Ahorro de mediano y largo plazo: ver más allá de las inversiones tradicionales
El 21 de mayo el Banco Central de la República Argentina (BCRA) dio a conocer el saldo mensual del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC). Desde la óptica del inversor, interesa analizar el comportamiento que tuvieron las personas humanas (tal cual las identifica la entidad) en relación al dólar.
Los datos muestran que este segmento presentó una demanda neta de moneda extranjera por US$1070 millones en abril, un 35% menos de lo demandado un año atrás.
Sobre el "refugiarse" en la adquisición de la divisa norteamericana, el consenso popular diría que es un comportamiento lógico, tratándose de un año marcadamente político, con una carrera electoral abierta de cara a la votación presidencial en octubre.
Pero más allá de los consensos, la pregunta es si efectivamente ese comportamiento de los argentinos es racional. En este sentido, acudimos a nuestro rigor analítico y a la evidencia empírica para encontrar una respuesta más acertada acerca de lo que es y lo que debería ser.
Dólar y plazo fijo, ¿amor no correspondido?
Es sabido que nuestra sociedad necesita de una gran dosis de educación financiera para romper los prejuicios sobre el mercado de capitales y mejorar la forma en que se toman las decisiones financieras para invertir los ahorros.
La historia muestra que más de 95% de los argentinos con capacidad de ahorro elige canalizar el mismo en tres inversiones "básicas y tradicionales": dólar, plazo fijo e inmuebles.
Para el caso de esta tercera alternativa, hablamos de la necesidad de un capital ahorrado disponible que sea sustancialmente mayor al del promedio de los argentinos, por lo que en este punto se deja afuera a una parte importante del universo inversor. Por este factor (y porque su renta bruta anual está en un mínimo histórico) es que no lo consideraremos en el análisis a continuación.
En este sentido, enfoquémonos en el dólar y en el plazo fijo. ¿Acaso es la mejor inversión en momentos de estrés financiero?
Remontémonos hacia febrero de 2002. Argentina había salido de forma desordenada de la convertibilidad y el país se sumía en un caos económico con un default de la deuda pública mediante. Bajo ese contexto, un argentino que contaba con un nivel promedio de ahorro de $10.000 debía tomar una decisión financiera para su destino. Entonces:
a) Si hubiera invertido el dinero en un plazo fijo a 30 días y lo hubiera reinvertido todos los meses hasta la actualidad, el retorno de esa inversión habría sido de 1241%.
b) Si hubiera comprado dólares y los mantuviera hasta hoy, tendría un retorno por sus pesos de 2124%.
c) En ese mismo lapso, desde febrero de 2002 a la fecha, la inflación acumulada fue de 2821%. Esto implica que quien invirtió en el "tradicional" plazo fijo contaría con 54% menos de poder de compra en la actualidad, mientras que el que se inclinó por el "refugio sagrado" del dólar hoy tendría un 24% menos de poder adquisitivo.
¿Y qué pasó con las acciones en este tiempo?
El índice S&P Merval, el más representativo de nuestro mercado, subió un 10.353% en pesos durante el mismo período. Es decir que aquel que se inclinó por las acciones, hoy tendría un 258% más de poder de compra.
Interesante, ¿no?
Cuando analizamos otros casos recientes de estrés financiero, como podría ser diciembre de 2008 (cuando el mundo estaba sumido en un caos económico por la explosión de la burbuja inmobiliaria estadounidense), o noviembre de 2011 (cuando Cristina Kirchner ponía el cepo cambiario tras ganar su reelección), la conclusión es similar: las acciones han sido la mejor inversión cuando se piensa en una estrategia de mediano plazo.
Mientras que desde diciembre de 2008 a la fecha la inflación acumulada fue de 1347%, el dólar avanzó 1256% y un plazo fijo permitió un retorno de 614%. En cambio, las acciones reportaron un rendimiento de 3657%, según refleja su índice S&P Merval.
De noviembre de 2011 a la fecha, el plazo fijo siguió su evidente derrotero contra la inflación, mientras que el dólar actuó como refugió y permitió más que conservar el poder adquisitivo, aunque nuevamente las acciones fueron lo más destacado (rindieron 1225% contra 1015% del dólar y 802% de la inflación).
En una Argentina donde predomina la urgencia y lo coyuntural, el inversor debe intentar abstraerse del ruido político y económico de corto plazo al momento de tomar decisiones financieras para colocar sus ahorros.
También urge la necesidad de abrir la mente y detectar alternativas que van mucho más allá de las inversiones tradicionales. Hay decisiones que son producto del bajo desarrollo y de la baja penetración de la educación financiera.
La diversificación como eje de las decisiones
En momentos de alto estrés financiero se abren oportunidades en el mercado de acciones, que son muy redituables para aquellos inversores pacientes y con una visión de largo plazo. La evidencia empírica juega a favor de la diversificación, ubicando a las acciones en una posición relevante que el inversor debería considerar.
Desde ya, el timing de incorporación de estos activos resulta esencial. Hoy el S&P Merval cotiza en torno a los US$790, mientras que para los casos mencionados anteriormente los puntos de entrada marcaron US$250 en 2002, US$270 en 2008 y US$648 en 2011.
Por el momento, estamos lejos de estos niveles. Pero en el caso de que la incertidumbre y el estrés financiero se acentúen, tenga siempre a mano este artículo para tomar decisiones financieras óptimas de largo plazo para sus ahorros.
Un horizonte de 17 años
Evolución de variables desde febrero de 2002
2821%
Precios
Es el nivel acumulado por la inflación desde febrero de 2002 hasta ahora
1241%
Depósito bancario
Es el rendimiento que tuvo, en pesos, quien en aquel momento optó por un plazo fijo y renovó esa opción hasta ahora
2124%
Billete verde
Es lo que habría crecido, en términos de pesos, el ahorro de alguien si hubiera invertido comprando dólares en aquel momento
10.353%
A la bolsa
Es lo que creció el índice S&P Merval, el más representativo del mercado de acciones, en el mismo período bajo consideración
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