATR– y químico, que permitió determinar qué tipo de pigmentos se usaron: cinabrio, blanco de plomo, calcita, yeso y negro de humo, entre otros. Además, se detectó un barniz que, se sabe, se encuentra en otras obras de Tintoretto.
A esa información del laboratorio, se le agregaron datos históricos acerca del comercio de pigmentos de Venecia y las zonas cercanas al mar Mediterráneo, los costos y disponibilidad que había de los pigmentos hallados en esa zona costera en el siglo XVI. El diseño artístico de la obra también fue tenido en cuenta, especialmente gracias a la determinación realizada mediante rayos X en una clínica de La Plata que permitió encontrar una figura ahora ausente por un retoque llevado a cabo tiempo atrás.
Se corroboró, que antes de ser adquirido por la donante argentina y comenzar su recorrido hacia La Plata, fue expuesto en la Gran Exposición de Arte Veneciano, celebrada en Londres, Inglaterra, en 1894; que luego formó parte de una colección subastada en Bruselas, Bélgica, en 1904; y que fue comentado públicamente por renombrados historiadores del arte. Antes de estar en manos de Sara Wilkinson, el cuadro pertenecía a Léon Mathieu Henri de Somzée (1837-1901), un famoso diputado e ingeniero belga pionero en la explotación doméstica del gas que poseía una inconmensurable colección de arte antiguo. Vendió la obra por 4500 francos en 1904. Parte de esto pude ser investigado gracias a que un cuadro del museo debió viajar a Venecia para formar parte de la muestra principal de la Bienal actual. “El autorretrato de Raquel Forner viajó para la Bienal que termina en noviembre, y eso nos permitió ir a Venecia y recabar un poco más de información sobre el retrato del caballero”.
Así, se consiguió documentar que Tintoretto y Melchior Michael (el retratado en la pintura) tuvieron una relación estrecha y que el taller del pintor recibió al menos dos veces la tarea de pintar al militar durante sus años de actividad. Los resultados de laboratorio presentados, sumados a la información recopilada tanto en materia histórica como en el plano artístico, apoyan firmemente la reatribución de la pintura a Tintoretto. En el artículo completo de la investigación se detalla que Melchior Michael (1489-1572) fue uno de los procuradores de Supra de San Marcos con las facultades militares más importantes de la Venecia del siglo XVI. Su vida y proezas bélicas y diplomáticas se mencionan en infinidad de fuentes y recopilaciones históricas sobre la historia de la ciudad y su conquista.
El museo prepara su presentación en sociedad, que será en el marco de la segunda edición de la feria de arte contemporáneo La Plateada, del 1 al 3 de noviembre, con charlas e imágenes de todo el proceso. “Está por finalizar una reforma en la reserva que va a permitir que estos cuadros, además de estar expuestos y exhibidos, también estén bien resguardados con condiciones climáticas óptimas”, dice Ruvituso. El posible Goya es la próxima investigación a abordar. “Tiene algunas centurias menos, así que confiamos en que puede ser un poco más fácil avanzar”.
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