Una vida de película: la increíble historia de Makarius, el inmigrante que se comunicaba con una cámara
Llegó a la Argentina en 1953, sin saber hablar español y tras haber escapado varias veces del nazismo en Europa, y salió a recorrer Buenos Aires con su Leica; esas imágenes se exhiben ahora en el Cabildo

Nació en Egipto en 1924 y se crió en Berlín, desde donde tuvo que huir a Hungría por su origen judío al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Haber aprendido alemán fue clave para escapar una vez más del horror, cuando lo acusaron de colaborar con quienes buscaban escapar de un gueto. En un camión de la Cruz Roja logró emigrar a Suiza, Max Bill lo ayudaría con su carrera artística. De allí viajó a París, donde en 1947 declinó una invitación de Henri Cartier-Bresson para integrar la naciente agencia de fotografía Magnum.
De regreso en Egipto se casó con Eva Reiner, la mujer que había conocido en una reunión de intelectuales en Budapest, con la que mantuvo contacto por correspondencia y que lo acompañaría hasta su muerte durante medio siglo. En 1953 llegaron juntos a la Argentina, donde ella tenía familia. Sameer Makarius no hablaba entonces español, así que salió a conocer Buenos Aires con su Leica.

La cámara fue la herramienta que usó para comunicarse, cuando la fotografía aun no era considerada una disciplina del arte. Así lo demuestran las fotografías que tomó entre ese año y 1968, reunidas por su hijo Karim en la muestra titulada La imagen generosa. Inaugurada hoy en el Museo Histórico Nacional del Cabildo y la Revolución de Mayo, uno de los más visitados del país, será una de las principales propuestas artísticas para celebrar el 9 de Julio y disfrutar de las vacaciones de invierno.
Allí se puede ver la recreación del cuarto oscuro que había montado en el baño de un local vecino a su casa de Florida, donde revelaba sus escenas urbanas: desde imágenes del Cabildo, el Obelisco, la Catedral metropolitana y el interior del Teatro Colón, hasta un grupo de personas reunidas en la vereda del antiguo edificio de LA NACION, en Florida 343, ante una pizarra con las noticias del día, o escenas de la vida cotidiana en el Mercado de Hacienda de Mataderos y en una villa de Isla Maciel.

“Yo lo acompañaba de chiquito, los domingos, sobre todo a La Boca y San Telmo”, recuerda Karim, quien se ocupó también de conseguir para esta exposición cámaras similares a las que usaba su padre. Las imágenes, explica, son una selección realizada junto a María Laura Pérez Veronesi y Marcelo Pizarro de las que se publicaron en los libros Buenos Aires y su gente (1960) y Buenos Aires, mi ciudad (1963).
Entre varios catálogos se exhibe también el de la primera muestra del grupo Otra Figuración, en la galería Peuser, en 1961. Presentó allí sus Textos bíblicos, impresiones fotográficas experimentales realizadas a partir de negativos pintados y dibujados por él con tinta china. “El grupo, que después se llamó Nueva Figuración, estaba conformado por Ernesto Deira, Rómulo Macciò, ‘Yuyo´ Noé y Jorge de la Vega –aclara Karim-. Esa primera vez, invitaron a mi papá y a Carolina Muchnik”.
Esta vocación artística había comenzado en Europa, donde cofundó Grupo Húngaro de Arte Concreto, formó parte de la Escuela Europea y participó de la “Primera exposición de arte no figurativo” en Budapest. Ya en la Argentina, fue miembro fundador de los grupos Artistas No Figurativos Argentinos (ANFA) y Forum (1956), dedicado a promover la fotografía como arte. Escribió el primer ensayo publicado en el país sobre fotografía argentina desde 1840 hasta 1981, y fue el primer fotógrafo en realizar una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires en 1963.
A todas estas facetas se sumarían más tarde las de coleccionista, curador y galerista. “Entre los años 70 y 90 tuvo un local en Florida 890 –recuerda Karim-. Adelante vendía cámaras y fotos antiguas, y atrás tenía su propia galería. Tenía mal carácter y si estaba de mal humor, te mandaba al Florida Garden. Una vez llegó a echarlo a Roberto Rocca, sin saber que era el empresario de Techint”.
A partir de la década de 1990 empezaron los problemas de salud. Para sobrevivir se vio obligado a vender las obras de sus artistas amigos –como Enio Iommi, Raquel Forner, Líbero Badíi y Kenneth Kemble, entre otros-, que había intercambiado por retratos que hoy integran colecciones de importantes museos de varios países. Murió en la pobreza, en 2009, meses después de que falleciera su compañera de una vida de película.

Para agendar:
La imagen generosa de Sameer Makarius en el Museo Histórico Nacional del Cabildo y la Revolución de Mayo (Bolívar 65). Hasta el 11 de noviembre, con entrada gratis. De miércoles a domingos, de 10.30 a 18. A partir de las vacaciones de invierno, los sábados habrá talleres de fotografía para chicos.
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