Una epopeya del siglo XX
La nueva obra de Almudena Grandes, primera entrega de un ambicioso ciclo novelístico, narra una historia sentimental marcada por la Guerra Civil Española
Inés y la alegría
"La Historia inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales", dice y repite Almudena Grandes. En Inés y la alegría , que es apenas el primero de los Episodios de una guerra interminable , el ciclo de seis novelas con el que se propone reconstruir la historia de la resistencia contra la dictadura franquista, la idea está siempre presente: sugiere que las pequeñas cosas pueden influir y quizá torcer el devenir de los grandes sucesos históricos. No lo hace desde el punto de vista de la historiadora que no es, sino con las armas de la narradora de verbo encendido y rica imaginación que ha cautivado a miles de lectores, y las de la investigadora pertinaz que se ha documentado lo suficiente como para poder construir una ficción predominantemente sentimental y articularla en el marco histórico de un acontecimiento real. En este caso, uno que ha permanecido casi totalmente silenciado: la invasión, en 1944, del valle de Arán (en el Pirineo de Lérida), por un ejército republicano reunido en Francia, en un intento por derrocar al franquismo y recuperar la democracia. Misión ambiciosa de cuyo fracaso, según la visión de la autora, la milicia fue más víctima que responsable.
Ambiciosa también es la empresa de Grandes, cuyo modelo ha sido su admirado Benito Pérez Galdós, el de los Episodios nacionales . De ahí el título de la serie, y también el formato, que, respetando la circunstancia histórica, mezcla personajes reales (La Pasionaria, Santiago Carrillo, Jesús Monzón, Picasso) con los protagonistas de la ficción, combatientes comunistas, y los que, tan convencidos como ellos de la viabilidad del plan luego del desembarco aliado, se suman voluntariamente a la riesgosa operación concebida en alguna lejana oficina del partido. Como Inés, la valerosa niña de buena familia que ha padecido encierro, cárcel y humillación desde que abrazó la causa y que será la cocinera de todos y la compañera para siempre del capitán Galán, uno de los jefes militares y el más noble y recto de los camaradas. Su historia de amor es la central, pero no la única que atraviesa el relato; también están aquellas protagonizadas por personajes reales, que en más de un caso inciden en la historia con mayúscula y que ésta, sin embargo, no registra: "Las barras de carmín no afloran a las páginas de los libros", escribe Grandes.
Siempre hay dos planos en el relato: uno, distribuido en cuatro capítulos a lo largo de la novela, proporciona el marco histórico en la voz de un narrador omnisciente que describe, con mirada crítica, lo que sucede en los centros del poder, con sus actores determinantes y sus conflictos internos. El otro, el principal, se desarrolla entre los protagonistas de la invasión, seres que pueden haber estado inspirados por testimonios recogidos pero son -como la detallada descripción de la campaña- invención pura. Aquí se alternan las voces en primera persona de los dos héroes: Inés, símbolo de la esperanza inquebrantable y de la fe en la victoria, y Galán, paradigma del militante honesto comprometido con la causa.
Con su prosa torrencial y versátil, aun proclive a la repetición y la retórica, Grandes colma de vida a los personajes y de emoción a la epopeya; su notable oficio le permite aggiornar el modelo de la novela decimonónica con recursos eficaces, como el ir y venir en el tiempo o el reordenamiento de los sucesos para alimentar pequeñas intrigas. La narración mezcla amor y política y brota a borbotones con una fluidez que atrapa. No es arriesgado augurarle el éxito.