Con tan solo 19 años, cruzó a nado el Río de la Plata; aunque los mejores nadadores de aguas abiertas lo habían intentado, todos fracasaron antes que ella
La crónica de la proeza de Lilian Harrison se publicó en LA NACION del 23 de diciembre de 1923.
Cuando el jueves por la tarde zarpó de la Dársena Norte, rumbo a la Colonia, el vapor que conducía a Lilian Harrison, de 19 años, y a los que iba a fiscalizar su tentativa de travesía del Río de la Plata a nado, un representante de LA NACION se encontraba a bordo. Esperábamos que el hecho había de dar lugar a una nota sportiva sin duda interesante. Pero ¿se realizaría el propósito fundamental del viaje? No hemos de ocultar en este momento nuestro escepticismo. Esa misma travesía, difícil entre todas –acaso la más difícil aún que la de la Mancha, si se tiene en cuenta la diferencia de la densidad del agua- había sido intentada ya por campeones de aptitudes sobresalientes: Enrique Tiraboschi, Romeo Maciel, Luis Garramendy, Vito Dumas… Y, no obstante el valor indiscutiblmente mundial de ese cuarteto magnífico, la proeza estaba todavía por hacerse. ¿Cómo admitir que una mujer, por muy fuerte y muy bien preparada que estuviese, alcanzara el triunfo allí donde aquéllos fracasaran? No nos sentimos culpables de incredulidad, pues que esa opinión nuestra fue también la opinión de la mayoría. Ciertamente, la hazaña parecía superior a las fuerzas de un organismo femenino. Esa travesía iba a exigir muchísimas horas de lucha tenaz, agobiadora, terrible en su misma monotonía inevitable. Desde luego, Lilian Harrison llevaría a cabo una performance magnífica, mejor, probablemente, que aquella que cumpliera en aguas del Tigre. Pero la travesía del Plata…
Y, sin embargo, he ahí que lo que pareció imposible se ha producido. Lilian Harrison, cuyo nombre queda vinculado para siempre a la historia de los grandes hechos de la natación mundial, abandonó la costa uruguaya el viernes a las 9. Fue un comienzo arduo, en el que hubo ya que vencer obstáculos inesperados. Los superó, sin embargo, y continuó ganando la distancia con dirección a la costa argentina. Así toda la tarde; así también toda la noche, noche de plenilunio que alumbró en el gran río un espectáculo fantástico y admirable. Y el alba sorprendió a la nadadora y a su breve comitiva con la línea de tierra a la vista.
La campaña
Con el aporte de LA NACION
Para recaudar el dinero que le permitiera participar en la travesía, Lilian Harrison recibió varias donaciones. La campaña fue organiada por LA NACION y cada recepción de dinero era notificada por la atleta. "Recibí del señor Rosauro Amézqueta de la Sección Sport del diario la cantidad de 1360 pesos moneda nacional", escribió la nadadora en un telegrama recibido el 6 de enero de 1924.
Los que tuvieron el privilegio de seguir el raid enomre hablarán de la emoción extenuadora de esas horas en que, impotentes a bordo, sintiéronse unidos por el mismo temor y la misma esperanza. La valiente joven seguía nadando con aparente tranquilidad. El ritmo magistral de su brazada se mantenía. Faltaba aún ver en ella la primera señal de desfallecimiento. Pero ¿llegaría? Muy cerca también de la costa habían tenido que declararse vencidos los que en la misma tentativa la precedieron. Y, por lo demás, ¿poseía las reservas de fuerza necesaria para ir hasta el fin sin que su extraordinaria, su insuperable energía fuese traicionada en el instante de alcanzar el triunfo?
