El sentido común sí vale $ 80
Domingo. Día de la familia. También, día de fútbol. Pienso en un padre cualquiera y en esos dos varones que han de prolongar su apellido en una nueva generación del árbol genealógico. Esos chicos de 11 y 12 años que ni noción del mundo de la pelota todavía tenían aquella tarde de Avellaneda, la del 4-0 a Huracán para obtener el Clausura 94, cuando quedó sellado el 13er título local para Independiente. Que sería el último. Me imagino a ese padre que, desafiante del riesgo como el neumonólogo que fuma, soslaya el flagelo de la violencia y decide no faltar con sus chicos al que presume último acto y plataforma de un festejo que palpitan y anhelan.
Claro, mejor evitar el hacinamiento, la eventual presencia de energúmenos, pungas, vapores etílicos, aromas marihuanescos; o modalidades como la del domingo último en el estadio de la doble visera, con bosta desparramada en la popular visitante. Entonces, queda descartada de movida la posibilidad de adquirir la general de $ 10. Por seguridad, mejor una platea. Ahí empiezan los otros problemas...
San Lorenzo no tuvo, en el Apertura, grandes partidos de local como para recaudar bien. Apenas recibió a River, pero puso suplentes. Para la semifinal de la Copa Sudamericana, ante Bolívar, las populares costaban $ 8 y las plateas, entre $ 10 y 30. Ahora, las ubicaciones con asiento oscilan entre los $ 60 y 80. Un auténtico despropósito para estos tiempos. Aunque nuestro personaje tiene una ventaja: puede adquirir localidades para menores (hasta 12 años), por valores de $ 30 o 40. Igualmente, el paquete familiar se va por las nubes.
Saben, los dirigentes azulgranas, que la fiebre roja será capaz de hacer bastante más que un simple esfuerzo para obtener el ansiado ticket de la coronación y especulan con eso. Un golpe bajo que se conjuga con la particularidad de que nadie le garantiza real seguridad al asistente; ni un asiento supuestamente alejado de la barbarie ni 1200 efectivos, como los que hubo el domingo en Independiente-Boca. El Nuevo Gasómetro no es una cancha fácil para llegar -mucho menos para irse en el crepúsculo- y hasta hubo que lamentar muertes en épocas no tan lejanas.
Cada club puede ponerle el precio que quiera a las entradas. Eso está claro. Como también que aplicar un poco de sentido común no viene nada mal. Eso sí que vale $ 80. O más.
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