Barto y Jeta Castagnola tendrán una versión renovada y reforzada para intentar arrebatarle el reinado a La Dolfina. Historias de otros equipos que se armaron para ganarle al favorito en la Triple Corona
¿Dream Team sí o Dream Team no? Una historia recorriendo casos puntuales del polo de alto handicap y centrando la mirada en lo que puede ocurrir con el “explosivo” La Natividad, el equipo conformado con un objetivo concreto: terminar con el reinado de La Dolfina.
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Una tarde otoñal de 1986, en el Club El Trébol, en Capitán Sarmiento, el inolvidable Luis Duggan elaboraba la respuesta que tenía clara, pero que le costaba soltar. Quien fuera N° 1 del legendario equipo de El Trébol de los Duggan y los Menditeguy, además de campeón olímpico en Berlín 1936 cincuenta años antes, tenía que sintetizar lo que pensaba sobre Venado Tuerto, el clásico rival de aquella época, el de los Cavanagh y los Alberdi. “Nosotros (por El Trébol) veníamos embalados, con cinco títulos seguidos en Palermo, y Venado se armó para frenarnos, para amargarnos”, expresó. Y tras una pausa de unos segundos, largó la sentencia final, lo que más lo perturbaba: “Y lo peor de todo es que lo consiguieron”.
A aquella seguidilla de 1939 a 1943 de El Trébol le siguió la réplica de Venado Tuerto de 1944 a 1950 (en el 45 no se jugó por la Segunda Guerra Mundial). Fue el caso más nítido del polo de alto handicap donde una formación se constituyó para bajar a los imbatibles. Y cuando a principios de diciembre de 2022, La Natividad confirmó sus planes para 2023, la asociación con El Trébol-Venado Tuerto fue inmediata. Todo, en medio del impacto mediático que acababa de generar la 15ª consagración de La Dolfina por el hecho de reunir a Adolfo Cambiaso con su hijo Poroto en la alineación.
La Natividad terminaba un ciclo de cuatro años desde la irrupción en 2019, con aquella frescura de los muy adolescentes Jeta y Barto Castagnola que los llevaba a llenar la cancha 2 en cada una de sus presentaciones del primer turno de la Zona B de Palermo. Un equipo que traía remembranzas del viejo Indios Chapaleufú de los hermanos Heguy en los 80/90. Por estilo, por polo abierto y corrido. Era congregar detrás de una idea a los amantes del polo tradicional de otrora con las nuevas camadas de asistentes, que se veían reflejadas en ese derroche de pujanza, tecnicismo y desparpajo. “La Natividad nos devolvió el alma al cuerpo”, decían algunos poleros de ley.
Fue un ciclo que incluyó títulos en el mejor año: 2021. Hurlingham y Palermo. Nada menos. Gloria para los Castagnola antes de los 20, acompañados por Polito Pieres y el sudafricano Ignatius Du Plessis. Con rumores de toda clase en el medio acerca del futuro, el 2022 les dio el título en Tortugas, semifinal en Hurlingham y final en Palermo, donde sucumbió por 13-9 ante La Dolfina en un partido en el que siempre estuvo lejos en el juego. Superado de punta a punta, polísticamente y en caballada.
Después, todo lo que trascendió en esos días vertiginosos. Reunión, charlas sin filtro: Camilo Castagnola que dejó en claro que no quería jugar más de 2, Polito Pieres que buscaba otros horizontes y Du Plessis que le seguía los pasos al no haber podido organizarse debidamente en cuatro años. El desarme que llegó en buenos términos, pero desarme al fin. Nachi había sido el factótum de la formación cuando en 2019 le propuso a Lolo Castagnola armar un equipo con sus hijos, una apuesta arriesgada, pero sobre todo, visionaria.
El rompecabezas se armó de manera relampagueante. Y nació el nuevo Dream Team para ir a pelearle el reinado a La Dolfina, al gran campeón (Adolfito Cambiaso, Pelón Stirling, Poroto Cambiaso y Juanma Nero; con el quinto elemento en los palenques: Milo Fernández Araujo). Los Castagnola, dos cracks de la nueva generación, junto con Facundo Pieres (36) y con Pablo Mac Donough (41), dos cracks de la no tan vieja generación. Más grandes ya, sí, pero siempre vigentes. Gente que respira gloria y que no se conforma. Que piensa y ejecuta en función de una sola cosa: ganar.
