Seis años de Gallardo en River: la promesa cumplida del DT al asumir y la intimidad de su trabajo
"Creo que nací para esto. Para asumir los grandes desafíos". Marcelo Gallardo no titubeó ni un segundo en su presentación como director técnico de River aquel 6 de junio de 2014. Pasaron seis años y sus palabras parecen un calco absoluto de lo que el entrenador demostraría desde el banco de suplentes. Pero también hubo una promesa que salió desde lo más profundo de su sentir: "River va a recuperar su historia". No solo cumplió, sino que lo potenció. Hoy el club de Núñez siente de vuelta la estirpe ganadora que lo volvió un gigante del fútbol sudamericano y continúa disfrutando de la etapa más exitosa de la vida de la institución. Un ciclo diferente que rompió todos los esquemas.
Responsabilidad. Energía. Identificación. Sentido de pertenencia. Convencimiento. Ilusión. El primer discurso de Gallardo como entrenador en River fue un fiel reflejo de lo que serían sus años de trabajo. Claro que conseguir siete títulos internacionales y cuatro locales para erigirse como el más ganador de la historia superó ampliamente cualquier tipo de expectativas, pero el Muñeco se preparó para asumir el cargo como debía, armó un grupo de trabajo que sintiera como nadie el ADN riverplatense y alcanzó lugares históricos que el club nunca había saboreado. Por eso, la promesa no solo se cumplió, sino que se extendió: hoy la institución de Núñez no solo recuperó su historia, sino que la hizo más grande de lo que era.
"El conocer la cultura de este club me hace sentir y saber que hay un lindo camino por recorrer. Me siento con mucha energía y muchas ganas. Estoy muy ilusionado y no puedo desatender la cultura futbolística de River. Intentaré representar su rica historia de la mejor manera posible", destacó el DT en su presentación. Y desde aquel entonces pudo plasmar una alta competitividad interna y externa que fue moldeando al equipo más ganador de la historia del club.
Guardia alta. Alerta constante. Gallardo vive por y para el fútbol. Está en su ADN. Combate contra la obsesión. Hoy, en tiempos de pandemia, su trabajo sostiene la intensidad a distancia: mantiene constantes reuniones con su cuerpo técnico; recibe informes diarios y semanales de sus ayudantes acerca de los entrenamientos individuales que los futbolistas llevan a cabo; organiza videoconferencias con sus jugadores para mantener y fortalecer la unión del grupo; y ya prepara el terreno para el futuro regreso a la actividad, al punto tal que mantuvo charlas con el presidente Alberto Fernández, quien decidió consultarlo sobre el tema.
Gallardo conquistó 11 títulos en seis años como DT: tres Copa Argentina (2016, 2017 y 2019), tres Recopa Sudamericana (2015, 2016 y 2019), dos Copa Libertadores (2015 y 2018), una Copa Sudamericana (2014), una Supercopa Argentina (2017) y una Suruga Bank (2015).
Con 11 títulos (acumula 19 sumando los ocho que ganó como jugador y está segundo en la tabla histórica a tres de Ángel Labruna), cinco eliminaciones consecutivas a Boca y dos finales ganadas ante el máximo rival, Gallardo construyó una mística ganadora que vivirá para siempre en el Monumental. Nadie puede decir qué será del futuro de River cuando el actual DT ya no esté. Pero hay una certeza indiscutible. Al asumir, se aferró del pasado para agigantar el futuro. Y consiguió algo único: que la historia sea el presente.
La intimidad del DT: cómo llegó a ser lo que es y qué pilares son fundamentales en su trabajo diario
Antes de colgar los botines, Gallardo ya tenía decidido iniciar el curso de entrenador en la Escuela de Técnicos de Vicente López, pero decidió llamar a su amigo Matías Biscay -se conocieron en las inferiores de River- para que lo acompañara, pese a que estaba radicado en España. Así, se recibieron en 2010 y cuando desde Nacional de Uruguay lo tentaron en 2011 para asumir el equipo tras el retiro, no dudó: sus dos primeros integrantes del cuerpo técnico fueron Biscay y Hernán Buján, con quienes comparte, según sus propias palabras, "una relación casi de hermandad" y una enorme pasión por la banda roja.
Su primer paso como DT fue corto, pero exitoso: en la temporada 2011/2012 fue campeón del Torneo Apertura y del Campeonato Uruguayo con Nacional, logrando buenos números (ganó 23 partidos, empató siete y perdió nueve). Y a partir de allí se tomó dos años de extensa preparación para que el próximo desafío lo agarrara bien parado.
"Estuve dos años preparándome. Me tocó dirigir Nacional ahí nomás de retirarme, y como no había podido hacer el duelo de jugador, después de un año decidí descansar y tomarme un tiempo para prepararme. Mi idea era parar un año, se hicieron dos y después de tanto prepararme dije: 'Ahora quiero trabajar'. Estaba con todo ese caudal para volcar y de golpe se dio lo que en ese momento no esperaba: que River se cruzara en mi camino. Y dije: es el momento para volcar toda esa energía. Después pasó todo lo que pasó, que fue muy fuerte", contó en mayo del año pasado en una charla con hinchas a través del concurso "Conocé a tu ídolo" que promueve el club de Núñez y que se transcribió en "Gallardo Monumental".
