
Al frente del principal correo privado del país, piensa que el Gobierno necesita una actitud más abierta
Se muestra conforme con la fuerte presencia del Estado y opina que los empresarios deben tener una voz más clara
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A principios de 2004, Jorge Irigoin, a los 50 años, se encontró sin trabajo por primera vez en su vida y decidió irse a Alemania a probar suerte con Siemens, su ex empleador. Allí lo encontraría un headhunter para ofrecerle hacerse cargo de OCA.
"Yo había estado en la primera etapa de la privatización del Correo, y cuando me enteré de que la empresa que buscaba gerente era OCA, no me lo quise perder", cuenta el ejecutivo que comanda la primera empresa postal privada del país.
Tras la muerte de su anterior dueño, Alfredo Yabrán, la empresa pasó a manos del grupo Exxel; luego quedó en poder de los bancos acreedores con un management interno de la compañía hasta que fue comprada por el fondo de inversión norteamericano Advent.
En su gestión frente a OCA, Irigoin logró sacar a la empresa del concurso de acreedores y hoy factura 310 millones de pesos anuales y es la primera prestadora privada de correos del país. Esta es la primera entrevista que concede.
–OCA ya salió del concurso y está creciendo la rentabilidad. ¿Cuándo se vende?
–Habría que preguntarle a Advent. Depende de la oportunidad que aparezca. Yo diría que se dará en su momento; hoy, no.
–¿Tuvieron ofertas como la de Ricardo Handley, de la que se habló el año pasado?
–Muchas, pero esos son acercamientos y tanteos, nada más. De esos siempre hay.
–¿Qué balance hace de su año y medio al frente de la empresa?
–Un primer objetivo que era sacar a la empresa del concurso, que a fines de 2004 se homologó el concurso. Hacia diciembre de 2005 salimos del concurso. Ese es el primer logro. Otro fue hacer un diagnóstico de los temas esenciales de la empresa, que llevaba varios años sin inversión ni rumbo definido.
–¿El directorio es el definitivo?
–Los cambios que hubo se debieron a un cambio de estructura societaria que ocurrió entre marzo y agosto del año pasado.
–¿Entonces ya no queda gente del management de Yabrán?
–En todo el proceso hubo remoción de algunas personas. Ahora nos estamos moviendo con personal tradicional de OCA y ya se hicieron todos los cambios que hacían falta.
–¿Cuánto van a crecer este año?
–En diciembre, nos daba un crecimiento del 4 al 6 por ciento. Ahora pienso que será mayor; vamos a estar más cerca del 15 por ciento o más.
–¿Está funcionando la resolución que dictó el Gobierno para regular el mercado postal?
–Ahí lo que se pide son más bien exigencias mínimas de infraestructura para nuevos operadores postales, pero le falta a la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) poder de policía. Es muy difícil competir sin reglas de juego; éste es un negocio difícil, sujeto al secreto postal. Y hay un 30 por ciento del mercado atendido por empresas que no cumplen con sus obligaciones impositivas y previsionales.
–¿De cuánto es el mercado?
–Tomando la parte postal, con paquetería y logística de hasta 50 kilos; es de unos 1800 a 2000 millones de dólares al año.
–El mercado no parece estar tan mal en vista de que DHL, UPS y ahora Ocasa siguen agregando servicios.
–Bienvenida sea la competencia que tiene una forma leal de competir. A todos los miramos con seriedad. Pero creo que no les resultará tan sencillo montar la infraestructura que se necesita para atender todos los rincones del país.
–¿Qué opina de la reestatización de empresas?
–No veo que ideológicamente este gobierno estatice, sino que más bien quiere un rol más activo, aunque por ahí se pueda discutir el grado de presencia. En el Correo y en Aguas se tomaron decisiones más firmes porque había problemas. Me imagino que el futuro pasa por gestión privada y profesional.
–¿Lo conforma el clima de negocios que hay en la Argentina?
–Creo que la Argentina vive un momento de crecimiento importante, que es una oportunidad para hacer más por el bienestar de la gente.
Nosotros, los empresarios, nos focalizamos en el crecimiento, la inseguridad jurídica, las inversiones, y creo que hay cosas para hacer. Pero hay temas como la pobreza y la educación que no están bien. Y creo que el clima de un país lo hacemos todos. Es injusto pedirles todo a los empresarios, a un gremio, a un gobierno. Antes hace falta crear un clima de diálogo.
–¿Ese clima no existe, entonces?
–Creo que no, que hay que crearlo. Tampoco creo que exista lo contrario. Lo que digo es que tras años de crecimiento hay oportunidad de poner el clima sobre la mesa.
–¿No está conforme con el clima de negocios que hay, entonces?
–Quiere hacerme decir algo...
–Que sí o que no.
–Es que no todo es "sí" o "no". Creo que la cuestión es con qué actitud se genera el clima.
–¿El Gobierno tiene esa actitud que usted pide?
–En algunos sectores, sí, y en otros, tengo mis dudas.
–¿En cuáles sí y en cuáles no?
–Yo sabía que iba a ser difícil... (Sonríe.) A ver... Creo que tiene que haber mucho más diálogo. Creo que tiene que haber una actitud –manteniendo la firmeza de sus convicciones– más abierta para que integre otras ideas, que sume.
Creo que habría que trabajar en una idea de país que inspire a todos, más allá de las banderas que levantemos. Se podría trabajar en una idea de país que nos dé orgullo y que nos mueva a la acción.
–¿Y qué le gusta del Gobierno?
–Un Estado firme me gusta; lo prefiero toda la vida a la ausencia de decisión, que hemos vivido y sufrido.
–¿Y en qué rubro necesitan mejorar los empresarios?
–Hay una lista larga; en IDEA lo discutimos mucho. Yo diría que tenemos que tener una voz más clara.
El ser empresario tiene un impacto social muy fuerte y a veces no lo valoramos. Falta una voz más nítida y clara sobre la importancia de nuestro rol en la sociedad, más compromiso.
Con respecto al temor a la crítica de algunos empresarios, en el clima de diálogo constructivo se pueden buscar formas de elevar mensajes que sean críticos. Ahí estamos un poco quedados.
El navegante
Familia: Irigoin tiene 53 años, está divorciado y tiene tres hijos. Los mayores son mellizos: Jorge es médico y Dolores es periodista. Y el menor, Ignacio, estudia administración de empresas.
Trabajo: está en la oficina entre 12 y 14 horas diarias y también trabaja durante el fin de semana. "Pero sólo un rato el domingo a la tarde", se justifica..
Deportes: desde su juventud es socio del Náutico San Isidro, y siempre le gustaron los deportes. "Jugué al rugby como fullback en el SIC pero era malo", dice. También jugó al fútbol, al tenis y ahora hace golf y navega cuando puede. "Salgo alguna vez en el Fortuna II, que es el barco de la Armada, y la última regata fue hasta Río de Janeiro. No creo que repita esa experiencia porque tuvimos tres temporales muy grandes", apunta.
Políglota: habla inglés, alemán, portugués e italiano. "Los dos primeros muy bien y los otros dos, bien, porque los aprendí por placer y para viajar", dice.