El último Dream Team había sido el que nació en 2011, el anterior La Dolfina, casi igual al actual, pero con Mac Donough en lugar de Poroto Cambiaso. Puertas adentro no les gustaba que se hablara de Dream Team ya en los orígenes, “cuando no habían ganado nada”. La realidad terminó confirmando las presunciones: sólo perdieron la final de Palermo 2012 hasta la función final, en 2020. Nueve títulos, ocho consecutivos. Tres Triple Corona seguidas. Escandalosamente obsceno. Una era gloriosa que le abrió paso a otros proyectos. El nuevo La Dolfina, con Poroto, el adolescente entre los campeones empedernidos, ya mostró en 2022 que también es ganador con su doblete en Hurlingham-Palermo. Y contra ese frente, del que se desconoce su durabilidad por la decisión que tome Cambiaso (48 años) cada fin de temporada, sale al ataque La Natividad.
Claro que hay alguna diferencia sustancial con una cuestión básica: los puestos. Cuando se armó aquel La Dolfina, cada uno estaba en su posición natural. Difícil es que no funcione un equipo en el que cada pieza está dónde debe y que, además, tiene una organización casi sin fisuras. La Natividad conforma su alineación estelar con cuatro cracks, pero sin dos puestos: tiene dos número 1 y dos número 3. ¿Que pueden acomodarse? Claro, todo es posible. Pero desde el vamos se sabe que no están todos los jugadores en su puesto predilecto. Bajo esa realidad, cabe la pregunta: ¿Dream Team sí o Dream Team no? ¿Conviene reunir estrellas sin darle relevancia a los puestos?
Cuando se dio la primera charla informal de Facundo Pieres con Jeta Castagnola, contándole de su idea de salir de Ellerstina (su club desde 2003), remarcó la posibilidad de desempeñarse como back, un puesto que conoce. Es que Facundo juega habitualmente como número 4 en el exterior, en Inglaterra y en los Estados Unidos. Un polo de 22 o 26 goles, en rigor, de otras características. Pero que le brinda panorama desde el fondo. También fue 4 alguna vez en Ellerstina. Pareciera ser el menor de los problemas, entonces. Un back con alma de delantero, notables condiciones, gol, ejecutor de penales. Talento puro. Y ávido como nunca de ganar Palermo: con casi 37 años, haberse consagrado tres veces desde su debut (2003) le resulta insuficiente. Le tocó una etapa difícil, como lo fue para Santa Ana tener del otro lado a Coronel Suárez en los 60/70.
Incluso, si uno repasa los cambios en los grandes equipos, y de jugadores talentosos, el caso de Marcos Heguy pareciera ser una medida para mirar el tema con optimismo. Cuando le tocó pasar de 1 a 4 en Indios Chapaleufú (en 1989), se acomodó a la nueva función para permitir el ingreso de su hermano Bautista. Eso podría darse con Facundo Pieres en La Natividad, asumiendo que el 1 indiscutible es Jeta Castagnola.
¿Quién juega de 2? Esa la cuestión
La situación más compleja pareciera radicar en la zona media, donde están los dos 3. Barto Castagnola viene siendo armador de juego desde el surgimiento de La Natividad y Mac Donough juega de 3 desde Palermo 2008 en Ellerstina (15 años). En el exterior también es 3. Y acaba de redondear una extraordinaria temporada en la Argentina con su propio club, La Irenita, también en la función de armador. Pablo es muy 3: pensante y maduro, hace la pausa, mueve los hilos del equipo. Ser 2, un rol que el propio Mac Donough alguna vez cumplió en Ellerstina, requiere de condiciones especiales. No sólo el polista, sino sus caballos. Es el jugador que, naturalmente, más kilómetros recorre. El que releva. El más sacrificado.
En el detalle fino, y para los memoriosos, Mac Donough fue 1 en sus comienzos en La Irenita (2001 y 2002) y fue 2 en Ellerstina en 2003, 2004, 2005 y 2006, con Facundo de 1 y Gonzalito Pieres de 3. Volvió a ser 1 en 2007 en ese mismo equipo (Facundo de 3 y Gonzalito de 2) y en el arranque de 2008. Hasta que en Palermo de esa temporada pasó de 3 y nunca abandonó esa posición hasta ahora.
