El sudafricano fue artífice hace dos fines de semana de una conquista en el PGA Tour que trascendió lo deportivo
Primero, la persona que vive y siente. Después, el golfista que lucha por la gloria y el dinero. Jamás estuvo en discusión el orden de prioridades, en donde la faceta humana y los sentimientos anteceden la recompensa deportiva. Una lógica que se impuso con todo su peso en el triunfo de Erik van Rooyen hace apenas dos fines de semana en el World Wide Technology Championship, disputado en El Cardonal, una cancha diseñada por Tiger Woods. Cuando se haga el repaso de la temporada 2022/2023 del PGA Tour quedarán atesoradas de manera especial esas imágenes –mezcla de emoción y profundo dolor- que se conjugaron en el campo de Diamante Cabo San Lucas, en México.
El desenlace en el green del hoyo 18 lo explicó todo: fue la síntesis de lo que pueden experimentar un jugador y un caddie cuando en una campaña exitosa se entrevera un episodio shockeante y conmovedor. Después de una definición apretadísima en lo más alto del leaderboard, con el colombiano Camilo Villegas y los estadounidenses Matt Kuchar y Justin Suh al acecho, Van Rooyen vio cómo su putt para águila rodaba y se derramaba irremediablemente hacia el hoyo, como un mandato del destino. Tenía que ser... y fue. Entonces, el flamante campeón levantó el puño derecho en señal de festejo con la mirada clavada en su caddie, Alex Gaugert, que alzó ambos brazos mientras seguía sosteniendo una toalla. Y allí se fundieron en un sentido abrazo, mientras sus cuerpos temblaban. No necesitaban decirse algo entre esos dos viejos amigos, porque sus mentes ya habían conectado en una sola persona: Jon.
"Every shot out there today was for him." ❤️@FredVR_'s best friend, Jon Trasamar, is battling cancer.
— PGA TOUR (@PGATOUR) November 5, 2023
Van Rooyen just made a walk-off eagle to win @WWTChampionship. pic.twitter.com/6vS0HvzfJU
Jon Trasamar es quien liga directamente a Van Rooyen con Gaugert en un pasado de sueños e ilusiones, cuando los tres jugaban golf universitario en representación de la Universidad de Minnesota. Ganaron el Campeonato Big Ten de 2014 como equipo y Trasamar terminó empatado en tercer lugar en la competencia individual. Pero después, Trasamar se quedó atrás desde una perspectiva profesional y tuvo que remar para encontrar un sustento dentro del golf. Consiguió un trabajo como caddie para ayudar a pagar las cuentas y dos años después conoció a Allie, su mujer, con quien se casaría en 2022. Sin embargo, pronto recibiría un diagnóstico de melanoma, el cáncer de piel más peligroso. En los últimos tiempos parecía que estaba en remisión y luego, a través de un mensaje de texto el martes previo al torneo, van Rooyen y Gaugert se enteraron de que el cáncer había regresado y se había extendido por todo su cuerpo.
Ni bien el sudafricano cerró su torneo con águila, para ganar con un total de -27 y lograra su segundo título en el PGA Tour, habló entre lágrimas al lado de su caddie, mientras miraban las respectivas pelotitas que tenían en honor a su amigo. “Hay cosas más importantes en la vida que el golf”, suspiró el jugador, con la voz quebrada. “Si miras mi pelota... tiene una nota musical y las iniciales ‘JT’. Es para Jon Trasamar, nuestro mejor amigo. Tiene melanoma y no va a sobrevivir”. En medio de la emoción, agregó: “Cada tiro en este torneo fue para él. Cuando juegas por algo más grande que por un tonto trofeo, eso pone las cosas en perspectiva. Al final del día, si gané o perdí acá, realmente no importará. Sí cuando algo te motiva, en vez de si aciertas o fallas un putt. ¿A quién le importa?”.
A victory destined to happen.
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Alex Gaugert, @FredVR_'s caddie, reflects on a meant-to-be win @WWTChampionship. pic.twitter.com/9NROIOvWue
El día después de la victoria, el deseo del jugador y el caddie ganadores en El Cardonal fue volar inmediatamente rumbo a Minnesota para visitar a su amigo, probablemente una de las últimas veces: el propio Rooyen admitió con tristeza que a Trasamar le quedan “entre seis y diez semanas” de vida. Es el padrino de su boda y un hombre que estuvo siempre en su memoria durante el certamen. El viernes, después de la segunda vuelta, Van Rooyen rompió a llorar en la habitación de su hotel sin poder olvidarse de ese fatídico mensaje por Whatsapp que le había llegado de su amigo sobre su estado de salud. Y el sábado, cuando se enseñaba bien perfilado para llevarse el título del World Wide Technology, aseguró que un triunfo “lo significaría todo”, tanto para honrar a Jon, como también porque le daría la exención para el PGA Tour después de disponer de un status inestable.
