El color del SIC rumbo a la final: "Devolvimos al equipo el protagonismo que merece"
Flamean orgullosas, perfectas esas banderas celestes, blancas y negras. La suave brisa que las agita enfría los rostros y altera la respiración de las 2000 almas zanjeras en la Catedral. El ansia de festejo en rodeo ajeno es grande, y en esa celebración, en el júbilo de jugadores e hinchas del SIC, está la síntesis perfecta de un triunfo sólido sobre Pucará por 20 a 13 y la vuelta a la final de la URBA después de ocho años. Un telón perfecto de un éxito brillante, necesario.
"La alegría es inmensa porque le devolvimos al SIC el protagonismo que merece después de tanto tiempo sin finales. Pero sobre todo porque ratificamos todo lo bueno que realizamos en la etapa regular", analizó exultante el pilar Marcos Piccinini.
Impulsado por el color y el fervor que su gente desplegó en la cancha de su archirrival, el SIC mostró la concentración y la contundencia necesarias en los partidos definitorios. Variantes en elaboración y precisión en la ejecución se entremezclaron en dosis proporcionadas para lograr una victoria convincente y clara. "Hicimos un planteo muy inteligente. Propusimos jugar constantemente al line porque ellos tenían falencias y sacamos provecho. Supimos jugarlo tácticamente", justificó Joaquín Lamas.
Si los de Boulogne lucieron potenciados, lo contrario sucedió con los de Burzaco. Pucará había despertado mucha expectativa por su rugby práctico y efectivo de la rueda regular. Sin embargo, poco de eso mostró ayer: acumuló errores y se mostró desorientado, como superado por el contexto.
"El SIC jugó bárbaro. Nosotros no estuvimos sólidos en la obtención y cometimos muchos errores en los line-outs, y cada vez que quisimos lanzar jugadores desde esa posición no pudimos. Indudablemente, nos cuesta mucho este tipo de compromisos y no queda otra que seguir aprendiendo si queremos jugar una final", expresó, dolido, Germán Klubus, medio-scrum de Pucará, que falló dos ejecuciones clave.
La única incógnita para el SIC es cómo estará el apertura Tomás Granella para el desenlace del Top 12, tras sufrir una distensión en el isquiotibial derecho. En lo rugbístico, no hay dudas: el equipo de Boulogne sabe a qué juega. "Estar en la final es un honor y nos sentimos capacitados para enfrentarnos con el que venga", cerró, en medio de la fiesta, el tercera línea zanjero Andrea Panzarini.
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