Locarno FC: apogeo y caída del club por el que pasaron futbolistas argentinos sin jugar ni un minuto

La mejor definición sobre los clubes que hacían negocios con los pases de futbolistas que compraban representantes o inversores se acuñó hace una década. Un abogado llamó a esos clubes "expertos en cobrar derechos de parqueo". Verdaderos garages de pases de futbolistas. A mediados de los 2000, un ignoto club suizo se transformó en el depósito preferido de los capitales golondrina que hacían negocios en el fútbol argentino. Enclavado en una localidad más conocida por su festival de cine que por su equipo, el Locarno FC se transformó en escala obligada para aquellos futbolistas cuyos pases quedaban en el aire. Hoy, y por una deuda fiscal de 65.000 francos suizos (US$ 67.458 al cambio actual), la Prefectura de Locarno rechazó el plan de salvataje presentado por su presidente. Y Locarno desapareció.

La mecánica era simple: Locarno era un club-estacionamiento. Los intermediarios y empresarios extranjeros (argentinos, como Fernando Hidalgo o Gustavo Arribas , ex integrante de la empresa HAZ, paraguayos, como Pedro Aldave, o israelíes como Pinhas Zahavi) pagaban un cánon anual a cambio de poder guardar los derechos federativos de los jugadores que compraban en Locarno. El club cumplía con su parte al inscribirlos en la Asociación Suiza de Fútbol. Así, cada vez que alguno de ellos era negociado para algún lugar del mundo, debía hablar con la federación helvética.

Locarno podría armar una selección propia con todos los pases que pasaron por sus oficinas. En un imaginario 3-5-2, el paraguayo Diego Barreto sería el arquero. Barreto jugó en Newell's y de allí emigró a Suiza. Es el único de todo el equipo imaginario que efectivamente pisó el coqueto estadio Lido. Los tres defensores son jugadores consagrados: Mateo Mussachio (hoy en Milan, pero que surgió en River y luego pasó por Villarreal), Gustavo Cabral (formado en Racing, recaló en River y de allí se fue a España, donde desde hace años juega en Celta de Vigo) y el brasileño Luisao, capitán de Benfica (Portugal) y un histórico del seleccionado brasileño. Locarno lo compró con capitales externos cuando jugaba en Cruzeiro, de su país.

Los cinco mediocampistas pueden ser el pergaminense Augusto Fernández (vendido a Pinhas Zahavi cuando despuntaba en River), Cristian Pellerano (ex Racing e Independiente, quien hoy acaba de sellar su llegada al fútbol ecuatoriano desde Tijuana, de México), Fernando Belluschi (hoy en San Lorenzo, fue vendido a Locarno desde River, en el mismo paquete que Mussachio), Martín Wagner (ex Olimpo, jugó en Racing luego de que su ficha estuviera en el club suizo) y Leandro González (ex Racing y Estudiantes de La Plata).

Los dos delanteros que pasaron por Locarno son referentes del puesto a nivel mundial: Gonzalo Higuaín (vendido por River a Locarno antes de pasar a Real Madrid) y Claudio "Piojo" López, cuyo pase perteneció al club suizo antes de recalar por segunda vez en Racing, hace diez años. Entre los suplentes ilustres podrían sumarse Nicolás Cabrera (ex Racing e Independiente, surgido en Gimnasia y Esgrima La Plata), el brasileño Rafael Moura (ex Goiás, jugó la final de la Copa Sudamericana 2010) y los paraguayos Walter Fretes y Ernesto Cristaldo (los dos llegaron a vestir la camiseta de Newell's).

Deuda imposible

En julio de 2013 el tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) resolvió condenar al Locarno por una deuda de US$ 1,95 millones a Cerro Porteño. Era un atraso en el pago de los futbolistas Fretes y Cristaldo. El pago de esa cifra conspiró contra el desenvolvimiento normal del club, que en los últimos años inició una espiral de descensos. Terminó en la cuarta categoría suiza y con jugadores amateurs. El presidente que tenía los contactos y hacía negocios con los inversionistas (Stefano Gilardi) ya no está más. Pese a que los actuales directivos presentaron un plan de salvataje en la Prefectura de Locarno –que el pasado 4 de enero consideró al club como quebrado–, las autoridades no lo aceptaron. Habían juntado 85 mil francos suizos para salvarlo. Les faltaban otros 65.000 necesarios para salvar al club del precipicio. Una moneda para los pases que el Locarno de antaño supo cobijar; una montaña para el espíritu amateur del Locarno actual.