V. S. Naipul, Premio Nobel de Literatura 2001
Nacido en Trinidad, de origen indio y de lengua inglesa, el autor de Una casa para el señor Biswas ha indagado en la vida de los expatriados y en las contradictorias sociedades del Tercer Mundo. Su mirada sutil y polémica le ha valido la máxima distinción de las letras
lanacionarV. S. Naipaul tiene fama de reaccionario irascible que golpea ferozmente y al azar. Ha denunciado a Tony Blair como un pirata responsable de "una cultura plebeya". Más recientemente, tildó a E. M. Foster de homosexual desagradable que escribía "puras necedades" y, junto con su amigo Maynard Keynes, se cebaba en indios vulnerables.
De ahí que experimentara cierta ansiedad al aventurarme por su senda privada, perdida al fondo de un camino de Wiltshire. Parado en la puerta, estaba el hombre a quien se aclama como el mejor prosista viviente de habla inglesa. Cortés, de verba remilgada y decididamente austero, me saludó afectuosamente. Nos acomodamos en un comedor fresco con vista al río Avon.
Naipaul se considera más víctima que pecador. "Hice cosas nuevas y pagué por ello, pero no está en mí repetir lo hecho -declara-. La gente no lo ha comprendido y ha dicho estupideces. No importa. Si los libros son fuertes, vivirán. Si son débiles, desaparecerán."
Insinúo que, al permitir que su obra sea eclipsada por los titulares acerca de su irascibilidad, está convirtiéndose en una especie de personaje a lo Sinatra. Ríe entre dientes y replica: "Podría ser un Sinatra en escala reducida, dispuesto a provocar a quienes dicen disparates. Probablemente no debería hacerlo, pero he soportado, y sobrevivido, a tanta gente que decía tantas cosas absurdas..."
Menciona un viaje a los Estados Unidos en el que sorprendió a sus anfitriones dando indicaciones "injuriosas" a un periodista. "Entre otras cosas, le dijeron que yo fingía ser inglés, que viajaría a India y Africa para sentirme más inglés. ¿Se imagina tamaño despropósito? Pero muchos adolecen de limitaciones perceptivas y mentales y uno tiene que convivir con eso."
Half a Life (Picador, 2001), es su primera novela en siete años. Literalmente, se la arrancaron a fuerza de importunarlo por sus declaraciones en el sentido de que "la novela se acabó"."Piensan que nuestros ensayos son menos importantes que nuestras obras de ficción. Es una idea errónea. Todos los aspectos de mis indagaciones tienen igual peso. Así pues, ahora hice ésta y me piden que haga otra más. Luego, podré colgar mis botines."
A los 69 años, el riesgo de que lo haga parece escaso. Nacido en Trinidad, en una familia descendiente de brahmanes indios, ganó una beca en Oxford y consiguió trabajos ocasionales como locutor de la BBC y crítico de New Statesman . Antes de los treinta años, ya había publicado tres novelas deslumbrantes: The Mystic Masseur , The Suffrage of Elvira y Miguel Street . Luego, empezó a viajar. La dolorosa franqueza de sus obras en torno a la herencia colonial suscitó alaridos indignados. Salman Rushdie lo calificó de neocolonialista literario.
Half a Life teje una nueva ruta por las profundidades de su mente. La historia comienza en un Estado indio independiente. Un joven, que aspira al engrandecimiento personal en medio de una vida monótona, se sacrifica igual que Gandhi casándose con una mujer de casta inferior. Su hijo, Willie Chandran, es atraído por Inglaterra y la comunidad de inmigrantes del Londres de los años 50; más tarde, su esposa lo lleva a su casa natal en el Africa portuguesa.
Naipaul mantiene todas sus opiniones inelegantes respecto al sistema de castas. "Mis primeras ideas sobre el tema provenían de libros británicos. Usted ya sabe: el gran sistema cruel; en verdad, hay en él cierto grado de crueldad. Pero India no estaba organizada de manera tal que permitiese el movimiento individual. El individuo sólo se movía dentro de su clan. Quien tuviese un clan, tenía ese poquito de protección en un mundo difícil."
La verdadera desgracia de India, afirma, no fue la dominación británica, sino los quinientos años de conquista y destrucción islámicas. Al ocultar esa circunstancia presentándola desde una perspectiva positiva, India ha perdido gran parte de su historia. "Pero eso, ¿no es natural en el hombre? -le pregunto-. ¿Acaso los británicos no enseñan a sus hijos que los vikingos eran turistas y mercaderes que nos enseñaron valiosas técnicas de bordado y punto de aguja?" "Bueno, a veces, la gente tiene que salir de un brete de la mejor manera posible -admite-. Encarar las calamitosas incursiones vikingas es demasiado penoso. Hoy, en India, ocurre algo parecido: los musulmanes no destruyeron el país durante cinco siglos; vinieron a enseñarnos a cocinar. El advenimiento del islam perjudicó enormemente a India. Los musulmanes barrieron con todo, reinaron, vendieron a los aldeanos y trasplantaron a su propio pueblo. De no haber venido los británicos, el país habría quedado hecho polvo. La destrucción fue tan completa, que India aún se ve estragada tras doscientos años de cicatrización."
En su calificación, los franceses pisan los talones a los mongoles: "Las colonias francesas me parecen lugares odiosos, abominables. Nada tienen de románticas. Los franceses destruyen las almas de los pueblos."
Naipaul siempre se enorgulleció de su capacidad de evocación mental, pero el año pasado, en un viaje de estudios a Hyderabad, se dio cuenta de que ya no podía darla por descontada. "Nos metimos en una zona de guerrillas terroristas. Sucedieron cosas. Conocí gente. Regresé muy tarde y, al día siguiente, pensé escribir una nota sobre lo ocurrido. Se había esfumado por completo. Creo que ésa fue la primera señal de vejez: la pérdida de nuestras facultades."
Sin embargo, en Half a Life , evoca con nitidez el Notting Hill de los años 50, con sus clubes sucios y sus encuentros sexuales. Confiesa haber embellecido parte del material y hasta usa por primera vez términos soeces. "Me desagradan las descripciones sexuales en los libros -dice-. No me gusta que la gente se bese en la pantalla. Aparto la vista. Probablemente sea una cuestión de carácter. Y en el libro, aunque el sexo sea explícito, todo se sugiere."
Como lo da a entender su título (Media vida), el tema del libro son las vidas no realizadas. Naipaul cree que todos sentimos que deberíamos haber entrado en otro cuerpo y vivido otra vida.
Su mayor pesar fue creer en la nobleza de la escritura, sólo para descubrir que la mayoría del mundo editorial tenía "una moral de carretilleros". Pero, sin duda, ha triunfado contra todas las predicciones... "No me he rendido -concuerda-. Sé que existe este gran culto de la antiliteratura. Al filo de esta tendencia, hay personas que reciben distinciones y les va bien. Yo tengo que hacer mi trabajo. Tengo que vivir la vida de la mente. No puedo hacer otra cosa. Es mi naturaleza. Es mi herencia."
The Sunday Times y LA NACION
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)
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