La sucesión de eventos meteorológicos extremos volvió más compleja la tarea de los productores y la búsqueda de rendimientos que mejoren el resultado económico
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La agricultura se volvió muy difícil de planificar en los últimos cinco años. Tres campañas seguidas con La Niña; heladas tempranas que afectaron a la soja en febrero de 2023; heladas tardías que perjudicaron el trigo en octubre del mismo año, y el bloqueo de lluvias durante 20 días en enero de 2024 dinamitaron muchos planes de siembras de los agricultores argentinos.
Se llegó al extremo de la desaparición de la Laguna de Gómez, un fenómeno que no recuerdan ni los lugareños más memoriosos. Sin dudas, estos fenómenos no son hechos aislados. “Forman parte de un cambio estructural del clima, que pone luces anaranjadas o rojas al negocio agrícola”, razona Juan Balbín, productor de General Villegas y expresidente del INTA y de Aacrea.
“El año 2024 –con pronósticos de evento El Niño– pintaba como para ganar el partido 3 a 0 hasta el 10 de enero, pero a principios de febrero estamos con la sensación de que vamos a perder por goleada”, grafica el agricultor. El bloqueo de lluvias durante la mayor parte del primer mes de 2024, no previsto por los meteorólogos con anticipación, pegó fuerte sobre los cultivos de verano.
Tomar nota y diversificar
Hasta mediados de la semana Balbín estimaba un rinde de soja de primera de 25-30 quintales por hectárea en su campo si lloviera la semana que viene, frente a los 50 quintales que prometían los cultivos a principios de enero. Las sojas de segunda están en plena floración y se podrían reponer si embocaran dos o tres lluvias en este mes.
Los maíces de primera fueron los menos afectados. Los tardíos están en plena floración y sufrieron un cambio brutal: “El 10 de enero estaban para un cuadro y ahora no dan ganas de recorrerlos”, lamenta Balbín.
Para hacer frente a este nuevo contexto climático habrá que tomar varias decisiones. Para la próxima campaña será imprescindible que los productores diversifiquen cultivos y fechas de floración para tratar de escapar a las restricciones climáticas. Por otro lado, habrá que asegurar la humedad inicial.
Balbín no destinará a soja temprana los lotes que no tengan capacidad de retener 150 centímetros de agua en el perfil. Esos potreros los destinará a sorgo o a girasol. Entre las asignaturas pendientes tranqueras afuera, el empresario resaltó “la efectiva puesta en marcha de programas de mitigación del calentamiento global, de los que mucho se habla, pero poco se instrumenta”.
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