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F1: Williams, de la fábrica abandonada de alfombras a 750 grandes premios
La creación de Sir Frank y Patrick Head es el tercer equipo con mayor número de carreras del Gran Circo: nueve títulos de Constructores, siete pilotos campeones y 114 victorias, cifras de la aventura de la escuadra de Grove
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El número abruma y expone la historia de la escudería, aunque el presente la enseña desdibujada, perdida, alejada de la gloria que disfrutó en el pasado. Como si extrañara a su fundador, al hombre que solo pretendía cumplir un sueño y terminó por convertirse en un personaje emblemático de la Fórmula 1. Él y sus autos dejaron una huella; eran otros tiempos, un automovilismo más romántico. Por esa razón, cuando en 2020 se anunció la salida de la familia porque el fondo inversor Dorilton Capital tomaría las riendas, la venta resultó la clausura definitiva de una época. Williams cumple 750 grandes premios en Mónaco, una aventura que empezó en el Gran Premio de España, en 1977, con el belga Patrick Neve al mando de un March; hoy, en el circuito callejero más glamoroso del Gran Circo, George Russell y Nicholas Latifi son los representantes en la pista de una compañía que fue un sello distinguido.
"The circuit has proved challenging, but the car and the drivers have risen to that challenge well." 💪#MonacoGP practice report 👇
— Williams Racing (@WilliamsRacing) May 20, 2021
Las cifras reflejan la grandeza de Williams. Es el tercer equipo con mayor cantidad de presencias en la F.1, detrás de Ferrari y McLaren; firmó nueve campeonatos de Constructores, ungió a siete pilotos campeones y celebró 114 victorias en 46 temporadas. Setenta hombres se sentaron en sus butacas, un solo argentino: Carlos Reutemann entre 1980 y 1982. El recorrido muestra el ascenso y descenso de una estructura familiar que tocó el cielo y luego se hundió, al punto que acumula 31 grandes premios sin anotar un punto –Robert Kubica en el GP de Alemania 2019 por una sanción a Alfa Romeo- y nueve años sin celebrar un triunfo, desde el éxito de Pastor Maldonado en el GP de España 2012.
Clasificar a la Q2 es la meta actual de Williams, que no llega a espiar lo que significa batallar por una pole: la última la marcó Felipe Massa en el GP de Austria, en 2014. Ganar carreras y campeonatos del mundo fue una obsesión de Sir Frank Williams y de Patrick Head, cofundador de Williams Gran Prix Engineering. Juntos levantaron un imperio en muy poco tiempo, con el apoyo financiero de Saudia Airlines y TAG (Techniques d’Avant Garde): Alan Jones fue el elegido para ensayar el crecimiento a partir de 1978, cuando se convirtieron en Constructores. Un año después, Clay Reggazoni se impuso en Gran Bretaña y registró el primer eslabón de éxitos. El festejo se hizo costumbre y en 1980 llegó la primera doble corona: Jones campeón y la fórmula Jones-Reutemann aportó para la estrella de Constructores, una conquista que se repitió en 1981, la temporada en que Lole, sin el apoyo que merecía, quedó a la puerta del título.
El punto de partida de dos décadas de protagonismo, porque Williams selló 103 triunfos entre 1977 y 1997; otros diez entre 2001 y 2004 y apenas uno en los últimos 16 años. La debacle está a la vista y cuando Claire Williams –hija de Frank-, que empezó a trabajar en la oficina de comunicaciones en 2002 y tomó el control de la compañía en 2013 avisó el año pasado que la escuadra de Grove no terminaría como Tyrrell, con su mensaje dejó entrever que la salida del último romántico del Gran Circo era cuestión de redondear millones. La F.1 actual no deja espacio para aquellas extravagancias de los años setenta, como las de juntar dinero desafiando a runners del paddock a una vuelta al circuito en donde la atracción era los autos.
Keke Rosberg, el padre de Nico, necesitó apenas una victoria para ser campeón en 1982. El arribo de Nigel Mansell en 1985 revitalizó a Williams, que en 1986 con Nelson Piquet y Mansell en las butacas obtuvo su tercera diadema como equipo. El brasileño celebró su tercer campeonato del mundo en 1987 y junto con el británico aplastaron a los rivales entre los Constructores. Cuatro coronas como equipo en la década del 80, una vara alta que Williams superó en los 90, al ganar las temporadas de 1992, 1993, 1994, 1996 y 1997.
Era el tiempo de las estrellas, del cuarto y último título de Alain Prost, en 1993, y de la contratación de Ayrton Senna para el siguiente curso. El mortal accidente del paulista en Imola, un golpe destructor. “Murió en Williams y esa es una pesada responsabilidad que ni yo, ni nadie del equipo, olvidaremos nunca”, le confesó Frank a la revista El Gráfico en 1996. Los últimos dos años de esplendor se consumieron con los campeonatos de Hill y Jacques Villeneuve, un binomio que cerró con una doble conquista el dominio entre los Constructores. La estrella de Grove se apagaba.
Campeón con motores Ford-Cosworth, Renault y Honda, los logros eran inimaginable para quien en los años sesenta compró un viejo Cooper F3 que llevaba a los circuitos para alquilar a los pilotos que no disponían de un auto. La asociación con Head, ingeniero y director técnico que estuvo durante 36 años en la compañía y fue responsable de las innovaciones con las que Williams sorprendía y apabullaba a los competidores, un acierto para abrirse camino desde una fábrica abandonada de alfombras en el Gran Circo. “El mundo era bastante diferente. Podías ir a Cosworth y los motores eran bastante baratos, alrededor de 7500 libras; por el primer auto le pagamos a Max Mosley aproximadamente el valor de dos motores…”, confesó Head en una entrevista que publicó la página oficial de la F.1, sobre cómo se encendió la ilusión.
En 2012 Williams firmó la victoria 114 y ese mismo año Sir Frank dejó de ser la cabeza del equipo para delegar el mando en su hija Claire. Con el comienzo de la era híbrida, en 2014, el equipo que dominó a la F.1 entre 1980 y 1997 no ofrecía respuestas, era prácticamente obsoleto. Sin respaldo de un fabricante de motores y sin ser un equipo subsidiario, como Alpha Tauri, se necesitan cientos de millones de euros para energizar al gigante dormido que en Mónaco cumple 750 grandes premios. Williams marcó una época y es una parte esencial de la historia de la Fórmula 1, tendrá que reinventarse para escapar de las tinieblas y honrar la estrella de Sir Frank.
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