En un Boca inestable, otro frente de tormenta se abre para Sebastián Battaglia

Inestable. Así es el clima en el mundo Boca. Se nubla y sale el sol. Sale el sol y se nubla. De manera intermitente, inesperada, insoportable. Y en el medio de todo eso aparece en escena la figura de Sebastián Battaglia, otra vez en el ojo de la tormenta.

El DT está al frente de un equipo tan capaz de ganarle a Estudiantes y a River como visitante, y a la vez de no haber podido ganar aún en la Bombonera en lo que va del año. E, incluso, de perder 2 a 0 contra un Deportivo Cali que aparece penúltimo en las posiciones del torneo colombiano, en el estreno en la Copa Libertadores.

El escenario es incómodo. Para el entrenador y para todo el equipo. Porque los obliga a ganarle como local el próximo martes a Always Ready, el que en principio asoma como el rival más débil del Grupo C, pero que en la altura boliviana ya sumó tres puntos en el debut frente a Corinthians (2-0).

El objetivo no parece descabellado. Aunque aquí es donde los propios demonios boquenses serán los verdaderos obstáculos. Porque Boca, todavía en formación, sigue tropezando con las mismas piedras. Sigue cometiendo errores inaceptables para futbolistas de primer nivel. Sigue fastidiándose por situaciones que deberían haber quedado en el pasado.

La foto que resume todo es lo que ocurrió a los 44 minutos del primer tiempo. Un centro desde el lateral derecho cayó en el medio del área azul y oro, donde un jugador del Cali recibió solo y remató desviado. Se repite: inaceptable en un equipo de fútbol profesional.

En ese escenario, las declaraciones post partido que hizo Battaglia lo exponen, pero hasta cierto punto. Desde hace varios años hay frases que dicen los protagonistas que distan mucho de lo que en realidad vieron u opinan. Más claro: que el DT de Boca haya dicho que Boca hizo “un partido correcto” solo sirve para cumplir ante los medios. Lo hizo él en la noche colombiana y lo han hecho otros entrenadores, de Boca y de otros clubes, a lo largo de la historia.

Desde el “Me gustó todo” de Alfio Basile, después de una deslucida victoria ante Gimnasia al “para mí jugó bien”, de Guillermo Barros Schelotto cada vez que un periodista le preguntaba por las actuaciones de Pavón, cuando el delantero tenía un presente discreto. Incluso Carlos Bianchi utilizó esa herramienta para blindar las críticas y los cuestionamientos a sus dirigidos, puertas para adentro. Para el afuera forma parte del show mediático. Battaglia sabe que Boca estuvo lejos de hacer un partido correcto. No lo dirá jamás en público, y menos en la conferencia de prensa posterior al partido.

El factor suerte tampoco parece acompañar al DT. Heredó una lista de suspendidos (Sebastián Villa, Cristian Pavón, Marcos Rojo, Carlos Izquierdoz, Javier García y Diego González) por una gresca de la cual su cuerpo técnico no fue parte. Y a eso se le sumó ahora la lesión de Carlos Zambrano, que sintió un pinchazo en la cara posterior de su pierna izquierda y fue contundente al regresar a Buenos Aires: “Creo que es un desgarro”. De confirmarse ese diagnóstico (el peruano apenas podía pisar en su traslado desde el avión al micro y evidenciaba signos de dolor en su rostro)

En este escenario, al cual se le agrega el hecho de que Marcos Rojo arrastra un dolor lumbar que le impide estar al 100 por ciento, el equipo se queda sin margen: la dupla Figal-Ávila no tiene variantes con roce profesional.

Aunque las urgencias también ofrecen oportunidades. Desde hace un tiempo hay dos juveniles que se destacan en Reserva. Ellos son Alexis Alvariño y Gabriel Aranda. Ambos forman parte de la lista de buena fe de la Libertadores, e inevitablemente serán la rueda de auxilio en caso de otro contratiempo en ese sector del equipo, ya sea durante la etapa de grupos del torneo continental o por la Copa de la Liga.

El caso Almendra

Al mismo tiempo, otro foco de hipotético conflicto se reavivó en las últimas horas. Agustín Almendra, separado del plantel profesional por Battaglia por su falta de respeto hacia él y un grupo de compañeros, le pidió ayuda al Consejo de Fútbol que lidera Juan Román Riquelme, para intentar recomponer su relación con el entrenador y volver a ser considerado para los partidos.

La situación es muy compleja. El día que se dio esa situación, con insultos públicos del volante a Battaglia, fue una jornada triste para todos. Tanto el DT como los que conforman el Consejo quieren y cuidan a Almendra como a un hijo. Y, sobre todo el primero, se sintieron defraudados. Boca hizo mucho, dentro y fuera de la cancha, por reencauzar la vida de Almendra.

La posibilidad de un hipotético indulto parece remota. El propio Battaglia fue contundente en su momento y lo ratificó el viernes pasado, en conferencia de prensa: “Fui claro en su momento, no tengo por qué volver a opinar del tema. No vale la pena volver a hablar”. Y a eso hay que sumarle la relación con el resto del plantel, que hoy está rota. Principalmente con Darío Benedetto, quien realizó duras declaraciones tras el escándalo.

Gente que camina por el predio de Ezeiza le confía a LA NACIÓN que no hay que descartar la posibilidad de que el futbolista reciba el perdón que busca de parte del cuerpo técnico y vuelva a entrenarse con sus compañeros. Aunque no en lo inmediato y con un objetivo claro: cerrar de la mejor manera el vínculo antes de que el volante sea vendido al exterior a fines de junio.

Así están Battaglia y Boca hoy, intentando espantar los nubarrones. Aunque nadie tiene claro qué deparará el pronóstico para las próximas semanas.

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