Los planes iniciales de La Natividad apuntan a que los Castagnola conservarán sus clásicos puestos (1 y 3), que Pieres será el back y Mac Donough arrancará de 2. Faltan algunos meses, por cierto, y todo puede cambiar. Pero hoy por hoy, esa es la idea. ¿Alternativas? Correr a Barto de 4 (una incógnita en cuanto a rendimiento), Mac Donough de 3 y Facundo de 2, alternando con Jeta, que es precisamente lo que Camilo no quería hacer más.
En consecuencia, de una manera u otra, este nuevo Dream Team concebido para bajar a La Dolfina presenta una certeza: el talento natural de sus cuatro piezas, capaces de romper cualquier esquema rival por propia naturaleza. Y una incertidumbre: ¿pueden algunos jugadores acomodarse a otros puestos sin resignar eficiencia?
"Deben acomodarse a los puestos, sí, pero tienen talento y habilidad. Creo que es un equipazo. Y Pablo le va a encontrar la vuelta, porque al jugar entre dos bestias como Jeta y Barto, con esa potencia y despliegue, no necesitás ser tan batallador. Estarán mejor de caballos, también, que era el punto débil de La Natividad. ¡Van a funcionar bárbaro seguro! Por los puestos no me preocuparía. "
Pepe Heguy, ex coach de La Natividad
El polo supo ofrecer casos de equipos que se armaron con buenas intenciones y que no necesariamente funcionaron. A veces se aglutinan jugadores de muy buen handicap con la finalidad de entrar directo en los torneos, sin pasar por clasificaciones, a expensas de resignar puestos habituales en la alineación. Cuestión de prioridades. Cada posición tiene sus requerimientos y en un juego de cuatro integrantes no hay uno más importante que el otro: todos son valiosos. Sí puede suceder que alguno de los puestos ocupados por un jugador de otra función termine por inclinar la balanza entre un equipo que se anticipa “muy bueno” y otro que quizá “termine siéndolo” (o no).
En lo que atañe a La Natividad, una cosa es tener un 2 definido y otra un jugador que se adapte a la función de 2. Es una posición demasiado crucial en una formación. Van a todas las jugadas, a romper juego, para atrás, para adelante, para los costados. El 2 está en todos lados aunque no se lo vea como al 3, más plástico y elegante en el 90 por ciento de los casos. ¿Puede caminar un equipo sin un 2 natural? Sí. Pasó con La Aguada, por ejemplo, en 1986. Tenía a Cacho Merlos de 1, Cristian Laprida de 3 y Eduardo Novillo Astrada de 4. Y como 2 ubicó a Martín Zubía (padre de Juan Martín, actual jugador de La Ensenada), que era back. Alguien tenía que jugar de 2. Y ese La Aguada, en 1986, ganó Hurlingham y llegó a la semifinal de Palermo. Zubía no era el mejor 2 del momento, pero el equipo andaba. Excepciones siempre van a encontrarse a lo largo de la historia.
El caso de La Martina 92-93
A la hora de buscar un caso testigo de armado de “Dream Team”, podemos remontarnos al más reciente sin incluir a La Dolfina. Fue en 1992. Acababa de terminar en el 90 la exitosa era de La Espadaña, de Carlos Gracida, Alfonso y Gonzalo Pieres y Ernesto Trotz. Indios Chapaleufú tomaba vuelo con los cuatro hermanos Heguy (Bautista, Gonzalo, Horacito y Marcos) y nacía Ellerstina (Cambiaso, Mariano Aguerre, Gonzalo Pieres y Cristian Laprida). Y se formó La Martina, con la fusión de dos parejas: el Ruso y Pepe Heguy, provenientes de Chapaleufú II, con Alfonso Pieres y con Trotz, ex La Espadaña y de fugaz paso en 1991 por Centauros.
Básicamente, con un armado menos ¿problemático? que el de La Natividad: Pepe Heguy en su puesto (1), Alfonso Pieres en el suyo (2), y el tema era elegir el 3 entre dos backs (Eduardo Heguy y Trotz). Y aunque Trotz tenía más pasado como 3 (en Los Indios, fue subcampeón de Palermo en 1983) y así arrancaron, el puesto quedó luego bajo la responsabilidad del Ruso. Que al igual que Facundo hoy, en esa época estaba obsesionado con ganar Palermo. Algo que recién concretaría en 1996, nuevamente bajo el nombre de Chapaleufú II.
