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Son muchos los futbolistas que tuvieron el privilegio de haber sido dirigidos por Marcelo Bielsa y que hoy, ya como entrenadores, tratan de aplicar algunas de las cosas de su sello. Varios llegaron a tener más de diez técnicos en su carrera, pero casi todos lo señalan como el mejor. Desde Gerardo Martino hasta Claudio Vivas. Pero también están Diego Simeone, Javier Torrente, Eduardo Berizzo, Sebastián Méndez, Juan Manuel Llop, Fernando Gamboa, Mauricio Pellegrino y Mauricio Pochettino. Jorge Sampaoli trata de copiarlo desde la propuesta, el sistema táctico y las características para interpretarlo. Sin embargo, quien más se aproxima al "bielsismo" es Darío Franco.
Instituto fue una de las gratas revelaciones de la temporada y está peleando por un pasaje a la primera división. Hoy no se observa su mejor versión, pero su filosofía no se modificó y en cada presentación pueden verse rasgos del ahora entrenador del Bilbao. Mantiene un perfil bajo, se viste con ropa deportiva, camina de un lado para el otro, da indicaciones y siempre se apoya en el rendimiento por encima del resultado para opinar, tanto puertas para afuera como para dentro del vestuario. Pero además hay cuestiones futbolísticas que marcan su predilección por las búsquedas de Bielsa.
Le gusta jugar con los sistemas tácticos 3-3-1-3 o 3-4-3 y arriesgar mano a mano si es necesario, mantener un estilo protagónico e intenso sin importar la condición de local o visitante, atacar los noventa minutos, intentar salir jugando desde el fondo, presionar y pensar que cada pelota recuperada pasa a ser la mejor para llegar hasta el arco rival, generar transiciones rápidas y pases verticales, entender que una de las mejores formas de vulnerar al adversario es con extremos que desborden por las bandas y que envíen centros atrás al punto penal o pasados al segundo palo para la entrada del N° 9 o el volante externo opuesto. Intenta atacar con mucha gente y con todos en constante movimiento, ya que cuantas más alternativas de pase haya dentro del área rival más posibilidades tendrá la acción para que finalice en gol. Todos pueden atacar, pero todos también tienen responsabilidades defensivas que cumplir.
El sábado pasado, en Mendoza, ante Independiente, Instituto salió a jugar con el dibujo 3-3-1-3: Chiarini; Damiani, Barsottini y Sills; Gagliardi, Coronel y Canever; Moreno (volante zurdo que él trajo del fútbol mexicano); Encina, Dybala y Lagos. En muchos partidos fue titular el zurdo Fileppi como doble 5 de Videla o Coronel en un 3-4-3 y estuvo en el banco Moreno.
Ante Independiente Rivadavia, Barsottini anticipó una pelota y se mandó al ataque; Encina bajó varias veces y marcó en posición de lateral derecho a Alvacete (cualquier semejanza en cuanto a las responsabilidades del Ortega de Bielsa no es mera coincidencia), pero Instituto no jugaba bien y perdía 0-1. A 20 minutos del final hizo cambios más audaces todavía. Ingresaron López Macri (wing derecho) por Gagliardi y Videla por Coronel, pasando a jugar 2-3-2-3, con Videla haciendo la doble función de líbero por delante y por detrás de Barsottini y Sills: delante de ellos Damiani, (Videla) y Canever; Encina y Dybala; López Macri, Miguel Fernández y Lagos (el ex Lanús aquí va más por afuera).
Por momentos abusó del juego de primera, a un toque, y siempre hacia delante, pero a 5 minutos del final llegó el empate con un golazo: Dybala tocó por dentro para Encina, que abrió para López Macri; éste mandó un muy buen centro con comba para Fernández, que abrió los ojos y con un frentazo puso el 1-1. ¿Conformismo? No. Instituto siguió buscando una victoria que no llegó, pero con esa intención a lo largo de todo un año se aseguró -al menos- la chance para llegar a primera vía Promoción.
Casi todos los que pasaron por las manos de Bielsa le reconocen, entre otras cosas, el poder de convencimiento para mentalizarlos en los objetivos y, al mismo tiempo, en la forma de lograrlos. Instituto podrá ascender o fallar en el intento, pero Franco ya puede quedarse tranquilo por algo: convenció a su plantel de cuál era el objetivo y de la forma que había que intentarlo. Y, encima, logró aproximarse mucho a Bielsa. Ningún argentino había sido capaz de llegar tan lejos.
Ezequiel Videla tiene 23 años y mucho futuro. Estuvo lesionado cerca de un mes y medio y recién volvió a jugar para Instituto el sábado en Mendoza. Es un volante de marca con buena técnica.



