En la mesa de los grandes

"Estoy orgulloso de lo logrado. Mejor, imposible. Ahora sólo pienso en las vacaciones con mi familia, en apartarme del tenis y en recargar baterías". Novak Djokovic ya puede aliviarse. Ya tiene libertad para arrojarse en la arena de la playa que se le plazca junto con su pequeño hijo, Stefan, y su esposa, Jelena Ristic. En el O2 Arena londinense, escenario de la Copa de Maestros, Nole coronó una temporada de ensueño que viajó directamente a competir con las más trascendentes de las leyendas del deporte de las raquetas. Los once títulos (incluidos Australia, Wimbledon y el Abierto de los Estados Unidos), la contundente marca de 82 victorias y seis derrotas, los más de 17 millones de dólares en premios oficiales y el récord de puntos en el ranking, lo encumbran entre los mejores de todos los tiempos.

A simple vista, pocas son las coincidencias que lucen Djokovic y John McEnroe. Pero en efectividad, el 2015 del balcánico desafía al fabuloso 1984 del estadounidense, cuando ganó 13 trofeos (Wimbledon, US Open y el Masters incluidos), finalizando con un récord de 82-3 (96,5%). Le pelea frente a frente al 2006 del suizo Roger Federer (92 triunfos y cinco derrotas, con 12 títulos, tres de Grand Slam y cuatro Masters 1000), y al 2013 del español Rafael Nadal (75 victorias y siete caídas, con diez trofeos, dos majors y cinco de Masters 1000). Le hace ruido al 1974 de Jimmy Connors, en el que Jimbo conquistó 15 trofeos y culminó con un récord de 93-4. Y, si de temporadas dominantes se refiere, reta también al 1977 de Guillermo Vilas, cuando el zurdo logró 16 títulos (dos de ellos de Grand Slam, aunque algunos otros de categoría inferior a los ganados este año por Djokovic) y un récord de ¡137!-15. "Nole es capaz de batir cualquier récord", le dijo hace unos días David Nalbandian a La Nacion. Y la sensación del cordobés es contagiosa. Djokovic no imanta, quizás, como muchas de las estrellas mencionadas, pero es una locomotora que va por todo sin detenerse, con combustible de sobra. Ahora, por lo pronto, ya puede tomarse vacaciones. Las merece.