
Arcor llegó a los cincuenta años con su oferta de negocios dulces
Se anunciaron acuerdos con Estados Unidos y proyectos de entrada en Europa
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ARROYITO, Córdoba.- Este pueblo cordobés, situado a 115 kilómetros al sur de la capital provincial, cambió el 5 de julio de 1951. Vivían sólo 4000 habitantes. Allí estaba instalada la panadería de un inmigrante italiano, Amos Pagani. Su hijo, Fulvio Salvador, sin embargo, puso en marcha aquel día, junto a sus hermanos Renzo y Elio y sus amigos Tito, Pablo y Vicente Maranzana, Mario Seveso y Enrique Brizio, una fábrica de caramelos. Su nombre, Arcor, resumió su origen: Ar, de Arroyito, y Cor, de Córdoba.
En esta misma ciudad de 22.000 habitantes, con un complejo industrial desde donde se exportan golosinas hasta Estados Unidos y China, se congregaron el jueves último 1300 personalidades políticas, empresariales y sociales del país, encabezados por el presidente Fernando de la Rúa y el gobernador José Manuel de la Sota, para festejar los 50 años de la compañía. La número 13 en la clasificación mundial de alimentarias por facturación (1150 millones de dólares). Una de las pocas empresas líderes de la Argentina que sigue en manos de capital nacional, con 32 plantas y 13.000 empleados en el país, Brasil, Chile y Perú.
Intercambio de acciones
El titular de Arcor e hijo del fundador, Luis Pagani, aclaró que si las condiciones del país lo permiten, Arcor se abrirá el 25% de su capital a la Bolsa en "tres o cuatro" años en Buenos Aires; Nueva York; Santiago, Chile, y San Pablo. Sólo después de hacerse pública, esta empresa 100% argentina prevé intercambiar el 24% de acciones con algún socio internacional a fin de aliarse para crecer, según lo adelantó Pagani. En la actualidad, el 93% de las acciones están en manos de las cuatro familias fundadores. "Más de la mitad es de los Pagani", admitió el titular de la empresa, aunque evitó dar una cifra concreta.
Fulvio Pagani fundó aquella planta original para producir 5000 kilos de caramelos. Pronto sobrepasaron esa cantidad. No obstante, los socios reinvertían los beneficios en nuevas maquinarias hasta que finalmente decidieron comenzar a fabricar también la materia prima, de modo de completar la integración vertical.
Entre 1951 y 1970, Arcor aumentó sus ventas en el interior y amplió su gama de golosinas. La empresa multiproducto cordobesa llegó a la Capital Federal y el Gran Buenos Aires en la década del setenta. Empezó a gestionarse como una red y se iniciaron las primeras exportaciones a los países vecinos. El año pasado, las ventas al exterior ascendieron al 35% de la facturación total.
Los ochenta transformaron a Arcor en un grupo de alimentos que comienza a internacionalizarse mediante la adquisición o implantación de plantas en la región. La década del noventa comenzó trágicamente: Fulvio Pagani falleció en un accidente en 1990, a los 62 años, a semanas de anunciar una reestructuración de la empresa ante la apertura económica del país y la crisis generada por la sobreinversión en activos.
Sin su líder, Arcor siguió consolidándose en la Argentina, Brasil y Chile. Muchas de sus competidoras locales cerraron o se vendieron a multinacionales, pero la firma nacida en Arroyito irrumpió en el resto de América latina y el mundo.
Arcor firmó recientemente un acuerdo con la norteamericana Brach´s, que dejará de fabricar caramelos para exportar desde Córdoba por 40 millones de dólares. Luis Pagani anticipó que entre sus objetivos figura la entrada al mercado europeo. De la Rúa lo apoyó y admitió dificultades para saltar las barreras del Viejo Continente.
La empresa también planea construir instalaciones productivas en México, puerta del mercado norteamericano, pero aún no fijó fecha. El vicepresidente de Arcor, José Giai, reconoció que la empresa "no está demasiado líquida", por lo que necesitará vender algún activo no estratégico o abrir su capital para financiar futuras compras de importancia o grandes proyectos de expansión.
Cincuenta años después, esta empresa argentina pero globalizada está profesionalizada. Sólo un Pagani, Luis, aparece en su directorio. De sus comienzos todavía permanece el caramelo de dulce de lecha Holanda y el espíritu simple aunque emprendedor de sus creadores.
Un caso de estudio
- La alimentaria Arcor venía recibiendo pedidos de información de universidades argentinas, norteamericanas y de otros países para estudiar su caso. Por eso, le encargó a la consultora Booz, Allen & Hamilton que escribiera un libro para describir su visión de los negocios. Anteanoche, el trabajo fue presentado ante la prensa "Globalizar desde Latinoamérica. El caso Arcor", redactado por Bernardo Kosacoff, Jorge Forteza, María Inés Barbero y Alejandro Stengel, y editado por Mc Graw Hill Interamericana.




