Según JLU Consultora, el alza de los costos superó al precio del cerdo en pie y puso en jaque la rentabilidad de los productores
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El sector porcino argentino cierra un 2025 con un balance marcado por fuertes desequilibrios internos, aumento de costos y márgenes cada vez más ajustados. Así lo refleja un informe de JLU Consultora, dirigida por Juan Luis Uccelli, que analiza la evolución de las principales variables del negocio y distingue con claridad entre ganadores y perdedores en una cadena que muestra señales de agotamiento.
Según el trabajo, el costo de producción fue uno de los grandes perdedores del año: acumuló una suba del 51,9%, impulsada principalmente por el encarecimiento del maíz y, de manera más marcada, de la soja durante el segundo semestre. Este aumento superó ampliamente la variación del precio del cerdo en pie, lo que derivó en una fuerte caída del margen bruto y en problemas de rentabilidad para numerosos establecimientos productivos.
“El aumento del costo de producción, en comparación con el precio del cerdo en pie, ha generado una disminución significativa del margen bruto del negocio, llegando a condicionar la rentabilidad en varios casos”, advirtió el informe.

Otro de los ajustes relevantes del año fue el costo de faena, que registró una recomposición tras arrastrar un importante atraso desde 2024. Sin embargo, esta corrección no logró compensar las distorsiones que se profundizaron en otros eslabones de la cadena, especialmente en la comercialización mayorista.
El análisis muestra que el valor de la media res evolucionó a un ritmo similar al del cerdo en pie, mientras que los cortes mayoristas exhibieron incrementos muy por debajo del resto de las variables. “Es en este segmento donde se concentra el principal impacto negativo para toda la cadena”, señaló Uccelli.
De hecho, el informe advierte que algunos cortes registran precios inferiores a los del año pasado, como el caso de la pulpa de paleta, una situación que explica parte de los quebrantos y cesaciones de pago que comenzaron a aparecer en el sector. “El sector ha agotado su capacidad de soportar esta situación”, alertó el consultor.
Las importaciones de carne porcina fueron identificadas como uno de los factores clave que agravaron el escenario. Si bien los precios internacionales en dólares bajaron durante el año, la devaluación del peso provocó que el valor de las importaciones expresadas en moneda local aumentara un 34,8%.

Ese ingreso de producto importado, según el informe, no logró el objetivo de contener los precios al consumidor, que subieron un 33,4%, pero sí impactó de lleno en la valorización de los cortes nacionales, afectando tanto a la media res como al precio del cerdo en pie.
“Las importaciones no cumplieron con el objetivo de reducir los precios al consumidor, pero sí agravaron la situación de quienes producen y generan empleo en el sector porcino argentino”, sostuvo Uccelli en las conclusiones del trabajo.
El informe también remarca que, aun sin considerar el efecto negativo sobre la cadena nacional, la participación del producto importado terminó alterando el precio final que paga el consumidor minorista al alza. En ese sentido, una menor presencia de carne importada podría haber contribuido a mejorar los precios tanto para los productores como para los cortadores locales.
En síntesis, el relevamiento de JLU Consultora expone una distorsión en la distribución de ingresos dentro de la cadena porcina, con costos que crecieron por encima del IPC y precios que no acompañaron en los eslabones productivos.
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