Una demolición: Boca le pasó por encima a Vélez y recupera la confianza para el Superclásico

En su mejor partido del año, Boca goleó a Vélez por 7 a 1, pero por sobre todas las cosas, exhibió una notoria mejoría futbolística frente al que hasta anoche era el cómodo líder de la Zona B de la Copa de la Liga.

Lo resolvió en una ráfaga, con tres goles en 9 minutos (a los 8, a los 10 y a los 17 del complemento). Pero el Fortín había quedado groggy mucho antes, después de un muy buen comienzo. La claridad conceptual de Edwin Cardona y un Sebastián Villa imparable fueron las claves de un equipo que funcionó precisamente como tal.

En Liniers se vio a un conjunto xeneize con actitud, con capacidad de reacción, concentrado. Y, fundamentalmente, con espíritu de equipo. Aunque también es cierto que se repite: todo lo bueno ocurre por el lado izquierdo.

Lo de Cardona fue otra vez diferencial. Sobre sus espaldas se sostiene cualquier ilusión de triunfo del equipo azul y oro. Fue él quien fabricó una falta que Amor no pudo evitar casi en la puerta del área para, a los 15, anotar desde su perfil favorito el 1 a 0. A su clase habitual le sumó esta vez picardía, porque cuando la barrera saltó, su remate rasante se fue derechito al fondo de la red ante la mirada de un Hoyos que nada pudo hacer.

Solo las propias complicaciones que se fabrica Boca en la última línea posibilitaron el 1 a 1 parcial, anotado por Lucero solo cinco minutos más tarde. Otra vez Zambrano salió en la foto del festejo rival.

El propio Cardona lustró su botín derecho para habilitar en el momento justo a Villa, que a los 31 del primer tiempo metió quinta, eludió a un Hoyos que salió a achicarle el ángulo, y definió frente al arco vacío. Y a los 8 de la segunda parte dominó, enganchó hacia su perfil diestro y la colocó junto a palo izquierdo de Hoyos. Un remate del delantero colombiano derivó en el cuarto, después de que el rebote en el poste lo capitalizara Maroni, de zurda.

Lo de Carlos Tevez es digno de destacarse. A los 37 años, en ningún momento se notó que hacía tres semanas que no jugaba un partido oficial. El Apache comprendió que el mejor homenaje a su padre adoptivo fallecido hace dos semanas se lo hará recuperando la alegría. El capitán se mostró rápido, fuerte, potente y siempre listo para pedirla. Su entrega tuvo premio: anotó el quinto, luego del enésimo desborde de Villa y el centro de Fabra.

Tal vez pasó desapercibido, pero fue muy bueno el trabajo de Jorman Campuzano. Muy preciso en los anticipos y en el pase rápido a un compañero. Medina lo acompañó bien y Maroni, parado de volante por derecha fue mucho más que Mauro Zárate, sobre todo en lo vinculado con el juego en equipo.

Vélez, de juego prolijo y aceitado, chocó contra tres obstáculos que hipotecaron sus chances de victoria. El primero fue arbitral. Abal debió echar a Nicolás Capaldo, que otra vez fue mal con la plancha ante la integridad de un rival. El miércoles, ante Claypole, debió haber sido expulsado a los pocos minutos de juego. Y ayer, lo mismo, cuando hizo revolcar de dolor a Amor a los 10. Según Abal, fue solo para una tarjeta amarilla.

El segundo fue la pronta salida por lesión de Guidara. El ingreso de De la Fuente le quitó al local una buena alternativa de ataque por el lado derecho. El tercero fue futbolístico: Edwin Cardona.

Al partido le sobró media hora. Vélez, entregado, hizo lo que pudo. Y el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo se floreó. Si hasta Fabra, que había participado poco en el ataque, edificó una gran jugada por izquierda, Jara le devolvió la pared y Maroni, solo, la empujó a la red para el sexto. Jorman Campuzano redondeó una noche excelente con una definición propia de delantero para el 7-1 definitivo.

A un año de la histórica definición de la Superliga que le arrebató a River en los últimos minutos de la última fecha, Boca se regaló una actuación que lo ilusiona. Que le permite creer que la crisis futbolística quedó atrás y la recuperación es posible. A una semana del Superclásico, esa es una muy buena noticia.

La síntesis