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SABANA DEL PUERTO, República Dominicana.- Habrá que ajustarse a la situación reinante. Lo que antes fue generosa cosecha, ahora se convirtió en magro resultado para el deporte argentino. El remo es una buena medida. En Winnipeg 99 fue la gran sensación para nuestro país, con una acumulación de siete medallas doradas y una plateada. Se trata, sin duda, de un deporte insignia para la Argentina. Pero ahora pasa por otro momento, de menos logros y con complicaciones. Se habla de los botes, pero sirve de ejemplo para lo que ocurre en otros lados.
La cuestión empezó mal desde el momento en que se llegó con menos embarcaciones. Sólo seis. Muchos nombres se repiten desde hace cuatro años, pero la situación es otra. Disputadas cinco finales con argentinos, nuestro país obtuvo una medalla dorada (dos remos largos sin timonel), una plateada (single ligero) y una de bronce. Esta última, lograda ayer por Ulf Lienhard y Sebastián Massa en el doble par de remos cortos ligero, una prueba en la que defendían el título que habían conseguido en los últimos Panamericanos. En las otras dos finales de la jornada, el doble par (Ariel Suárez y Sebastián Fernández) terminó cuarto, mientras que el cuatro largos sin timonel (Gustavo Nores, Fernando Loglen, Damián Ordás y Federico Steindel) fue quinto entre cinco participantes.
Hay bronca en el hangar de la Argentina. Se sabía de las dificultades, pero se esperaba poder superarlas. El golpe con la realidad fue duro, y la pregunta surge inevitable: ¿qué le pasa al remo argentino? "Mirá, somos los mismos de antes, nos entrenamos igual que antes y nos sacrificamos lo mismo que antes. Pero después de Winnipeg se prometieron ciertas cosas que no se cumplieron. Tenemos botes del año 95, que no tienen nada que ver con el que usaron hoy los cubanos, que es nuevo. Además, tenemos menos presupuesto", es la primera respuesta de Massa, ya resignado a no ser campeón panamericano. Dice que en 1999 el remo recibía 600.000 dólares y ahora sólo US$ 60.000. "¿Cómo hacemos para seguir trabajando como se debe?"
Advertencia: la queja es un hobby argentino, pero las palabras de Massa tienen algún asidero: en el último año, ese bote sólo compitió una vez internacionalmente. Fue en junio último, en la Copa del Mundo de Munich. "Nosotros sólo corremos en el país, y se hace difícil después competir contra tipos que están todo el tiempo en regatas en Europa. Hay una diferencia mental que hace perder en los momentos decisivos. Hoy no pudimos aguantar la presión." Massa lo dice porque el bote argentino estuvo al frente por más de 1800 metros. Pero en los últimos 200, ante la arremetida de los cubanos, cedieron a los nervios y no pudieron sostenerles el ritmo. Es más: perdieron el segundo lugar con los brasileños.
"Estoy recaliente. No se puede ganar sólo con hue... `Estos pibes son buenos, no les hace falta el presupuesto´, piensan todos. Pero no es así. Así no se puede", reclama en voz baja una persona muy cercana al equipo de remo.
El argentino Ricardo Ibarra, finalista olímpico en Montreal 76, es el director del torneo. Pero además, desde fines de 2002, asesora al equipo nacional y le da algunas pautas de trabajo ad-honorem. "Ojo, que acá estamos cumpliendo con las expectativas que se traían antes de los Juegos -aclara-. ¿O cómo les está yendo a los otros deportes? Hay cuatro doradas: una la ganó el remo y puede dar otra." Ibarra parece dar en la tecla.
"Todos olvidan que en diciembre de 2001 el país se cayó a pedazos. Y el remo es parte del país, ¿o no? Estos chicos tienen el talento, pero no pueden seguir si no tienen con qué, si no les cumplen." Algo es cierto: la baja performance del remo es el reflejo de lo que pasa en la mayoría de los deportes. Tres medallas para un país que sólo tiene 17 en total no es un mal promedio. Al fin y al cabo, es un ejemplo de una cuestión que parece generalizada. El problema, en definitiva, es mayor. El remo es sólo un símbolo.
Allí atrás, Sebastián Massa y Ulf Lienhard son la impotencia personificada al ver el paso de los cubanos Armando Arrechavaleta y Junior Pérez, que se quedaron con la medalla dorada; los argentinos eran punteros, pero sólo rescataron un tercer puesto