Lo cierto fue que los Heguy hijos de Alberto Pedro, que habían tenido encarnizados duelos con Espadaña (algunos de ellos polémicos, en 1988 y 1989), dejaron de lado los enconos y decidieron unirse a los séxtuple campeones del Argentino Abierto para intentar vencer a los cuatro hermanos Heguy de Chapaleufú, el conjunto de mejor rendimiento, de mayor hinchada y con un lote de caballos superior.
El OK final para tomar la decisión se tomó en diciembre de 1991, en un Freddo de avenida Callao y Pacheco de Melo. Allí, cucuruchos de por medio, el Ruso Heguy y Trotz sellaron la alianza. ¿Era posible vencer a Chapaleufú? Al menos, lo iban a intentar. Acopiando caballos y sobre todo apostando a su experiencia. No lo sentían, puertas adentro, como algo imposible, aún a sabiendas de que tenían enfrente a la mejor versión de Chapaleufú.
"Respecto al equipo de La Martina que en el 92-93 armamos con mi hermano Pepe, Alfonso Pieres y Ernesto Trotz, La Natividad tiene a favor que tanto Facundo Pieres como Pablo Mac Donough aportarán mucha caballada de Ellerstina y de La Irenita. Y además, los cuatro ya han salido campeones de Palermo. Pepe y yo, aquella vez, todavía no lo habíamos ganado. Son pequeños detalles."
Eduardo Heguy, cuádruple campeón de Palermo
¿Funcionó La Martina? Tuvo algunos problemas que excedieron el rendimiento del equipo. De lesiones. De esas que alteran los planes. Desgarros, primero del Ruso y luego de Alfonso (1992), aunque fueron finalistas en Tortugas y en Hurlingham. Y una lesión más seria de Pepe Heguy en la final de Tortugas 1993. Es más, en Palermo 93, sin Pepe (entró en la segunda fecha), soportaron una durísima caída en el debut frente al novel Royal Pahang, en el que estaba… Nachi Heguy, hermano de Eduardo y Alberto. Completaban aquella alineación Sebastián Merlos, Tomás Fernández Llorente y Lolo Castagnola. Aún así, llegaron la final, donde perdieron sin atenuantes contra Chapaleufú (14-10), que estampó su tricampeonato.
“En ese equipo tuvimos mala suerte por las lesiones. Me desgarré en la final de Tortugas y Alfonso en la semi de Palermo, donde lo reemplazó Nachi con 17 años. Y el segundo año, que nos separamos en Tortugas como se hacía en esa época, Pepe se quebró tibia y peroné. Se operó y volvió recién para el segundo partido de Palermo. Nunca encontramos funcionamiento porque no pudimos jugar los cuatro juntos. Hay que tener un poco de suerte en esas cosas. La de número 3 no era mi mejor posición, yo era más 4. Y además nos tocó en la época del mejor Chapaleufú”, dice Eduardo Heguy.
Ahora bien, ¿qué cree que pasará con La Natividad? “Afronta el problema de no tener un 2 natural y que Facundo, si bien ha jugado de 4, no es el puesto en el que más cómodo se siente. Pero respecto de nuestro equipo, tienen a favor que tanto Facundo como Pablo aportarán mucha caballada de Ellerstina y de La Irenita. Y además, los cuatro ya han salido campeones de Palermo. Pepe y yo, aquella vez, todavía no lo habíamos ganado. Son pequeños detalles. Veremos cómo se acomodan. Pablo va a tener que acostumbrarse a jugar de 2 y tener los caballos para esa función. Es más fácil acomodar los caballos cuando jugás atrás. Si no, pueden probar con Barto de 2. Tienen mucho talento y van a tener caballos”, agrega el Ruso.
Ahora bien, surge una pregunta lógica. Cuando se arman los nuevos equipos, muchas veces los jugadores son conscientes de que alguno (o algunos) no va a jugar en la posición que mejor le sienta. Entonces, ¿por qué siguen adelante y confirman esa alineación, algo que puede ser considerado de riesgo? Eduardo Heguy no duda. “Porque se juntan para ganar. A Pepe y a mi nos agarró que era el final de ciclo de nuestro padre (Alberto Pedro) y que Nachi (hermano menor) todavía era chico. Ahora se unen porque Facundo hace muchos años que no gana y Pablo salió de La Dolfina y también quiere ganar después de dos años sin hacerlo en Murus Sanctus y en La Irenita”.
