Una obra educativa al servicio de los pobres
La madre Tránsito impulsó a la mujer
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CORDOBA.- Sombreros de todos los colores pueblan el enorme patio del colegio Santa Margarita de Cortona, el más antiguo de la congregación Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas.
Las alumnas del primario, adornadas con flores y guirnaldas, están listas para participar de la "murga de los santos", una especie de comparsa que recorrerá las calles del histórico barrio San Vicente para festejar la beatificación de la madre María del Tránsito Cabanillas de Jesús Sacramentado, fundadora de la congregación y de ese primer establecimiento educativo.
Sin proponérselo, las 850 alumnas y las 14 religiosas que viven en la Casa Madre de la congregación son depositarias de una historia santa, que comenzó hace más de un siglo y que incluye el milagro de una "curación repentina, completa y duradera".
Después de un largo proceso, el papa Juan Pablo II aprobó la tesis de que en 1970 el sacerdote franciscano Roque Chielli logró recuperarse de un aneurisma cerebral gracias a un milagro de la madre María del Tránsito, y esa comprobación colocará hoy a la religiosa a un paso de la santidad.
La santa de la "canastita"
Buena parte de la historia de "la santita" de San Vicente ocurrió en ese mismo pedazo de tierra donde ahora corretean las alumnas. Allí, la "espléndida y valiente" madre María del Tránsito concretó la inspiración que sintió un día, en 1870, cuando rezaba frente a una imagen del Niño Jesús. "El le pedía que fundara una casa de religiosas que se dedicaran a la oración, pero ella no se sentía capaz ni tenía los medios para hacerlo", contó a LA NACION la hermana Rosana Schmidt, directora del colegio. Así, ingresó en el convento Carmelo San José, de Buenos Aires, y luego en el Monasterio de la Visitación, en Montevideo, aunque en ambos casos debió salir por padecer de asma.
"Sin embargo, sentía que a través de esa dolencia el Señor le estaba pidiendo otra cosa. Le contó aquella inspiración al obispo Uladislao Castellanos, quien le hizo ver la necesidad de la educación religiosa", explicó la hermana Rosana. Se amplió, así, el objetivo de la vida de oración y ella misma salió a pedir limosna -de allí el apodo "la santa de la canastita"- para fundar la Casa Madre, en 1878, y luego el colegio y el noviciado, en 1879. Un año después inauguró otro colegio en Río Cuarto y, más tarde, uno en Villa Nueva. Actualmente la congregación tiene casas en una decena de provincias argentinas, más dos en Chile, y desarrolla una fuerte tarea educativa. También realiza el apostolado en dos hospitales -entre ellos el Hospital Militar, de Buenos Aires-, una residencia de ancianos y una casa de misión.
La madre María del Tránsito daba las clases de catequesis a sus primeras alumnas. También insistía en fomentar la enseñanza de las "labores femeninas". Es que la primera argentina que accederá a la beatificación era, según sus seguidoras, "una defensora de la promoción de la mujer".
Castigada y recluida
Tal vez ese espíritu libre y emprendedor le causó problemas con el sacerdote Quirico Porreca, quien la desplazó como superiora general. La madre quedó recluida en su habitación, hoy convertida en oratorio.
Durante esos años de sacrificio y ayuno continuó trabajando en la preparación docente de las religiosas, en la búsqueda de medios para la subsistencia y en la atención de los enfermos y los pobres. Su única herencia material son las cartas que les escribía a sus hermanas.
Los pocos libros que se escribieron sobre su vida están agotados. El de la hermana Blanca López, una de las postuladoras de la causa que derivó en la beatificación, no se consigue. Y la biografía que trazó el sacerdote franciscano Contardo Miglioranza está en revisión para una segunda edición. La vida ejemplar de la madre María del Tránsito puede leerse en unos humildes trípticos que se entregan a quienes sienten curiosidad por saber quién fue y qué hizo "la santita" de San Vicente.
La madre Tránsito pasó sus últimos días lidiando con el asma y sólo se alimentaba a pan y agua, y ese ayuno fue decisivo para precipitar su final, a los 64 años. Murió en 1885 en su pequeña habitación de la Casa Madre.






