Con el liderazgo de Gustavo Costas, el club de Avellaneda obtuvo otro título internacional después de 36 años de sequía; fue tras derrotar a Cruzeiro por la final de la Copa Sudamericana
Tras la histórica conquista de Racing Club, que venció a Cruzeiro 3 a 1 para quedarse con la Copa Sudamericana y obtener su primer título internacional en 36 años, miles de hinchas académicos copan la Plaza de la República y esperaban ansiosos para vitorear el paso del micro con los héroes de Asunción. Nada es casualidad en esa sutil postal de la espontaneidad diseminada por la avenida 9 Julio y la calle Corrientes. Grandes, chicos, señoras y chicas cantando y bailando. Soñando y queriendo ser parte de otro capítulo más en la historia del club. Bebiéndose la vida y pulverizando aquellos momentos de resignación y escepticismo que los invadió en 1999 cuando la síndica Liliana Ripoll esgrimió la inoportuna frase “Racing Asociación Civil ha dejado de existir”. Racing hoy es otro y disfruta su fiesta.
A nadie le importa el calor del cemento, bañarse en transpiración, llorar, abrazarse con desconocidos y gozar infinitamente del momento. Hay pura bonhomía y pasión académica. Porque este título de Racing llega en un gran momento para el club, que desde el inicio del siglo XXI cambió el paradigma de derrotas para pasar a ganar títulos de distinto tipo, como el recordado de 2001 con Mostaza Merlo y los 2014 y 2019, además de dos definiciones ante Boca, con Fernando Gago de entrenador.
Los dirigidos por Gustavo Costas ya se encuentran en el país y se unieron a los festejos en el centro porteño. La caravana del plantel de Racing partió desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza cerca de las 17.45. Se desplazaron por la Autopista Ricchieri, que más adelante se transforma en Dellepiane y 25 de Mayo, y terminaron en el Obelisco minutos después de las 19. El micro descapotable que trasladó a los jugadores avanzó a una velocidad de entre 30 y 45 km/h, con el objeto de que los fanáticos puedan saludar a sus ídolos sin inconvenientes. El recorrido tuvo tiempo de duración aproximado de 30 minutos. La comitiva estuvo escoltada por móviles de la Policía de Tránsito de la ciudad de Buenos Aires y efectivos de la Policía bonaerense.
Desde temprano, la Policía de la Ciudad dispuso de un operativo de prevención en el centro porteño con 400 efectivos, carros hidrantes y un helicóptero para evitar los incidentes que se habían vuelto una costumbre desagradable en las últimas celebraciones en ese lugar. Si bien, al principio la convocatoria fue modesta, pasadas las 17.15 horas, minutos después que el plantel arribara a Ezeiza procedente de Paraguay, la cantidad fanáticos presente en el microcentro porteño se duplicó y obligó a prohibir la circulación de los vehículos sobre la populosa avenida 9 de Julio. Esto trajo aparejado algunas escaramuzas entre algunos hinchas alcoholizados.
Fuentes de la Policía de la Ciudad habían adelantado a LA NACION detalles sobre el operativo de seguridad que ya ese encuentra desplegado en las inmediaciones del Obelisco: “Teniendo en cuenta que es siempre punto de encuentro para los hinchas durante los festejos deportivos, desde las 17 horas habrá mayor presencia de la Policía de la Ciudad en distintas zonas. A eso se sumará también la presencia de personal de Espacios Públicos para desalentar el consumo de alcohol”.
Respecto de calles y avenidas cuya circulación estará restringida al acceso con vehículos de cualquier tipo, detallaron: “Habrá cortes de calles focalizados, principalmente en Corrientes, entre Carlos Pellegrini y Suipacha y también en Diagonal Norte, entre Libertad y Cerrito para evitar complicaciones”.
El pico de entusiasmo empezó a vivirse alrededor de las 18.30, ya con las noticias que llegaban desde Ezeiza. El micro se acercó y la gente, definitivamente, dominó el ancho de la avenida. El tránsito ya no circulaba por la 9 de Julio. Sólo se esperaba a un vehículo. Todos ya saben cuál. El que traía a Costas y sus muchachos.
“Y a nuestra gente, que no solo copó de nuevo dos canchas, sino que también volvió a demostrar que somos la mejor hinchada. ¡Gracias infinitas! Este logro es de ustedes también que alentaron y apoyaron al equipo ¡Vamos por mucho más!”, celebró Víctor Blanco, presidente de Racing, en la misma sintonía.
Racing, parte del selecto grupo de los cinco grandes del fútbol argentino, fue el primer tricampeón de su país (entre 1949 y 1951), primer campeón argentino de la Copa Libertadores (1967) y también de la Copa Intercontinental (1967). Pero lo que siguió fue una largo período de sequía, con pocas alegrías para los fanáticos. Descendió de categoría a principios de los 80, estuvo 35 años sin festejar un título local y tardó 32 años en volver a disputar una final sudamericana.
Hasta que en el estadio La Nueva Olla de Asunción, Paraguay, y con el apoyo mayoritario de su hinchada, volvió a gritar campeón de la mano de Costas. Además de conseguir su cupo para la próxima Copa Libertadores, el cuadro de Avellaneda embolsó como premio 6 millones de dólares. Cruzeiro se llevó dos millones.