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No importa que hayan pasado cien años: River y Boca siempre polemizan. Si no es la cantidad de títulos ganados, es la cantidad de temporadas que cada club jugó en la B Nacional. El superclásico es un loop perpetuo. El nuevo contrapunto surgió desde que un flamante revisionismo ejercido por historiadores rescató del olvido al llamado amateurismo, los años previos a 1931, cuando los futbolistas tenían prohibido cobrar dinero. Aunque River y Boca fueron fundados entre 1904 y 1905, la historia solía contarse a partir del profesionalismo instaurado en la década del 30. La reciente reescritura del pasado, sin embargo, provoca desconciertos. Resultados de hace un siglo generan debates urgentes.
Cuando Boca salió campeón en 2011, el club festejó el 51° campeonato de su historia. Pero cuando hace un mes celebró el título de la temporada 2016/17, las estrellas pasaron a ser 66. Boca no ganó 15 campeonatos en seis años, sino que en el medio revalorizó los títulos de liga y las copas del amateurismo, previos a 1931. El cambio de paradigma por los años redescubiertos llevó a confusiones, por ejemplo la que ocurrió en el último festejo. Un reloj ubicado en la Bombonera marcaba 112 años, el tiempo, según explicó el locutor del estadio, que Boca llevaba en Primera división (una idea que copió del Hamburgo, el único club alemán que jugó todos los años en la Bundesliga).
Desde que River e Independiente descendieron en 2011 y 2013, Boca se convirtió en el único equipo que participó en Primera en todas las temporadas del profesionalismo. Su hinchada entona ante el resto de los rivales el ya famoso canto, en especial a River, “vos sos de la B”. Pero no es cierto que Boca haya jugado siempre en la A. En el amateurismo, entre 1908 y 1912, estuvo cinco años en la segunda categoría. Lo que debería haber festejado el animador es que Boca lleva 112 años sin descensos.
El debate sobre el amateurismo ganó espacio en los últimos meses y terminó de explotar cuando el diario Clarín publicó la semana pasada una nota que reconstruyó que en 1913 Boca pasó de lo que hoy es la B Nacional a la Primera División no por méritos deportivos sino por una reestructuración aprobada por todos los clubes, entre ellos River. En efecto, en tiempos en los que el fútbol se organizaba a los tumbos, la AFA decidió en 1912 que, para paliar la fuga de varios equipos a una incipiente federación paralela, los clubes de la segunda categoría debían ascender a Primera División al año siguiente, independientemente del puesto en el que hayan terminado. Boca finalizó tercero por lo que, de no haber sido por esa medida, habría permanecido otro año, el sexto, en la segunda división.
El artículo, titulado "Hace 105 años Boca estaba en la B y ascendió con el escritorio (y el apoyo de River)", no pasó inadvertido. “Aquella resolución no fue hecha para Boca”, respondió la subcomisión de Historia de Boca, que incluyó en las leyes de la época a su histórico rival: “River también tuvo un ascenso 'de escritorio'. En 1905, cuando se afilió a la Asociación, se anotó en la tercera liga. Al año siguiente apareció en la segunda categoría. "(…) River pasó de la C a la B en un escritorio en 1906".
Pero el vicepresidente del Museo River, Patricio Nogueira, lo niega: “Lo de River no fue ‘escritoriazo’. Se anotó en la tercera categoría un año y en la segunda al siguiente porque era reglamentario. Cada club podía inscribirse en la categoría que quisiera, salvo en Primera División. En 1908 llegó a Primera al ganarle 7-0 a Racing”. Diego Estévez, especialista en el amateurismo e integrante de la subcomisión de Historia de Boca, pone un freno: “Es una polémica fugaz a tono con hinchas cada vez más pendientes del rival. Lo que quizás motivó la reacción de Boca fue el título de la crónica. Da a entender que Boca fue promocionado a Primera gracias a la ayuda de River y en verdad fue por una decisión de la Asociación. Firmaron todos los clubes, entre ellos River”. El periodista de Clarín que escribió el artículo, Abel Escudero Zadrayec, cierra el tema: “El texto está respaldado por documentos y actas de la época. Ningún dato puede ser desmentido”.
Más allá de la letra chica, o no tanto, el fútbol argentino comenzó a reconciliarse con sus años olvidados. “Antes de 1931 jugaban los mismos clubes que ahora, en 1930 Argentina salió subcampeona del Mundial y en 1928 fue subcampeona olímpica. ¿Dejamos de lado esos torneos? Es como si quisiéramos contar la historia argentina a partir de 1816 (declaración de Independencia) y omitimos la Revolución de 1810 (primer gobierno patrio)”, dice Alejandro Fabbri, periodista e historiador.
Pero el revisionismo todavía debe ser aceptado por los clubes que quedan desfavorecidos. En 2015, el presidente de San Lorenzo, Matías Lammens, se quejó cuando la transmisión televisiva cambió bruscamente los historiales de su equipo ante Boca. En las estadísticas previas al partido de 2014, San Lorenzo llevaba nueve triunfos de ventaja (71 a 62). En el siguiente clásico, esa diferencia se había acortado a tres (73 a 70). “Parece que perdimos ocho veces con Boca en un año”, escribió Lammens. En el medio, la televisión había sumado los encuentros previos a 1931.
Tener ventaja en el historial, ejercer la “paternidad”, es clave para las tribunas. Como “ser de la B”. Con las nuevas estadísticas, River podría cantarle a Boca que el “de la B” es su clásico rival, teniendo en cuenta que, en la historia integral, jugó más años en la segunda categoría, incluso a pesar del paso reciente de los millonarios por la B Nacional (cinco años Boca y cuatro River, en total). Pero Boca, a su vez, podría retrucarle a River que “es de la C”. En todo caso, los años rescatados favorecen especialmente a Racing, que ganó nueve ligas en el amateurismo, por lo que en el historial completo se pone por delante de Independiente, su clásico rival (17 a 16), que en el profesionalismo le lleva ventaja (14 a 8).
“El concepto de ser de la B y ganar en los escritorios es un concepto moderno que no se puede aplicar a los inicios. Casi todos los equipos comenzaron en las categorías más bajas hasta que se consolidaron en Primera”, sostiene el historiador Oscar Barnade. “Algunos rechazan el amateurismo –cierra Fabbri- pero en el profesionalismo se hicieron barbaridades. En una copa oficial, la Adrián Escobar, el campeón se definió por cantidad de tiros de esquina a favor”. Un tiro de esquina ejecutado hace décadas puede abrir otro contrapunto en el apasionado, inexplicable, fútbol argentino.
© El País