Otra buena noche de Andrada: Boca se encomienda a las manos de su arquero para el duelo ante River
Seguramente, en este Boca que pareciera estar inmerso en un mundo nervioso desde la derrota con River en el primer choque de semifinales de la Copa Libertadores (0-2), empezaron a haber grietas con el estilo de juego que tiene el conjunto de Gustavo Alfaro. Aunque hay algo en lo que todos están de acuerdo: Esteban Andrada debe cuidar el arco siempre. Aunque eso implique arriesgarlo a tan pocas horas de una revancha en la que no hay que dar ventajas. Pasó hace tres semanas ante Newell's, en la previa a ir al Monumental, y repitió anoche en la derrota frente a Racing.
Es que el entrenador y los jugadores, titulares o suplentes, le tienen una confianza ciega. Ni que hablar de los hinchas que se sitúan en las tribunas. Pese a que el equipo xeneize se fue al vestuario en desventaja, el arquero recibió fuertes aplausos al dirigirse al arco que ocupó en el segundo tiempo. Aunque el martes Boca necesita goles, los fanáticos depositan su máxima fe también en Andrada para que tenga una de sus tantas noches fantásticas y evite ese gol riverplatense que podría transformar la serie muy cuesta arriba.
Porque, de hecho, fue el causante de que la Academia no se fuera al vestuario con una diferencia de dos goles: en el epílogo, achicó rápido entre muchas piernas y le tapó el grito a Jonatan Cristaldo cerca del área chica. Pero tantas veces se ha dicho que, a lo largo de sus 51 encuentros oficiales, fue figura en muchos de ellos producto de la poca solidez defensiva de sus compañeros, que -de vez en cuando- sufre esa mala compañía. Tan es así que en la noche del viernes tuvo un déjà vu: Rojas filtró la pelota al espacio, Cristaldo lanzó un centro rasante y Zaracho definió fuerte frente al mendocino de 28 años, que no pudo reaccionar. Sí, un calco del gol que le hizo Ignacio Fernández en Núñez, el 1 de octubre: en ambos tantos, la defensa de Boca quedó estática.
Él mismo pareciera que necesita jugar todos los partidos para sentirse cada vez mejor. Dudas, no deja en ningún momento. Volvió a mostrar ante la Academia el mismo repertorio de siempre: buena pegada, salida segura ante cada centro y un confiable pase desde abajo, aún cuando lo pueden complicar como ocurrió en un envío de Goltz difícil de controlar. No para Andrada: amortiguó de pecho y siguió jugando. Aunque ya empezó a mostrar de lo que es capaz en las próximas horas: luego de un segundo tiempo en el que Racing se replegó y no lo complicó, sobre el final del encuentro salió velozmente en posición de líbero hasta la mitad de la cancha, se tiró al piso para cortar un contragolpe, se levantó y con un pase preciso abrió la cancha para reiniciar el ataque. La Bombonera explotó en aplausos.
Tal es la confianza que existe sobre sus guantes que fue el único titular de los que estarán en el campo de la Bombonera cuando se inicie la definición infartante ante el Millonario. Y él responde: dentro de un equipo muy flojo, que futbolísticamente ilusiona poco de cara a la revancha, fue lo mejor. Por cosas así, Marcos Díaz, el hombre de confianza que trajo el técnico desde Huracán, jamás pudo sacarle el puesto.
Igualmente, en Boca rezan para que el martes sea un espectador más y el equipo pueda pasar a la final con una noche épica que no precise de las grandes intervenciones de un Andrada que cada vez se hace más gigante en el corazón de la gente.
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