Hasta el año pasado, Pepe Heguy, también integrante de aquel Dream Team de La Martina que no prosperó, fue coach de La Natividad. Conoce más la intimidad del equipo. Y analiza las posibilidades de la nueva formación y la problemática de los puestos. “Es distinto a aquello de La Martina. Tuvimos mala suerte, sí. En esa época no estábamos acostumbrados a los cambios de equipo. Ahora se cambia todos los años. ¿Deben acomodarse a los puestos? Sí, pero tienen talento y habilidad. Creo que es un equipazo. Y Pablo le va a encontrar la vuelta, porque al jugar entre dos bestias como Jeta y Barto, con esa potencia y despliegue, no necesitás ser tan batallador. Estarán mejor de caballos, también, que era el punto débil de La Natividad. No me dan dudas de cómo va a funcionar. ¡Van a funcionar bárbaro seguro! Por los puestos no me preocuparía. Después hay que ganar, claro”, enfatiza Pepe.
Desde La Natividad, Lolo Castagnola, padre de Jeta y Barto, apunta: “Siempre queremos pelear todos los abiertos y hacer todo para ganar. Trabajamos para eso. Pero le dije a los chicos: si ustedes piensan que van a ganar muchos Abiertos, no van a ganar ninguno más. Donde te la creés, no ganás más. Hay que trabajar todo el año para eso. Si le ponen esfuerzo y concentración, y juegan el polo que tienen que jugar, el equipo tendría que andar bien. La caballada la vamos a ir mejorando año a año. Hay que pensar siempre que estamos mal de caballos porque es la forma de mejorar el lote. ¿Los puestos? El único asegurado es Jeta de 1. Están hablando. Arrancaría Facu atrás, Barto de 3 y Pablo de 2. Pero pueden cambiar. Tienen que andar bien”.
¿Cómo incidió en el búnker de La Dolfina el armado del Dream Team de La Natividad? Como un disparador de un nuevo desafío. Si Cambiaso estaba en duda sobre si seguir o no después de haber ganado Palermo con el hijo, rápidamente aclaró sus sensaciones. Y de hecho se lo dijo a LA NACION en una entrevista en diciembre en Cañuelas. “Se logró todo lo que uno soñó. A veces me cuesta levantarme al otro día y preguntarme ‘¿Y ahora, a qué le apunto?’ Porque lo logré todo. Me siento competitivo. Ahora tengo que generar un nuevo reto para poder motivarme. Ya está”. Ese nuevo reto se llama La Natividad y su Dream Team.
"No tengo dudas de que La Dolfina afrontará la temporada con una ventaja: la de saber que el equipo funciona. Ya fue campeón. Pero sí tengo una cuestión sobre cómo funcionará este Dream Team de La Natividad. Y es que son todos cracks, todos muy buenos jugadores. Y que si tienen un día iluminado todos juntos (o tres de ellos), te pintan la cara. Y yo creo que eso lo sabe también La Dolfina."
Ernesto Trotz, séxtuple campeón del Argentino Abierto
Vayamos a una cuestión más fina. Tener a Facundo Pieres atrás, obligado a ir a marcar al 1 rival contra las tablas, jugando para atrás en vez de hacia adelante, que es donde desequilibró toda su vida y listo para marcar goles, o teniendo que recorrer más de 250 metros para poder llegar a posición de definición, pareciera un desperdicio. Mandar a un jugador con clase, visión y taqueo como Pablo Mac Donough a romper al medio, marcar y estar en la zona más compleja y enredada del juego, pareciera otro desperdicio. Eso, en los papeles.
Pero del mismo modo, hay una definición de Ernesto Trotz (otro de aquel La Martina) que suscribimos y que resume la gran pregunta que se hacen todos. Y que seguramente no desconocen dentro de La Dolfina mismo. Dijo el ex back de La Espadaña, siempre criterioso y analítico: “No tengo dudas de que La Dolfina afrontará la temporada con una ventaja. Y es la de saber que el equipo funciona. Ya fue campeón. No tiene que probar nada. Es salir a jugar. A diferencia de La Natividad, que tendrá que hacerse sobre la marcha. Pero sí tengo una cuestión sobre cómo funcionará este Dream Team. Y es que son todos cracks, todos muy buenos jugadores. Y que si tienen un día iluminado todos juntos (o tres de ellos), te pintan la cara. Y yo creo que eso lo sabe también La Dolfina”.
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