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Para todos en la ciudad de Salto era “Goropo”. Andaba por los 16 años en la Navidad del 85 y el diario Norte publicaba su foto acompañada por un visionario epígrafe: “Facundo Manes, firme promesa”. Pero entonces nadie se imaginaba al prestigioso neurocientífico porque muchos sí apostaban por el centrodelantero implacable del Club Atlético Compañía General. Un número 9 elegante, que entendía el juego y leía lo que pasaba a su alrededor. Facundo Manes pensaba, sí, también en el área.
Quizá podría haber sido futbolista. Su padre hasta pensó en llevarlo a la Capital para probarse en algún club, pero el asma hubiese sido implacable en el gran escenario. Entonces, el doctor hizo carrera. Acá y en el mundo, siempre con el fútbol como un vehículo integrador. “Mejor jugador del año 2000. Academic Cambridge League” está grabado en un premio que luce sobre su escritorio. Lo ganó cuando estudiaba y trabajaba en Cambridge. El director del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y rector de la Universidad Favaloro recuerda exactamente dónde estaba sentado en el bar La Terminar, de Salto, cuando Maradona le hizo el gol a los ingleses. El goleador quedó en el recuerdo, pero el hincha está intacto y ahora comparte la pasión con Pedrito, su hijo de 8 años. Fanáticos de River, de la selección argentina… y de Lionel Messi.
–Elogiamos la zurda de Messi, pero las órdenes para jugar parten de su cerebro. ¿No merecería los elogios su cerebro antes que su pierna izquierda?
–Buena pregunta. Aunque juega un rol importante el físico del jugador, el responsable de todo lo que hacemos, de los que hace Messi, claro, es el cerebro. Desde respirar hasta tomar la decisión sobre a dónde y cómo patear una pelota. La falsa idea de que los músculos tienen memoria, en realidad, nos revela el importantísimo rol que nuestro cerebro cumple a la hora de ejecutar movimientos sin tener que pensar cada paso dentro de una secuencia.
–Según señala en su libro, El cerebro argentino, las sociedades inciden en cómo decidimos. Aquí durante años hemos mantenido bajo sospecha a Messi, sin embargo nunca se transformó en un jugador del montón. ¿Ésa es una fortaleza mental?
–Desde el sentido común, es una fortaleza no dejarse atrapar por las críticas de los demás. También permítame disentir un poco con su afirmación: no creo que la sociedad argentina haya mantenido bajo sospecha a Messi. Puede ser algunos, ya que, como dice la canción, “si es que siempre van a hablar.” Mire, lo que le puedo decir sobre esto es que, como argentino, es un alivio esa fortaleza porque vamos a poder seguir disfrutando de Messi en la selección.
–¿Existe el “peso de la historia” como condicionante en el cerebro del deportista? Como los contextos desfavorables, como puede ser el momento que atraviesa la selección en las eliminatorias…
–Claro que no puedo afirmarlo de manera categórica en los casos que me señala, pero sí se ha estudiado mucho de manera científica la influencia de nuestras creencias en nuestra conducta. En este sentido, suelo decir que de la manera en que pensamos, es la manera en que nos sentimos. Si nosotros estamos convencidos de que algo malo nos va a suceder, vamos a vivir angustiados y con temor, cuando no sabemos qué es lo que va a pasarnos. Es nuestra mente la que va condicionando nuestra forma de sentirnos. Eso nos pasa en cada desafío que enfrentamos.
–Cuando se dice que un deportista “tiene buena cabeza” porque rinde bien en momentos de presión, ¿hay explicaciones cerebrales?
–Bueno, la idea de “tener una buena cabeza” entiendo que es una forma metafórica de destacar que alguien tiene un alto nivel de concentración en una tarea específica, es decir, adecuada atención. Los deportistas profesionales como los jugadores de fútbol, los tenistas, los atletas olímpicos, parecen tener más desarrollada la capacidad para mantenerse alerta. Y esta habilidad, otra vez, se logra gracias al entrenamiento. El control mental para esto es clave. Muchas veces los deportistas rinden de manera excelente en los entrenamientos, pero vacilan con la presión durante una competencia real. ¡Debe ser difícil para un atleta enfrentarse a finales y estadios llenos con calma! La confianza es el antídoto, y proviene de una combinación de valor, tolerancia y actitud. Las cuestiones psicológicas resultan elementos claves: como dijimos, control mental, atención, poder de observación, el logro de cierta automatización del movimiento que permita aplacar lo que se llama “control ejecutivo de las funciones mentales superiores”. El atleta de elite, a partir de un entrenamiento riguroso y constante, logra automatizar ciertos movimientos e inhibir así un automonitoreo que consume recursos cerebrales. Esa capacidad le permite disponer de ese plus necesario para la competencia.
–¿Cómo se entrena el cerebro un deportista profesional, si es que eso se puede?