Así, esas horas finales fueron horas de angustia profunda para cuantos venían en el avance lento, sin más excepción que la propia nadadora. Toda corazón, toda alma, sin otro pensamiento que el triunfo, aquella mujer, aquella niña, continuó luchando contra la fatiga, contra la extenuación, contra el frío, contra ese embotamiento que se apodera del nadador después de muchas horas, y contra el cual sólo se resiste por un prodigio de la voluntad. Cinco kilómetros… cuatro… nada más que dos… apenas uno. Hasta entonces, y durante toda la jornada de la víspera, lo propio que durante toda la noche, tres de aquellos cuatro vencidos por el Plata, admirables de desinterés, magníficos de espíritu sportivo, habíanse turnado en la tarea de acompañar a la nadadora no menos admirable. No les escocía su propio fracaso ante la visión de una posible victoria femenina, que por serlo había de resultar doblemente brillante. Y en ese tramo final, la acción de Tiraboschi, Garramendy y Maciel contribuyó poderosamente a la realización de la gran proeza. Rodeando a Lilian Harrison, estimulándola con la seguridad del triunfo, identificados con la propia suerte de la nadadora, generosos y sportmen –que este vocablo lo resume todo- su esperanza se comunicó bien pronto a los que desde a bordo seguían, dominados por la ansiedad, esa fase final de la prueba.
Los datos
Detalles de una proeza
1
Dos botes del Ministerio de Marina, con diez remeros cada uno, acompañaron el recorrido de Harrison. “Una mujer intentará completar lo que no pudieron valientes y esforzados nadadores”, escribió LA NACION.
2
Harrison, antes del intento, comentó que, si no lograba cubrir el trayecto, al menos conseguiría alguna marca histórica: “En todo caso, el récord de permanencia en el agua he de conquistarlo. El cuidado del Doctor Gofredo Grassso y Weber me han permitido llegar en un estado de entrenamiento que me facilitaría cualquier esfuerzo”.
3
Harrison debía partir el 21 de diciembre desde Colonia, pero el mal clima postergó la salida hasta el 22. Salió del muelle de esa ciudad a las 9 horas, 28 minutos y 25 segundos. Una fuerte corriente la arrastró y tardó tres horas en recuperar el camino.
4
En el trayecto recibió jugo de naranja, café y terrones de azúcar. Avanzó a razón de 26 brazadas por minuto. La distancia total recorrida por Harrison fue de 43,4 kilómetros. Fueron 33 kilómetros en línea recta, pero los desvíos de las corrientes la obligaron a varias correcciones de su marcha. Tardó 24 horas, 19 minutos y 30 segundos.
Entre los tres campeones tocó tierra la nadadora. Fue una sencilla escena de entusiasmo que la soledad del lugar hizo doblemente impresionante. Nombres que hablaban de orígenes tan diversos, vinculados en una u otra forma a la realización de la gran proeza, la victoria de Lilian Harrison acababa de compensar con creces sus esfuerzos. En la historia del sport argentino se había escrito de esa suerte una de las páginas más brillantes. ¿Qué mucho que a los ojos de todos acudiesen lágrimas de alegría?
Lilian Harrison… Energía indomable en el cuerpecito de apariencia frágil, perserveracia ejemplar en un espíritu de mujer forjado en la severa disciplina del sport, su triunfo, su gran triunfo, que ya ayer la popularizó en Buenos Aires y hoy la populizará en la vastedad inmensa del país, halagado por la hazaña, no ha sido alcanzado sin poner a contribución todas las altas calidades atléticas que la realzan.
Saludémosla con la misma admiración que horas más tarde, triunfante sobre su propia extenuación física, vio en las atletas que en el field del Club de Gimnasia y Esgrima trabajaban también –generosas, pues que eran mujeres- por ese alto ideal que se cifra en la difusión de la cultura física femenina racionalmente practicada.
Otras tentativas
Los hombres a los que venció
1
Enrique Tiraboschi lo intentó en 1919, pero después de 10 horas de nado abandonó por una tormenta que arrastraba a los botes acompañantes. Él mismo lo intentó en febrero de 1920, pero la corriente lo separó de sus acompañentes y se perdió en la madrugada. Lo encontró un vapor horas más tarde.
2
Luis Garramendi, el 12 de febrero de 1922 intentó cubrir las costas de Uruguay y la Argentina, pero abandonó tres horas después por las correntadas que lo desviaron de su trayecto.
3
Romeo Maciel, un mes después que Garramendi (11 de marzo) hizo una tentativa en la que batió el récord de permanencia en el agua (24 horas y 33 minutos), pero no alcanzó la costa argentina.
4
El uruguayo Elbio Pérez lo intentó el 7 de febrero de 1923 y abandonó a las 10 horas.
5
El legendario navegante Vito Dumas junto con Garramendi volvieron a intentarlo el 13 de febrero de 1923. Abandonaron ambos, pero Dumas batió el récord de permanencia en el agua, con 25 horas.
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