El sudafricano llegaba a este antepenúltimo torneo del FedEx Fall contra las cuerdas. Figuraba “en la burbuja” que implica situarse en el puesto 125 de la clasificación general y peleaba por conservar la tarjeta del PGA Tour completa para 2024. Y tras esta victoria no sólo se garantizó dos años de continuidad en el máxima circuito, sino también un lugar en el Sentry -donde se reúnen todos los campeones en Kapalua-, en el Masters, el PGA Championship y un cheque de 1.476.000 dólares. Además, sus objetivos para el calendario del año próximo cambian por completo. Le espera un escenario lleno de oportunidades, pero reconoció que venía de varios meses complicados en lo deportivo: más cortes fallados que conseguidos y hundido en el puesto 151° en el rubro “Golpes Ganados”. Eso sí: todo comenzó a mejorar cuando comenzó a trabajar con el instructor Sean Foley en el US Open y los resultados se fueron dando de a poco.
Bigger than golf.
— PGA TOUR (@PGATOUR) November 6, 2023
An emotional @FredVR_ discusses his best friend, Jon Trasamar, who is battling cancer. pic.twitter.com/sz9bM0FL1s
Pero al final, en esa semana tan especial en tierra mexicana, todo vuelve a Jon Trasamar. “Era como un hermano para mí”, aseguró van Rooyen, que a sus 19 años no le resultó nada fácil dejar su país. En septiembre de 2009 se despidió de su pequeño pueblo en Bellville, en Ciudad del Cabo. En cuanto a lo deportivo, había una razón importante para irse: el campo de golf donde jugaba allí no estaba en las mejores condiciones y sentía que debía desplegar las alas hacia un lugar más apropiado para desarrollarse como golfista. Más allá del desarraigo de sus costumbres y de sus seres queridos, enseguida encontró un nuevo refugio en Minnesota. Y la bienvenida fue óptima: Jon y su familia, que vivían a dos horas de Minneapolis, ya lo estaban esperando en el aeropuerto para conocerlo y saludarlo, porque poco después iba a ser su compañero de cuarto y de equipo en la Universidad. “Obviamente nos convertimos en mejores amigos”, recuerda Van Rooyen.
A Jon le diagnosticaron melanoma en etapa 4 hace aproximadamente un año. Pese al cimbronazo inicial, pasó a estar limpio de la enfermedad en abril pasado, en la semana posterior al Masters de Augusta, cuando llamó a Van Rooyen y le envió la foto del escaneo, que demostraba que estaba libre de cáncer. “Aquel fue un momento increíble para todos nosotros, pero poco después volvió y se sabía que iba a ser una batalla cuesta arriba. Y el martes nos envió un mensaje de texto, en el que decía que le quedan entre seis y 10 semanas. Le hicieron un montón de exploraciones y el cáncer estaba diseminado en todos sus órganos, en todas partes. No creo que le quede mucho tiempo. Estamos volando hasta Minnesota mañana para ir a verlo”, relató el campeón en la conferencia de prensa posterior a su águila inolvidable.
“¿Imaginas que te estaba mirando?”, le preguntaron a Van Rooyen, que detalló: “Sí, espero que haya estado observándome en el torneo; nos enviamos mensajes de texto. Le acabo de decir cuánto lo amo y cuánto lo extraño. Lo único que quiero es ir a jugar nueve hoyos con él en alguna parte”. Además, se refirió al factor irrelevante de los triunfos si se los mide a lo largo del tiempo, bajo otro prisma: “Cuando tenga 80 años, si llego a esa edad y miro hacia atrás, no los recordaría. Voy a recordar a las personas con las que pasé tiempo, las personas que amo y él ciertamente es uno de ellos, así que espero verlo”, comentó este jugador que se graduó en la Universidad de Minnesota en 2013, volvió a Sudáfrica para empezar a jugar en el Sunshine Tour, pasó por el Challenge Tour Europeo, saltó al European Tour en 2018 y a mediados de 2019 logró sumarse al PGA Tour, en una carrera en constante ascenso. Pero siempre, paso por paso: “Ciertamente no fui el Rory McIlroy del mundo en el que ganas majors a tus tempranos 20 años”, reconoció.
Después de haber dado su primer zarpazo en el PGA Tour en el Barracuda en 2021, Van Rooyen se llevó una segunda victoria que siempre recordará, dedicada a un amigo que nunca olvidará. “A algunos no les toma mucho tiempo madurar y a otros les toma más. A mí me ha tomado un tiempo. Tengo 33 años y ahora tengo dos hijos. Eso te da perspectiva. Cuando sucede algo como esto cuando tu mejor amigo, colocas las cosas en perspectiva: el golf realmente no interesa”.
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