Mundo Boca. Tevez-Ábila: la amistad que se convirtió en una competencia
Mientras uno era estrella en Manchester City, el otro jugaba a préstamo en Sarmiento de Junín. Parecía imposible que el fútbol les diera la oportunidad de conocerse, pero se podría decir que fue el cuarteto el que lo hizo posible. El estilo musical y tradicional de Córdoba fue el puntapié de un vínculo que luce incondicional, entre otras cosas, porque Ramón Ábila y Carlos Tevez coinciden con el gran exponente: Juan Carlos Jiménez. La Mona, de hecho, fue el nexo para que se produjera el primer encuentro, nada menos que en uno de los aniversarios del cantante en el mundo de la música, hace unos ocho años. Desde ahí forjaron una química que los llevó, a través de Daniel Angelici como presidente y amigo en común, a ser compañeros en Boca. Y hoy, con Miguel Ángel Russo como entrenador, se encuentran ante una situación nunca antes vivida: una amistad que se transformó en una competencia de grandes números y rendimientos por ser el Nº 9 xeneize.
Tanto con Guillermo Barros Schelotto como con Gustavo Alfaro, el Apache debió lidiar con la llegada de Mauro Zárate, un jugador que era figura de Vélez y del fútbol argentino cuando el Mellizo decidió su incorporación. En contra del retorno de Carlitos desde el fútbol chino, la estrategia del por entonces técnico fue reforzar la delantera con alguien de peso que desnudara los déficits del ídolo en la cancha y ya no estuviera en discusión. Mientras tanto, Wanchope se mantenía a la sombra de Darío Benedetto, por entonces titular indiscutido. La tónica permaneció con Alfaro: mientras Wanchope competía como centrodelantero, el Apache lo hacía para ser segunda punta.
Las cosas cambiaron con Russo. Aún sin prometerle nada públicamente en el arranque del ciclo, se ocupó de dialogar Tevez, el capitán del equipo, y de buscarle un punto en común en cuanto a su posición. Lejos estaba la suplencia en los planes del DT: quería que recuperara su nivel y que fuera importante para el equipo, no desde afuera como en los últimos años, sino que desde el protagonismo. Aunque Tevez nunca quiso saber nada con jugar de 9, por su edad y, en efecto, su resistencia física para chocar con los centrales, Russo lo convenció. Entonces, arrancó la competencia. Tevez-Ábila. Ábila-Tevez.
Russo lo dijo
"Me está gustando mucho la sociedad Soldano-Tevez. Pero también están muy bien Mauro (Zárate) y Wanchope. Estamos como queremos estar", mencionó, conforme, el entrenador en una de las conferencias de prensa. En la intimidad del grupo se nota. Los dos amigos, que disfrutan de asados y cenas, como la última que compartieron con Daniel Osvaldo (ex Boca y actualmente en Banfield), entre otros compañeros, se están enderezando en sus tareas: goles y buenos rendimientos obligan a subir la vara del otro. Si Boca anda tan bien en este 2020, ese aparece como uno de los argumentos.
Tevez es el goleador en lo que va del año. Fue titular en los seis compromisos correspondientes de la Superliga y convirtió cinco tantos: a Talleres (2-1), Godoy Cruz (3-0), Colón (4-0) y un doblete a Central Córdoba (4-0). Es decir, ya cosechó la mitad de los que hizo con Guillermo a lo largo de 2018 (en 34 encuentros oficiales, desde que volvió de Oriente) y está apenas uno por debajo de los que hizo con Alfaro, en 38 partidos. Está claro que su nivel –y el de Boca– está en levantada. "Tevez es muy importante. El fin de semana nos jugamos la final del campeonato, así que es importante", lo valoró Russo tras la igualdad con los venezolanos.
Ábila se encontró con la sorpresa de que perdería el puesto que le perteneció durante el ciclo pasado, aunque con muchas lesiones (especialmente musculares) que fueron generando un gran desgaste con los hinchas. No obstante, en los 139 minutos que disputó, repartidos en cinco encuentros, gritó en tres oportunidades. Y no sólo eso: la mayoría de ellos, anotaciones estéticamente destacables.
Primero, le convirtió de penal a Atlético Tucumán (2-0); luego, el golazo de tijera en Santa Fe para cerrar la goleada ante el conjunto sabalero, y, por último, el festejo del martes en Caracas que no alcanzó para obtener los tres puntos en el debut de la Copa Libertadores (1-1): tras un centro de Villa, acarició la pelota con el taco de la zurda, su pie menos hábil, y esta se metió veloz en el arco. "Que los delanteros como Ábila sigan convirtiendo, es muy bueno para nosotros", explicó Russo.
Boca tiene 16 tantos convertidos desde que Russo volvió a la dirección técnica. Entre Tevez y Ábila se ocuparon de hacer la mitad. Para ganar la Superliga, el sábado próximo, el xeneize debe vencer a Gimnasia y esperar lo que suceda en Tucumán, con Atlético vs. River. Para eso, necesita goles. El Apache y Wanchope, cada uno en su papel, los tienen.
Tevez sigue de cerca el peso de Wanchope
Para entender el cariño que existe entre Carlos Tevez y Ramón Ábila hay que recordar el encuentro televisivo que tuvieron en el Cementerio de los Elefantes tras ganarle a Colón por 4 a 0. "Lo tengo que poner a dieta yo, si no... Sabe que es verdad lo que digo", expresó entre risas el capitán, que lo ayuda permanentemente a Wanchope a ponerse a punto físicamente. "Sí, es uno de los rompe pelotas que tengo atrás, taladrándome la cabeza. Empieza a las puteadas y me frena. Entre él y la nutricionista andan atrás mío", confesó el cordobés, que enseguida detalló: "Uno lo toma para bien y trato de seguir una línea para estar a disposición. Cambié la alimentación, los cuidados que tenía en Brasil. Dejé de comer harinas y dulces". Según hizo saber Guillermo "Pol" Fernández, hay multas, entre otras cosas, por excederse de peso: el control es diario.