–Sí, claro que se entrena. Además, hoy hay equipos multidisciplinarios que, basados en una creciente evidencia científica, se encargan de mejorar el manejo del estrés y las emociones y de optimizar la atención en los deportistas. Pero no actúan de manera mágica, lleva tiempo y trabajo duro. Es fundamental profundizar y continuar con la investigación en estos temas para poder mejorar cada vez más las intervenciones.
–“Para ser creativos hay que estar un poco loco”, ha dicho. ¿Esa “locura” sería atreverse a tomar riesgos? Hay muchos buenos jugadores, pero ¿es imprescindible el arrojo para demostrar ese talento?
–Cuando digo que hay que estar un poco locos para ser creativos, sí, me refiero a animarse a tomar riesgos y también a no tenerle miedo a equivocarnos. Ningún creativo logró una gran obra innovadora sin antes no haberse equivocado. Nuestra sociedad tiende a estigmatizar el error, cuando en realidad se trata de un paso necesario para poder alcanzar el éxito. Fíjese que un elogio que se da mucho en la tribuna sobre un jugador talentoso es “atrevido”, y tiene justamente que ver con eso.
–Simeone dice que una cosa es jugar a la pelota y otra es jugar al fútbol. ¿Cuál es la diferencia? Pensar, leer el juego. ¿La habilidad esencial para la práctica de cualquier deporte está en el cerebro?
–En el deporte de alto rendimiento importa tanto el entrenamiento cognitivo y emocional como el entrenamiento físico. La motivación, la atención, el mantenerse focalizado y el control mental son claves a la hora de desempeñarse en los deportes de competición. Todo esto se entrena y se va ganando con la práctica. Al repetir miles de veces una secuencia en el cerebro se genera una representación mental de los movimientos de esa secuencia; de esta manera, es posible anticipar los próximos pasos y promover el aprendizaje de otros pasos.
–Usted cuenta que, a diario, nos manejamos con múltiples decisiones automáticas. ¿Será por eso que un gran jugador, cuando se le pregunta cómo hizo determinada jugada maravillosa, no encuentra respuesta, simplemente dice “me salió”?
–Posiblemente. Los seres humanos, basados en nuestra experiencia, intuición, aprendizaje y emoción, integramos la información en un contexto que cambia permanentemente de manera inmediata y automática. La mayoría de las decisiones cotidianas son tomadas de manera automática. Esto se da también en las decisiones motoras, que, en los deportistas están ligadas a días y días de entrenamiento. La automatización de los movimientos libera al cerebro para concentrarse en otros aspectos del desafío atlético. Gracias a esta automatización, podemos decidir de manera rápida, en milésimas de segundos. Por el contrario, las decisiones racionales en las que necesitamos sopesar pros y contras son lentas, demandan mucho más tiempo del que requiere una jugada en un partido.
–Usted advierte que la desnutrición tiene un impacto negativo en el cerebro. Los futbolistas de las inferiores llegan cada vez con más problemas alimenticios en la Argentina... ¿hay que esperar futuras generaciones de peores futbolistas?
–Lo que usted dice seguramente es un síntoma de lo que pasa en la sociedad en general. Por eso, no nos tenemos que sentar a esperar, sino que tenemos que atender de manera urgente los problemas de desnutrición de todos los niños y niñas del país. Es una inmoralidad y una hipoteca social que haya hambre en Argentina. Y la solución debe nacer del compromiso de todos.
–Si el contexto influye tanto en cómo pensamos y decidimos, ¿puede modificar patrones de juego? Por ejemplo, el futbolista de aquí es más producto del potrero. Pero cuando se instala en Europa descubre otra organización y hábitos de trabajo. ¿Eso lo hace pensar distinto y, luego, jugar distinto también?
–Sin dudas, el contexto influye en nuestra conducta. Hay muchos casos de futbolistas producto de la inventiva del potrero que en Europa suman más previsibilidad y organización. Pero más allá de esto, los deportistas que se destacan tienen resiliencia, pueden enfrentar desafíos, fortalecerse y superarse en contextos adversos. Esos deportistas que llegan tienen una visión única de largo plazo. Siempre recuerdo un pibe de mi pueblo, en Salto, cuando yo también era chico, que tenía un talento excepcional: era un Messi en potencia, sin exagerar. Pero hacía todo lo opuesto a un camino que fortaleciera esas destrezas. No sólo hay que tener habilidad, sino también una visión a largo plazo que te haga resistir las tentaciones inmediatas que no contribuyen a un desarrollo profesional. Todo eso forja una personalidad que ayuda a que un deportista se instale en las grandes ligas. La inhibición a las recompensas inmediatas es muy importante. Los clubes tienen un rol fundamental porque deben explicarles a los más chicos que esas recompensas inmediatas no son buenas para el largo plazo. ¡Cuántos chicos con potencial parecido al de Messi se frustraron porque no tuvieron un entorno que promoviera el desarrollo de su potencial! En términos ideales, esto es lo que no debería descuidar un club en la etapa formativa: la importancia del largo plazo, y en eso, además del deporte, el valor del estudio, de la salud, del trabajo, del compañerismo y la solidaridad.
