Ahora sí, Tiger está de vuelta
Ya está. Ahora sí, Tiger está de vuelta. Hasta este torneo, este año había sido el de la recuperación, pero desde ayer se lo podrá considerar como el del regreso del juego, la concentración y el dominio de las situaciones límite. El instinto asesino que lo llevó a la cima parece intacto, para alegría de los fanáticos y espanto de sus competidores.
La ovación que lo recibió en el hoyo 18 para el cierre de un PGA Tour Championship formidable, en el West Lake Golf Club, Atlanta, fue un desahogo para las miles de personas que eran testigos de un regreso histórico, que llegó al corazón de los millones de televidentes que no querían que se terminara la magia. La imagen de Tiger caminando hacia el green con una multitud acompañándolo en su recorrido era impensada en los últimos años, cuando todos los males parecían haberse apoderado de él.
Hubo que esperar 1876 días para verlo campeón de nuevo. El rostro obnubilado de Tiger detenido por la policía de Florida, en mayo del año pasado, cuando conducía bajo los efectos aparentes de alcohol o barbitúricos (después se dijo que eran fuertes sedantes), es un mal recuerdo frente al deportista que se pudo ver hoy, sonriente y al borde de las lágrimas.
Tiger Woods está de vuelta, pero no es el mismo de otros tiempos. Hasta su derrumbe era una máquina de ganar, insensible, serio e hiperconcentrado. Incapaz de transmitir sensaciones de alegría, más allá de agradecer con el gesto típico de llevarse la mano a la visera de la gorra. Pero desde comienzos de este año, cuando poco a poco fue reconstruyendo su golf y recuperando la confianza, en los campos que pisa se puede observar a otra persona, que combina los destellos del mejor golfista de todos los tiempos con la gestualidad de un jugador más sensible y cercano.
A los 42 años volvió a ganar rodeado de muchos jóvenes que lo admiraron desde la TV, como Rory McIlroy, Billy Horschel o Ricky Fowller, las nuevas estrellas del golf. Y todos esperaron a que concluyera su ronda para acompañarlo en el festejo.
Con el de ayer alcanzó 80 torneos ganados en el PGA desde 1996, que incluyen 14 Majors. Su última gran victoria había sido en 2008, en el US Open, y no ganaba desde 2013, en el WGC-Bridgestone, en Ohio. Después vino la sequía, los escándalos y la acumulación de lesiones que lo llevaron cuatro veces al quirófano. Ahora está a solo a dos triunfos de la inalcanzable marca de 82 victorias de Sam Snead.
Celebremos, Tiger está de vuelta.
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