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La primera división del fútbol argentino abre el año con su nociva propensión al gigantismo. La presencia de 28 equipos, dos más que en 2021, obliga a un formato que es una rareza en todo el mundo. Esta deformación se arrastra desde 2014, cuando la AFA cedió a uno de los últimos volantazos populistas del gobierno de Cristina Kirchner y abrió el grifo de 10 ascensos de golpe.
La inevitable purga de equipos que se hizo en los últimos años encontró la excusa de la pandemia para frenar la progresiva reducción de participantes. Se cancelaron los descensos desde 2019, mientras se les da la bienvenida a los ascendidos Tigre y Barracas Central. Está anunciado un plan para llegar a 22 conjuntos en 2026. Será ver para creer, ya que la estructura de los campeonatos, por obra de la manipulación dirigencial, es más imprevisible que el juego mismo. En el camino no hay que descartar “imponderables” o “emergencias”.
Hoy empieza una copa que tiene el mismo diseño que la que ganó Colón en el primer semestre del año pasado. No conviene entrar en más referencias para no confundir a un hincha que ante cada torneo siente que debe ir a la Universidad de Ciencias Exactas para comprenderlo. No alcanzarán los dedos de las dos manos para contabilizar los partidos que se fugarán de la memoria y quedarán entre tinieblas.
Mientras River y Boca se reforzaron para ganar la Copa Libertadores, internamente dejan la sensación de que se alejan de los demás, que abren una brecha cada vez más pronunciada. Los dos tienen más que el resto, pero también cargan con la presión y la responsabilidad de apuntarle directo al título en el frente internacional. Marcelo Gallardo ya se sacó la espina de la corona local tras siete años de gestión. Quizá sea tema de debate si la obsesión de River y Boca con la Libertadores no está incrementada por los devaluados torneos locales. Ni Real Madrid ni Barcelona ni ninguno de los grandes de Inglaterra ponen sus ligas por debajo de la Champions League.
En el largo aliento parece difícil que a River y Boca les puedan seguir el ritmo, pero como en esta copa hay cuartos, semifinales y final a un partido, aumenta la posibilidad de una sorpresa. No hay que olvidar que Defensa y Justicia viene de ser subcampeón de River. Independiente, San Lorenzo y Talleres –animador en el torneo pasado- estrenan técnicos. En lo poco que lleva Fernando Gago en Racing no pudo todavía sentar una base. River y Boca arrancan como las locomotoras que tiran de un furgón cargado con más equipos.