Luis Alberto Doffi: el nuevo presidente de la FAB debe pensar en los boxeadores

Luis Alberto Doffi, un abogado entrerriano sexagenario, educado, respetuoso, tranquilo, de apariencia limpia y “bonachona”, añorante de las grandes peleas de su comprovinciano Esteban Osuna, fue proclamado nuevo presidente de la Federación Argentina de Box (FAB) por voto unánime de la asamblea convocada en su sede de Castro Barros 75. La ceremonia cumplió con los requisitos exigidos por la Inspección General de Justicia (I.G.J) y tal designación oficializó la sustitución de los extintos ex mandatarios Luis Romio y Osvaldo Bisbal, fallecidos en 2021.

Doffi, jurado desde 2008, fue elevado a la política internacional pugilística por Anibal Miramontes, recordado clasificador y “hombre fuerte” de la Federación Internacional de boxeo (FIB), en la última década. Roberto Benítez, un especialista en casos de seguridad e investigaciones de alto riesgo, será su vicepresidente. Benítez, líder de la Asociación Santafecina de Box, demostró compromiso y participación -activa y anónima- en la atención de distintos boxeadores lesionados, en su zona, en veladas del ciclo “Boxeo de Primera”. Y ello determinó un gran respeto en los auténticos trabajadores de este deporte.

¿En que deberán diferenciar esta gestión de los monopólicos y deficientes ciclos dirigenciales anteriores? En apuntalar su trabajo hacia dos focos olvidados por esta institución: el boxeador y los gimnasios de boxeo (llámese entrenadores) ignorados en los últimos 30 años. Equivocamente, todo se avocó al negocio del boxeo profesional televisivo y a la “entrega” del amateurismo a una entidad como A.I.B.A (Asociación Internacional de Boxeo Amateur), marginada del Comité Olímpico Internacional por corrupción comprobada y vital para la posible exclusión del pugilismo de los futuros juegos.

Hay cinco objetivos claves para recomponer las bases descuidadas. A saber:

1°. El ordenamiento jurídico y administrativo de la institución ante la (I.G.J) que permita recibir los subsidios oficiales: municipales y nacionales. El boxeo es el deporte que más medallas olímpicas logró y más títulos mundiales profesionales gestó para el país. Y ello implica un reconocimiento material. Doffi ordenó estos desacoples y constituye su primer gran mérito.

2°. Asumir los gastos y pagos de autoridades (referí, jurados y fiscal), para la realización de los festivales aficionados organizados por clubes afiliados o directores técnicos con antecedentes valederos. Decisivo para fomentar el amateurismo. Si parte de los ingresos originados por cursos oficiales y sellados por permisos varios son directamente derivados a esto; todo se revitalizará raudamente.

3° Facilitar más análisis médicos –gratuitos- en los consultorios FAB, que aceleren el otorgamiento de las licencias (amateur y profesional).

4°. Potenciar y capacitar -permanentemente- a las federaciones provinciales y reorganizar la mayor cantidad posible de comisiones municipales ignoradas por las administraciones anteriores. Esto reactivará automáticamente la actividad en distintos puntos del país y disminuirá los costos por aranceles de autoridades forasteras.

5°. Aceptar la inclusión de exboxeadores en todas las instituciones. Algo que prohíbe su reglamento discriminatorio y obsoleto, en un periodo de ignorancia pugilística absoluta. Ello aportaría sabiduría y protección al atleta en la actualidad.

Hay temas mucho más importantes en la FAB que la distribución de “fechas y fechitas” del boxeo por TV. Un tema candente, de dimes y diretes. Reservado para las charlas del café y “gavilanes del ambiente”.

Doffi tiene una gran oportunidad para que Castro Barros 75 vuelva a ser un recinto cálido y lleno de historia. Amigable. De seguir igual, sin tomar riesgos ni cambios rotundos, presidirá una metafórica: “casa tomada”, útil para muy pocos.

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