Gallardo, Russo y cómo les afecta el juego de las presiones a River y Boca
En junio próximo, Marcelo Gallardo cumplirá seis años como entrenador de River, una situación inédita en nuestro medio, respaldado en múltiples triunfos. En un par de semanas, Miguel Russo cumplirá dos meses como técnico de Boca, con el respaldo del pasado y un prólogo de 2020 auspicioso. El Muñeco es el conductor más exitoso de la historia millonaria y Miguel conserva y alimenta el respeto xeneize de otro tiempo. Rápidos de reflejos, asumen el contexto: la pelea mano a mano por la Superliga, lo único que le falta a Gallardo y una cuenta pendiente de Russo. No solo son los mejores –el 1° y el 2–, sino que cada día juegan mejor. Pero el asunto es otro: el juego de las presiones.
Hasta ahora, a tres capítulos del cierre y con tres puntos de ventaja para River, los dos equipos –uno juega de memoria, pero aprendió a defender con tres, y el otro está en formación, con el manual de la audacia– se sienten a gusto en las alturas. El que juega antes, gana. El que juega después, también. Se invierten los roles y la ecuación no cambia. No se encogen, bajo la órbita de dos conductores que se sienten cómodos en la pasión por el triunfo.
"No podemos esperar que nadie nos dé una mano. Lo que debemos hacer es tomar nuestro destino. Si ganamos los tres partidos que quedan no nos puede alcanzar nadie", confirma Gallardo, que no espía qué hay atrás. Aunque lo sabe muy bien. "No es fácil jugar el torneo con la obligación permanente de ganar, no es simple, lleva mucho esfuerzo. Llegamos a una etapa en la que tenemos que ganar todos los puntos, no hay alternativa. Más allá de que dependemos del rival, si no ganamos, por más que el rival pierda algún punto, no sirve. No es fácil jugar sabiendo que no tenés error", analiza Russo, que espía de a ratos qué hay arriba. Y aporta tranquilidad.
Tal vez, era eso lo que precisaba Boca, traumado en los últimos años. Cada vez que asomaba la cabeza, convencido de su estirpe, surgía la dimensión de River, colosal con el Muñeco. Russo recuperó la autoestima, indispensable para volver a ser. Con Tevez, con Villa, con Salvio, hasta con el fugaz tiempo de Marcos Díaz: todos se sienten arropados detrás de escena y lo confirman sobre el césped.
Semanas atrás, contaba: "Todo va de la mano. Si no tenés la mente bien, lo futbolístico no fluye. Si no estás contento, muy difícil fluyan las cosas buenas. Esto va de la mano. Como estás de la cabeza, jugás". De la cabeza, Boca está muy bien. Casi, casi, como River, en el juego de las presiones.
Más leídas de Fútbol
Perlas del deporte. El crack que hizo un gol borracho y se fue a dormir: "Los ponía en pedo a los rivales con mi aliento"
Efecto Boca. Demichelis habló de su situación y su futuro en River: "No me atan los contratos"
Puntaje ideal. River ganó con un golazo de la joyita Mastantuono y se afirmó en la Copa Libertadores