Chacho Coudet y el sentido de pertenencia en Racing: el rol de Milito, la bandera de Licha López y la jerarquía de Lautaro y Centurión
Antes de que su equipo ganara un partido, incluso antes de debutar de manera oficial como entrenador de Racing, Eduardo Coudet ya pudo sentir que una parte del Cilindro coreaba su nombre. “Olé, olé, Chacho, Chacho”, cantaron unas ocho mil personas el día de la presentación de los refuerzos que eligió el entrenador. “Eso sí que me sorprendió”, reconoce. Es que la llegada de Coudet coincidió con el regreso de Diego Milito como secretario técnico, lo que movilizó los corazones académicos. Un ejemplo: después de la original campaña de socios que lanzó el club con Milito, Lautaro Martínez y Lisandro López como protagonistas ya se inscribieron casi 3000 socios nuevos en diez días. De ese sentido de pertenencia busca nutrirse el Chacho.
–¿Es más fácil organizar un equipo y un plantel alrededor de una bandera como Lisandro?
–No es solo Lisandro. Es una de las cosas que uno analiza cuando llega a un lugar. Acá hay muchos jugadores que son de la casa. Y ellos tienen un compromiso distinto con el club. Hay un compromiso desde otro lado que suma. El sentido de pertenencia es un puntito más a favor. Desde que llegué sé que Lisandro (López) es nuestra bandera. Está muy comprometido. Y tiene que disfrutar de lo que le quede de carrera. Está muy bien, enchufado. Ojalá podamos acompañarlo y que cumpla el objetivo que tiene él de ganar acá en su club, porque –como decía– todos queremos conseguir un campeonato.
–¿Cuántas veces por día hablás con Milito?
–Todos los días. Está bueno tener alguien así. Creo que me aliviana mucho la tarea. Sobre todo cuando viene la época de los mercados de pases y de conseguir jugadores. Es algo que me tocó vivir desde el primer día que fui entrenador. Cuando me dijeron vas a ser el técnico de Central agarré el teléfono y traté de armar mi plantel. Ahora con el apoyo de Diego y con los recursos es más fácil. Pudimos ir a buscar y traer lo que queríamos traer. Antes traía lo que podía. Nos llevamos bien con Milito, es un complemento importante.
–También apostaste a repatriar a alguien de la casa como Centurión, más allá de sus antecedentes fuera de la cancha. ¿Hay un seguimiento especial?
–A Ricky Centurión lo veo tranquilo. De antes no lo conocía. Pero la gente del club dice que lo ven más maduro, más centrado. A medida que pasen los años va a estar más sereno. Yo lo considero un pibe bárbaro. Más allá de lo que puede jugar es buen tipo. Por algo Guillermo Barros Schelotto lo pidió como lo pidió, habiéndolo tenido y habiendo pasado sus cositas. Igual lo valoraba. Me apuré en ponerlo el primer partido. Pero ya nos empezó a dar frutos su jerarquía.
–¿Entrenar a Lautaro Martínez, que parece tener futuro de elite, es un desafío?
–Es un desafío intentar ayudarlo con todo lo que se habla y lo que le está por venir. Quiero darle herramientas para que defienda la posición en la que está. Por suerte en el grupo hay muy buenos jugadores, hay buenas cabezas. Eso es trascendente hoy: tener un plantel que se lleva bien, que está contento con lo que armamos. Humanamente estamos muy bien. Y ahí arrancamos ganando.
–En Central promoviste, entre otros, a Giovani Lo Celso, Franco Cervi, Víctor Salazar, Walter Montoya. En Racing, además de Lautaro, tenés a Musso y a Zaracho. ¿Te gusta apostar por los chicos del club?
–Para mí no hay documento: el que juega bien, va a la cancha. Puede tener 16 años o 38. Hoy el entrenador tiene que ser docente. Corregir, corregir, corregir y corregir. Eso los va a haciendo mejorar. Los más jóvenes se potencian. Mis equipos son equipos físicos, es un tema que le doy mucha importancia. Soy obsesivo en los aspectos físicos. Y eso lo hace mejorar al jugador. Después se ponen solos.
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