Fórmula 1: Monza alimenta la euforia de Ferrari y el sueño de Leclerc
El Gran Premio de Monza se presenta como el cierre de una semana particular para Ferrari. El domingo pasado, en Spa-Francorchamps, la Scuderia firmó el primer éxito en la temporada de Fórmula 1, una victoria que descubrió el mejor rendimiento del año del modelo SF90, al que el monegasco Charles Leclerc exprimió para sellar la pole y estrenarse como piloto ganador en el Gran Circo. Como si se tratara de una película, la escena siguiente se desarrolló en la Piazza Duomo, de Milán, donde 10 mil tifosi le dieron forma a una marea roja para celebrar los 90 años de la marca. Allí estuvieron el joven Leclerc y Sebastian Vettel, el cuádruple campeón que anunció su continuidad en Ferrari; también Mattia Binotto, el jefe de la escudería, quien después de quitarse la pesada mochila que significaron los 15 Grandes Premios sin festejos se ilusiona con ofrecerle a los fanáticos una victoria en Monza. El reciente resultado en Bélgica y las características del trazado empujan a Ferrari a situarse como favorita en una carrera en la que la pulseada entre los pilotos de la Scuderia será un factor adicional de atracción.
La euforia con la que el público envolvió a los pilotos de Ferrari no es infundada. La SF90 pulverizó a Mercedes en Spa-Francorchamps, sacándole una diferencia de siete décimas en el primer sector y otras tres en el tercer segmento; los autos de Brackley se recuperaban en el sinuoso, una variante que no marca el pulso en Monza. Amortiguar la potencia del motor Ferrari con carga aerodinámica no asoma como una respuesta sólida al problema de las Flechas de Plata en este dibujo. Aferrarse al ritmo de carrera que demostró Lewis Hamilton en el desenlace del GP de Bélgica es la carta a la que apelará Mercedes para ofrecerse como una amenaza a los ingenieros y técnicos de la casa de Maranello, conocedores que la SF90 que sufre con la degradación del neumático y el consumo.
Las espadas de Ferrari libraran una batalla interna y no será la primera de la temporada, aunque en el comienzo del año la Scuderia tenía definido con claridad qué piloto era el que llevaba las riendas de la estructura. Por esa razón relegó a Leclerc en el inicio en Melbourne; más tarde, en Shakir le anunciaron al monegasco que no atacara a su compañero, aunque después de una desastrosa largada a punto estuvo de firmar el triunfo en Bahrein; el tercer episodio se produjo en Shanghai, donde el rápido desgaste de los neumáticos empujaron al muro a pedirle que liberara el paso para Vettel, cuando apenas habían girado 11 veces. Pero las desatenciones del alemán en Bahrein y en Canadá frente a los ataques de Hamilton, como la inconsistencia en su manejo, hizo que los tifosi miraran de reojo al germano. Los más escépticos empujaban para que Leclerc fuera entronizado como piloto N°1, aunque el núcleo duro de Ferrari comprendía que la frustración de Vettel iba atada al desempeño irregular de un auto que en los test de pretemporada en el circuito de Montmeló señalaba el rumbo y en el campeonato estaba a punto de ser doblegado por Red Bull Racing.
"Hicimos un gran trabajo de equipo, especialmente Seb, que mantuvo a Lewis [Hamilton] un par de vueltas detrás suyo y eso resultó determinante para la victoria. Tenemos una buena relación: aprendimos a pelear hasta cierto punto y luego trabajar juntos para el equipo. Ambos queremos ganarnos cuando estamos en la pista, pero cuando salimos compartimos información y queremos ayudar al equipo a mejorar. En Spa nos quitamos un peso de encima, estoy orgulloso, pero hay que pensar en Monza", dijo Leclerc, sobre cómo resulta la convivencia.
Esa tranquilidad que demostró el monegasco y las risas compartidas con Vettel durante la sesión con los medios es un reflejo del clima distendido que envuelve a Ferrari. "Es el fin de semana más importante para nosotros en toda la temporada. El apoyo de los tifosi nos dará un impulso extra y esperamos responder en la pista. Debemos ser realistas y cautelosamente optimistas. No veo la obligación de ganar en Monza, es solo una oportunidad. Estoy muy concentrado en este fin de semana, pero quedan muchas carreras este año", comentó Vettel, que firmó su última victoria en el GP de Bélgica 2018. Interiormente, el alemán reconoce que no firmar un triunfo sería un fiasco personal y de la estructura, aunque también un punto de no retorno con el público.
La ilusión de los tifosi de coronar una temporada con Vettel se redujo esta temporada –el año pasado las dos victorias en el inicio, en Australia y en Bahrein entusiasmaron–, a la vez que las acciones de Leclerc crecieron. Monza siempre es singular para los pilotos de Ferrari: la carrera del domingo podría significar el nacimiento de un idilio. El Gran Premio de Italia de 1976 fue el escenario en el que Niki Lauda retornó después del accidente en Nurburgring; el austríaco, un año antes había cortado con las 11 temporadas sin coronas para un piloto de la Scuderia, aunque fue ese regreso lo que lo convirtió en leyenda. Apenas 42 días habían transcurrido del infierno vivido en el circuito alemán, cuando fue rescatado entre las llamas, y Enzo Ferrari se negaba a que participara. No solo no escuchó las palabras del Commendatore, clasificó en el quinto lugar, dos puestos por encima de Carlos Reutemann, el compañero que debutaba en Ferrari. Lauda finalizó cuarto y los tifosi lo arrancaron del auto para pasearlo en andas por el circuito.
Monza alimenta a Ferrari, que desanda la mejor semana del calendario de la Fórmula 1. Leclerc pretende superar la línea de Vettel, que lo aventaja por 12 puntos en el campeonato, con el objetivo de ser ungido como el piloto N°1 de la Scuderia y en el joven talento que le regalará una corona que se demora desde hace 11 años.
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