Ese primer desafío pudo haber sido Newell's, porque el Muñeco estuvo muy cerca de aceptar esa propuesta. Pero un llamado del manager Enzo Francescoli , la persona que le vio el potencial a Gallardo, con el aval del presidente Rodolfo D'Onofrio , cambió su rumbo. "Newell's me parecía algo muy interesante entre las posibilidades que tenía, por idea y metodología de laburo. Estuve a segundos de una respuesta, de decir 'sí acepto', pero me tomé 24 horas para pensarlo. Ameritaba que lo hiciera por el tiempo que venía esperando. Me tomé un día y en mi viaje de vuelta a Buenos Aires paré en Cardales para tomar un café y recibí el mensaje de Enzo. Se dio muy rápido después", reveló en el Podcast de Juan Pablo Varksy.
Empatía, mentalidad ganadora, inteligencia, comunicación directa y constante, unión de grupo, sentido de pertenencia, hábitos diarios para fortalecer la dinámica del equipo, compromiso con los compañeros, intensidad en el entrenamiento para potenciarse los días de partido, exigencia continua para subir la vara, entendimiento de los ejercicios de las prácticas para crecer... las aristas de trabajo de Gallardo y su cuerpo técnico son largas y variadas.
Quizás por eso tiene 19 personas trabajando en su equipo: cuatro preparadores físicos, cuatro kinesiólogos, tres médicos, un entrenador de arqueros, un masoterapeuta, un nutricionista, un psicólogo, un videoanalista y un jefe de prensa. Una estructura consolidada en la que el plantel profesional se apoya para el día a día y para la preparación de los partidos: los jugadores destacan siempre que el DT sabe anticipar como nadie virtudes y defectos de los rivales. "Lo que nos dice Gallardo, después sucede, es como si jugara antes los partidos", reconoció Franco Armani en LA NACION.
Eso lo logra a través de su intuición y del minucioso trabajo previo, ya que el cuerpo técnico graba y examina los entrenamientos propios y tienen informes detallados de cada rival, que son preparados siete días antes por el PF César Zinelli. Además, tras cada partido, tienen los 90 minutos editados (por jugador y situaciones) por el videoanalista Nahuel Hidalgo, quien también les brinda los dos últimos juegos completos del próximo rival, también editados por situaciones y futbolistas. Todo se complementa con el uso del software "Wyscout", que permite hacer todo el trabajo de seguimiento de partidos, equipos y jugadores de todo el mundo.
En este tiempo, potenció a jugadores que rindieron muy bien, le dieron resultados a River y que tuvieron la chance de ser vendidos al exterior, como Sebastián Driussi, Gonzalo Pity Martínez, Matías Kranevitter, Lucas Alario y Exequiel Palacios.
Exigente y metódico, en su rutina habitual, Gallardo llega al predio de Ezeiza a las 7.30 (siempre primero) y puede irse tanto a las 17 como a las 22, porque vive luchando contra la obsesión. Es una palabra que no le gusta, pero sabe que la lleva consigo. "No sé que palabra me definiría, pero un poco obsesivo cada uno es en lo que hace, te tiene que gustar. Si te apasiona lo que hacés... El tema es que eso no te genere confusión, saber que en la vida hay otras cosas que son importantes. Trato de desconectar cuando llego a mi casa, no quedarme enganchado. O aunque sea disimular", explicó en LA NACION en 2017.
Más allá de los once títulos y de haber depositado al Millonario en los máximos planos internacionales como nunca antes en 119 años de vida, el Muñeco siempre apuesta a más, nunca se duerme en los laureles de lo logrado. Y trabaja día y noche para mejorar.
No solo lleva siempre las carpetas y las anotaciones consigo, sino que lee distintos libros que potencien su rendimiento (quedó encantado con "Legado", de James Kerr, sobre el éxito de los All Blacks) y mira mucho pero mucho fútbol, al punto tal de observar un 80% en vivo de la fecha del torneo argentino durante un fin de semana, además de complementar con ligas europeas. Lo que no mira, es porque su trabajo no se lo permite. Un DT que siempre piensa en grande y que, posiblemente, todavía tenga mucho más camino por recorrer.
Un legado que supera los títulos
Uno de los conceptos que más se le escucha a Gallardo es que su legado no solo se vea representado en alegrías futbolísticas. El entrenador sabe que en ningún otro lugar encontrará el sentido de pertenencia y las ganas de potenciar a la institución que le genera estar en River. Por eso quiere dejar una herencia plasmada más allá de las vitrinas.
Así, ideó la remodelación y ampliación del River Camp para que la reserva, la cuarta y la quinta también se entrenen allí, impulsó la creación del predio que hoy el club tiene en Hurlingham –inaugurado a inicios de 2018– para las divisiones menores e impuso a fines de 2017 –su última renovación de contrato hasta 2021– un punto clave para continuar: el desarrollo de una plataforma infanto-juvenil que le permita al club volver a ser pionero en inferiores.
De esta manera, conoce el presente de todas las categorías formativas y tiene asiduas reuniones con el director del proyecto, Gustavo Grossi, para conocer los avances de cada ciclo de trabajo, reimpulsó el reclutamiento de futuros talentos en el país y Latinoamérica y suele pasar los fines de semana viendo los partidos de los más jóvenes. Un Gallardo dedicado a pleno que hoy sigue renovando desafíos en River y, al mismo tiempo, siente que su legado irá más allá de las vueltas olímpicas.
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