–Más allá del alto rendimiento, para una persona común, ¿practicar deporte en qué beneficia al cerebro o a la actividad neurológica?
–Hacer ejercicio físico, además de tener impacto positivo en el sistema vascular, libera endorfinas, actúa como un buen ansiolítico y antidepresivo, y genera conexiones neuronales. En un estudio que se realizó en adultos mayores sedentarios pero saludables y sin problemas de memoria, a la mitad de ellos se les asignó un programa de actividad física de tres veces por semana. Un año después se observó que el volumen de sus hipocampos, que es una estructura fundamental para la consolidación de la memoria, no solo no había disminuido como suele suceder en los adultos mayores, sino que además había aumentado de tamaño. Así que practicar deportes es una de las claves para mantener la mente saludable.
Facundo Manes cree que sólo una fuerte inversión en educación ampliará el horizonte de la Argentina. Es un activista de la revolución del conocimiento. Por eso detesta los atajos y la picardía. “La viveza criolla es parte del problema de este país”, suele confiar el presidente de la Fundación Ineco y rector de la Universidad Favaloro. Pero en muchos ámbitos del deporte argentino hasta se entrena esa viveza. ¿Cree que es posible cambiar una práctica, esa de ser “pillo”, que desde algunos sectores hasta se jerarquiza? “Es algo que tenemos que cambiar de una vez por todas, en todos los ámbitos sociales y, por supuesto, en el deporte también. Hay un juego que planteamos en el libro ‘El cerebro argentino’ que se llama “El juego del bien común”. Hay 10 personas y un administrador. El administrador le da 100 pesos a cada persona y les dice: “Apuesten lo que quieran a un pozo secreto que yo voy a saber cuánto apuestan y lo voy a duplicar. Después lo repartimos entre todos”. La mayoría empieza a apostar 100 pesos, porque así sabe que le van a dar 100 pesos y después se va a repartir el pozo total. Pero ahí aparece la viveza criolla del que pone 50, porque se va a duplicar en una proporción mayor a los 50 que él puso por efecto del conjunto y además le van a quedar los 50 que se guardó para él solo. Los otros, cuando reciben el monto, ven que hay menos en el pozo. Que hay alguno que no está poniendo todo. Esa conducta mezquina empieza a contagiar al resto y todos empiezan a poner menos. Conclusión: al final, todos reciben menos dinero. Los atajos ventajeros, a la corta impactan sobre el conjunto, y, a la larga, inclusive sobre uno mismo. Hay que pensar en el bien común. La inteligencia colectiva está en pensar en el otro, valorar las diferencias, respetar las reglas de juego, pensar en el largo plazo.
–¿Cómo podría aplicarse la idea de “inteligencia colectiva” a un plantel de fútbol? Por ejemplo, ¿cree que si Lionel Messi trabaja en equipo eso le permitirá lucirse más?
–Varios estudios demostraron que el rendimiento individual de las personas mejora en equipo, ya sea en los trabajos, en las empresas, en las escuelas, en los laboratorios. También en el fútbol. Adquirir habilidades en conjunto redunda en un mejor trabajo grupal. Por ejemplo, para una investigación entrenaron a estudiantes universitarios para que construyeran radios de transistores. A algunos se les enseñó a hacerlo solos y a otros en grupos de tres. El rendimiento de los que se instruyeron en forma grupal fue notablemente mayor que el de los equipos integrados por quienes lo habían hecho en forma individual. ¿Por qué? Porque además de ser más eficientes, conocían los puntos fuertes de sus compañeros y confiaban en ellos. Así que sí, el trabajo en equipo hace mejor el desempeño del crack y también de los no tan cracks.
El cerebro se entrena, desde ya. Los beneficios que arroja ese ejercicio puede ser la diferecia entre competir y consagrarse. Manes, a los 48 años, lo explica desde la confianza, un término clave. “La mayoría de los atletas campeones suelen estar en buena forma psicológica –advierte Manes–. Si no lo estuvieran, no habrían alcanzado un nivel tan alto de logros. Estos atletas rebosan de confianza en sí mismos durante las competiciones. Parte de esta garantía es una actitud que se exuda deliberadamente para intimidar a los competidores. Mayormente, sin embargo, la confianza proviene de la fe de un atleta en sí mismo. Esa fe se construye estableciendo regularmente objetivos altos pero alcanzables en la formación y en la competencia. El logro de estos objetivos y, posteriormente, los siguientes, genera motivación y conduce a la voluntad, imaginando e intentando lograr cualquier meta deseada. Con plena confianza, las personas pueden superar enormes desafíos”, subraya.